15 síntomas 'sonrojantes' de la ansiedad que la gente no conoce

15 síntomas 'sonrojantes' de la ansiedad que la gente no conoce

Nadie debería avergonzarse por tener problemas de ansiedad.

AnsiedadGETTY IMAGES PHOTO VIA ANETLANDA

Cuando tienes un problema de salud, a menudo viene acompañado de síntomas indeseados (o sonrojantes) con los que hay que aprender a vivir. Es algo con lo que muchas personas con ansiedad están familiarizadas.

Es posible que hayas dejado plantados a tus amigos tantas veces que han dejado de invitarte. Puede que hables muy deprisa o tartamudees cuando sientes el peso de la ansiedad sobre los hombros, o puede que sientas que tus emociones están fuera de control y no puedes evitar que se muestren de la peor manera en el peor momento.

Independientemente de cómo de sonrojantes sean tus síntomas, debes saber que no estás solo. El único modo de acabar con la vergüenza y el estigma que rodean a la ansiedad es hablar sobre ello. Para abordar esta conversación, la edición estadounidense del HuffPost ha pedido a sus lectores que compartan los síntomas de la ansiedad de los que más se avergüenzan.

Antes de empezar, debe quedar claro que la vergüenza es un sentimiento muy real y que es tan legítimo como cualquier otro. Sin embargo, aunque sea natural sonrojarse en ocasiones, hay que tener claro que está bien no estar siempre bien y que nadie debería avergonzarse por tener problemas de ansiedad.

1. Sudoración excesiva

“Sudo y me muerdo las uñas. Siempre me da vergüenza cuando a alguien le da asco ver cómo me muerdo las uñas o cuando alguien menciona que estoy sudando mucho”. — Skye Y.

“Sudo mucho. Me acaloro porque se me acelera el corazón y encima me entra más ansiedad por estar sudando. Tengo el pelo muy fino, así que en minutos se me empapa. Es una espiral horrible y siempre hay alguien que me lo señala y me intenta ayudar. Eso está bien, porque normalmente me da demasiada vergüenza pedir algo frío o me pasa justo cuando estoy saliendo del súper. Prefiero sudar por las axilas que por la cabeza”. — Jenny K.

2. Náuseas y vómitos

“Me suele pasar después de un periodo prolongado de ansiedad como cuando estoy fuera de mi ciudad o cuando estoy rodeada de gente. Me da mucha vergüenza. Sobre todo, es difícil explicarle a personas que no sufren trastorno de ansiedad generalizada cómo es posible que algo tan trivial como pasar un tiempo en familia pueda desencadenar tanta ansiedad. Parezco un bicho raro cuando tengo que irme yo sola, tomar medicamentos para las náuseas y tumbarme”. — Rebecca M.

3. Pellizcado cutáneo compulsivo

“Me arranco la piel de los dedos y me avergüenza tener llagas y tiritas siempre”. — Melanie B.

“Cuando tengo un ataque, siempre acabo pellizcándome la piel. Me pellizco costras, granos e incluso las uñas hasta que sangran. Todo el mundo me dice que pare, pero no es tan sencillo”. — Chelcie R.

4. Ser incapaz de salir de casa

“No soy capaz de salir de casa, es demasiado agobiante. Odio explicar una y otra vez por qué cancelo planes. Me estoy quedando sin excusas”. — Emily K.

5. No saber cuándo llorarás

“Lloro a todas horas y me lo tomo todo a pecho. Odio que la gente sienta que tiene que caminar sobre arenas movedizas cuando está cerca de mí, pero es que no puedo evitar ser demasiado sensible”. — Josie H.

“Me echo a llorar enseguida cuando me supera la ansiedad. A veces quiero cavar un hoyo para no recibir críticas por esta costumbre”. — Bas A.

“Cuando me entra ansiedad, empiezo a tartamudear un montón y me pongo a temblar. Trabajo de cajera en un restaurante y se ríen de mí cuando tartamudeo. No es gracioso. Lo odio”. — Maddie C.

“Cuando hablo de algo que me apasiona o intento decir algo ingenioso e inteligente, mi mente entra en cortocircuito. Me entra inseguridad y ansiedad por decir bien lo que pretendo decir. Tartamudeo mucho o me quedo en blanco”. — Isabel L.

7. Erupciones cutáneas o ronchas rojas

“Me acaloro y me salen erupciones en la piel. Me pica tanto que si me esfuerzo por no rascarme, pienso que estoy haciendo el ridículo y la ansiedad empeora, o no dejan de mirarme cuando no puedo parar de rascarme, lo que solo hace que se me enrojezca más la piel y empeore mi ansiedad”. — Katelyn M.

