El antisemitismo repunta 75 años después de la liberación de Auschwitz

El antisemitismo repunta 75 años después de la liberación de Auschwitz

Los crímenes antisemitas aumentan en Francia un 74% en solo un año y un 20% en Alemania.

Supervivientes en AuschwitzGetty Images

Han pasado 75 años desde su liberación y, todavía a día de hoy, Auschwitz sigue resonando y estremeciendo a partes iguales. Líderes mundiales, jefes de Estado y Gobierno, así como supervivientes de la tragedia, se han dado cita en Jerusalén esta semana para homenajear la memoria de las cerca de un millón y medio de personas asesinadas en el campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, en un momento en el que el antisemitismo vuelve a repuntar en Europa y Estados Unidos.

“Siempre hay que estar en atención con estas cosas y no decir ‘ah’...no pasa nada. Todo puede ser, los nuevos fascismos siguen al acecho”, explica a punto de cumplir los 95 años Moshe Hailion, uno de los pocos que consiguieron salir con vida aquel 27 de enero de 1945, tras pasar 21 meses bajo el régimen nazi en hasta cuatro campos. Y los datos le avalan.

  Moshe Hailion, el superviviente de Auschwitz que mantiene viva la memoria del Holocausto.RTVE

“Me gustaría poder decir que los últimos incidentes fueron aberraciones, o el último suspiro de un prejuicio que merece desaparecer. Desgraciadamente, lo que vemos en su lugar es como gana intensidad la llama de un fuego de siglos de antigüedad. El antisemitismo no sólo continúa siendo fuerte, sino que está empeorando”, alertaba el presidente de Naciones Unidas, António Guterres ante la aparición, cada vez mayor, de nuevos grupos neonazis.

“El viejo antisemitismo ha vuelto. Al mismo tiempo, vemos intentos de reescribir la historia del Holocausto, distorsionar su magnitud y sanear los registros de los líderes, ciudadanos y sociedades en tiempos de guerra”, recalcaba.

En total, sólo durante la última semana de Navidad se contabilizaron hasta nueve ataques contra judíos en la ciudad de Nueva York, mientras que en Europa también se registraron agresiones similares en Reino Unido, Alemania o Francia.

En el último caso, los datos policiales y el cómputo del Kantor Center de la Universidad de Tel Aviv muestran un incremento de hasta un 74% con respecto a un año antes. Hecho que el mismo presidente Emmanuel Macron reconocía durante el homenaje, alarmado: “Nuevamente, después de muchos años, el antisemitismo mata en Francia, ha vuelto, y con él, la xenofobia y la intolerancia.”

En febrero de 2019, el ministro de Interior, Christophe Castaner, declaraba que el “antisemitismo estaba de nuevo expandiéndose como un veneno, como la hiel”, después de exponer que este tipo de actos violentos habían pasado de 311 a 541 entre 2017 y 2018.

“Es la consecuencia del resurgimiento de una extrema derecha identitaria y virulenta que no duda en pasar a la acción”, exponía por su parte el responsable para la lucha contra el racismo, antisemitismo y odio, Frédéric Potier. 

Macron usaba entonces sus redes sociales para señalar que “el antisionismo es una forma moderna de antisemitismo” y confirmaba la implementación de la nueva definición adoptada por la Alianza Internacional para la Memoria de la Shoah sobre este fenómeno, con el fin de especificar y fortalecer las prácticas de los magistrados.

Sin embargo, Francia no es el único estado que enfrenta este auge. En el país germano el aumento de la violencia neonazi y de corte ultraredechista es una realidad que las ONG y organismos internacionales llevan denunciando desde hace tiempo.

“El repunte de los grupos neonazis es un peligro”, reconocía hace unos meses el ministro del Interior alemán, Horst Seehofer. “Asistimos a una brutalización muy problemática de nuestra sociedad”.

Halle fue durante el pasado mes de octubre el escenario más visible de esta realidad, cuando un terrorista trató de irrumpir en una sinagoga para tirotear a los fieles mientras celebraban el Yom Kippur –fiesta sagrada–, cobrándose la vida de dos personas que se encontraban en la calle al tiempo que retransmitía el ataque en directo y gritaba: “La raíz de todos los problemas son los judíos”.

En total, la ola de antisemitismo que renace en Europa, y que ha acabado ya con más de una decena de víctimas en los últimos años, tiene un peligro especial según los expertos por avanzar en varias direcciones: por un lado un repunte en el antisemitismo neonazi de ultraderecha; en segundo lugar, un antisemitismo inspirado por el yihadismo, con el pretexto de odio a Israel; y por último, una senda de intolerancia, racismo y xenofobia cada vez más presente y “socialmente aceptada” en Occidente.

El comisionado alemán contra el antisemitismo, Felix Klein, desaconsejaba en mayo del año pasado el uso de ‘la kipá’ a los judíos en Alemania dadas las estadísticas oficiales publicadas ese mes por el ministerio de Interior. En total, según revelaban los números, los crímenes antisemitas habían crecido un 20%, siendo el 90% de los 1.799 ataques contra la comunidad judía hasta entonces cometidos por la extrema derecha.

En Estados Unidos,  según el FBI, un 60% de los crímenes de odio cometidos durante 2017 en el país, fueron causados por motivos antisemitas. Un porcentaje disparado teniendo en cuenta que la población judía solo representa el 2% del total.

“Las actitudes antisemitas están en niveles históricamente bajos pero es difícil no sentir otra cosa que alarma”, afirmaba entonces Jonathan Greenblatt, consejero ejecutivo de la Liga Antidifamación (ADL).

A pesar de ello, la preocupación por el incremento de estos ataques especialmente en la ciudad de Nueva York, donde tan solo durante la semana de Navidad se produjeron nueve contra judíos, ha hecho que en los últimos meses, además de refuerzos en seguridad, se hayan adoptado medidas controvertidas y criticadas por la propia comunidad.

El presidente estadounidense, Donald Trump,  decidía firmar recientemente una orden ejecutiva que permite a las universidades de EEUU ser  penalizadas si autorizan en sus dependencias actividades “antisemitas” dados los últimos acontecimientos, algo que ha sido criticado incluso desde distintos colectivos judíos por entender que la iniciativa está destinada a ocultar la brutal ocupación militar israelí en los territorios palestinos.

“Si Trump quiere afrontar el resurgimiento del antisemitismo que él ha ayudado a crear, tendría que aceptar su responsabilidad por su papel en alentar el nacionalismo blanco, perpetuar las teorías de la conspiración y repetir estereotipos que han conducido a la violencia contra los judíos”, expresaba la directora de Consejo Demócrata Judío, Halie Soifer, quien tachaba de hipócrita la propuesta.

Es una de las últimas políticas aprobadas por Washington que se miran con escepticismo desde el resto del mundo por “su tilde oportunista”. Desde la Unión de Americana de Libertades Civiles (ACLU) ponen el foco en que el Gobierno no puede comparar las críticas a Israel con una discriminación ilegal, puesto que esto atentaría directamente contra la libertad de expresión.

Se cumplen 75 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, y a pesar del claro repunte del antisemitismo en Occidente, los organismos internacionales advierten: las políticas proisraelíes no pueden servir para justificar violaciones de derechos humanos.