Cinco errores que comete la gente con la mascarilla

Cinco errores que comete la gente con la mascarilla

Aunque son simples, sus consecuencias pueden llegar a ser letales.

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Las mascarillas se han convertido en parte importante del atuendo en el día a día de mucha gente, pero solo por llevarla puesta no significa que ya estés protegido ni que estés protegiendo a los demás.

Las mascarillas están concebidas para evitar que, de forma accidental, expulses o entres en contacto con enfermedades infecciosas como el COVID-19, que se propaga principalmente a través de gotículas respiratorias. Dado que el 25% de los infectados con el nuevo coronavirus no sufren síntomas, según una estimación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), es recomendable llevar mascarilla para proteger a otras personas en espacios públicos cuando no se puede mantener los dos metros de distancia de seguridad.

“Sabemos que hay infectados que pueden propagar el virus antes de mostrar síntomas. Creo que deberíamos actuar sobre la base de que cualquier persona con la que te cruces te podría infectar”, comenta Thomas Russo, jefe del departamento de enfermedades infecciosas de la Universidad de Buffalo (EEUU). “Esa es la triste realidad de esta pandemia”. 

Si quieres frenar la expansión del coronavirus, tienes que aprender a ponerte bien la mascarilla para no cometer los siguientes errores, simples pero con consecuencias importantes:

Error 1: Solo te cubres la boca.

Si llevas la mascarilla tan baja que solo te cubre la boca, lo estás haciendo mal.

“Respiras parcial o totalmente por la nariz, por lo que puedes contraer los virus que circulan en las gotículas del aire”, advierte Russo. “Del mismo modo, si eres portador y solo te tapas la boca con la mascarilla, al estornudar, generarás esas gotículas respiratorias por las que viaja el virus”.

Si no llevas la nariz cubierta por la mascarilla, también te arriesgas a contaminar la propia mascarilla, que acumulará gérmenes y gotículas en la cara externa.

“Si las fosas nasales sobresalen y se encuentran sobre la mascarilla y la parte superior de esta roza el borde de los orificios nasales, puede producirse contaminación cruzada entre la mascarilla y la nariz”, expone Lucy Wilson, presidenta del departamento de urgencias sanitarias de la Universidad de Maryland.

Error 2: Tu mascarilla entra en contacto con tu cuerpo y tus objetos personales antes de ponértela.

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Si el coronavirus se posa en tu ropa, tu rostro o tu cuerpo y la mascarilla toca esas superficies, tienes un problema.

“La insistencia en llevar bien la mascarilla se debe al riesgo de contaminación”, explica Wilson. “Si el interior de la mascarilla toca una parte de tu cuerpo que tiene coronavirus (el pelo, la frente, la barbilla, el cuello, las manos, la ropa...) y luego te la vuelves a poner sobre la nariz y la boca, lo que haces es llevar el virus a las zonas con membranas mucosas vulnerables donde se puede contraer la infección”.

Tampoco te la pongas en el cuello cuando no la lleves puesta.

“Es preferible que la mascarilla no esté alrededor del cuello si ya la has estado llevando, porque si está contaminada, no te interesa llevar el virus al cuello”, advierte Erin Sorrell, profesora asistente de Microbiología e Inmunología en la Universidad de Georgetown. “El propósito de llevar mascarilla es proteger a los demás de tus propias toses y estornudos y proteger tu boca y tu nariz de las gotículas grandes que puedan expulsar otras personas”, recuerda.

Para ponerte y quitarte la mascarilla correctamente también debes tener cuidado de no tocar la cara externa con las manos, advierten los CDC. En vez de tocar la mascarilla, quítatela sosteniendo las gomas o los enganches. Cuando ya no la lleves puesta, guárdala en una bolsa sellable u otro lugar de contención, aconseja Sorrell. “La idea es evitar que contamine otras superficies y que no juegues con ella mientras la llevas por ahí colgando del cuello”.

Recuerda lavarte las manos antes y después de ponerte y quitarte la mascarilla, avisan los expertos.

Error 3: No la llevas ceñida.

Si se llevan debidamente, las mascarillas N95 filtradoras se ajustan bien a la cara, pero si utilizas mascarillas quirúrgicas poco ceñidas o una mascarilla casera de tela, es probable que estés dejando que entre y salga aire por los huecos que quedan sin cerrar.

No conviene que la mascarilla te quede holgada. Sorrell recuerda que el objetivo es crear una barrera que bloquee tanto aire como sea posible: “No vas a conseguir que cierre perfectamente con una mascarilla quirúrgica o con una mascarilla casera, pero conviene que al menos se ajuste bien”. “Tiene que ser cómoda al llevarla, pero suficientemente ceñida para que no se descuelgue sola”, advierte.

“Las mascarillas quirúrgicas tienden a dejar huecos a los lados”, indica Russo. “Hay que hacer lo que se pueda para ajustarlas y cerrar esos huecos”.

Russo también señala que las barbas evitan que las mascarillas sellen adecuadamente y recomienda que, quien quiera dejarse barba, se la deje corta. “Cuanto más larga y esponjosa sea la barba, menos óptimo sera el funcionamiento de la mascarilla”, asegura.

Error 4: Solo te llega hasta la punta de la nariz.

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Es fundamental que te subas la mascarilla hasta que te cubra el puente de la nariz, no solo hasta la punta, para formar una barrera más completa.

“Si solo te cubres la punta de la nariz, dejas huecos grandes por encima de la mascarilla por donde puede entrar y salir el aire”, advierte Sorrell.

Error 5: No limpias bien la mascarilla después de usarla.

Si tu mascarilla es reutilizable, asegúrate de que no se convierte en otro foco de contaminación. Los CDC indican que puedes lavar las mascarillas de tela en la lavadora.

Sorrell opta por lavarlas “todos los días”. “Así al menos te aseguras de que están limpias”, comenta.

Los expertos indican que las mascarillas reutilizables de tipo N95 también se pueden poner al vapor sobre una olla de agua durante 10 minutos, pero se deben secar del todo antes de volver a usarlas.

Cuando la mascarilla se vea estropeada o rota, deshazte de ella de forma segura.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.