“Me salen ronchas rojas por los brazos y el pecho. Si me salen demasiadas heridas, lloro. Pero muchísimo. Y suele ser por cosas sin importancia. He aprendido a respirar, a dar un paso atrás y reconocer mis desencadenantes”. — Katie F.

8. Problemas gastrointestinales

“Los síntomas de mi síndrome del intestino irritable me hacen ir corriendo al baño en momentos inoportunos y no paro de tener gases cuando me entra demasiada ansiedad por lo que sea. En el peor de los casos, es muy debilitante, y en el mejor, solo sonrojante”. — Caro H.

“Tengo síntomas del síndrome del intestino irritable. Me niego a salir a comer en mis citas porque tengo miedo de que si como algo que no debo, me darán calambres y ocurrirá un accidente. Lo mismo pasa si alguien me propone ir a algún sitio. Viajar queda completamente descartado si he cenado fuera la noche de antes. Últimamente también vomito cuando tengo demasiada ansiedad. Eso es lo peor”. — Kate C.

9. Hablar muy deprisa

“Siempre me han dicho que hablo muy deprisa, pero yo siempre respondo que son ellos quienes escuchan despacio. Cuando me entra ansiedad, hablo por los codos y no callo ni debajo del agua”. — Doni P.

10. Estallidos de rabia

“Parece que la ansiedad siempre me cabrea. No lo hago aposta, pero empiezo discusiones o echo más leña al fuego. He llegado a despertar a mi novia solo para discutir por cosas que no tenían sentido y el motivo es que me dan pánico cosas que no deberían dármelo. Me preocupo por cosas que no importan, o quizás sí, pero solo en ese momento, no si lo ves con perspectiva. Lo odio”. — Brandon C.

“Cuando me supera la ansiedad, lo interiorizo y acaba saliendo en estallidos de rabia injustificada. Acabo gritándole a mi marido aunque no haya hecho nada malo o chillándoles a los niños por tonterías. Luego me odio a mí misma porque me siento culpable. No se merecen esto”. — Heather D.

“Me desahogo a gritos con la gente cuando tengo ansiedad. No como si tuviera un ataque de pánico, sino que les respondo de malas maneras. Hasta las cosas más pequeñas pueden hacerme estallar cuando tengo ansiedad. Siempre intento pedir disculpas, porque, sinceramente, no sé por qué me pasa”. — Kaleena K.

11. Desmayos

“Me desmayo. Ya me he hecho daño varias ocasiones. Mi cerebro es como un interruptor. Demasiada ansiedad y me despertaré en el suelo como haya aterrizado. Es horrible”. — Ivy I.

12. Darle demasiadas vueltas a todo

“Empiezo a liarme al hablar y digo cosas que no tienen sentido. Pienso en lo mal que he quedado y repito en mi mente toda la conversación. Luego me convenzo de que la otra persona me odia. Darle tantas vuelas no es divertido”. — Kerry G.

13. Ataques de pánico inesperados

“Puedo sufrir ataques de pánico en cualquier parte. Lo que hago es correr hasta el lugar privado más cercano para que nadie me vea durante el ataque”. — Sergio Z.

14. Temblores

“Mi sistema nervioso se altera y empiezo a temblar. Está relacionado con mis ataques de pánico y de ansiedad y, como mujer, es muy debilitante. Aspectos del día a día que se dan por sentados tengo que aprender a gestionarlos de otro modo. Por ejemplo, no te puedes hacer una mascarilla con las manos temblorosas ni sujetar una plancha rizadora de pelo ni comer sin tirarte todo por encima... No pensamos en estas cosas hasta que no somos capaces de hacerlas”. — Johnna W.

“Odio cuando lloro y tiemblo delante de otra persona. Me pasa desde que tenía 11 años, pero sigue siendo terrorífico cuando hay alguien delante de mí y noto que me entra ansiedad. Muchas personas no entienden lo que pasa”. — Breanne S.

15. Ser incapaz de hablar por teléfono

“No puedo hablar por teléfono. No puedo hablar con nadie al otro lado de un mostrador. No puedo ni pedir mi propia comida. Me da vergüenza que la gente se enfade conmigo cuando les pido que lo hagan. No es justo y me duele”. — Darby E.

¿Te identificas?

Este post fue publicado originalmente en The Mighty, apareció posteriormente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.