Nueve mitos sobre los protectores solares, desmentidos por dermatólogos

Nueve mitos sobre los protectores solares, desmentidos por dermatólogos

¿Es cierto que algunas cremas solares son tan peligrosas como la amenaza de la que protegen?

Llega el verano y el sol levanta el ánimo a mucha gente, pero hay que tener cuidado, porque ese sol que pone de buen humor también es el principal causante del cáncer de piel.

El melanoma es el tipo de cáncer de piel más peligroso que existe. En la actualidad se diagnostican cada año más de 160.000 casos en todo el mundo y en España fallecen unas 710 personas al año por esta causa.

Por suerte, una de las mejores medidas de prevención es tan simple como ponerse protección solar. Pero ¿es cierto que algunas cremas solares son tan peligrosas como la amenaza de la que protegen? La Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) advirtió en 2019 que determinadas cremas contienen sustancias químicas que se absorben a través de la piel en cantidades suficientes para provocar efectos adversos potencialmente tóxicos y ya hay páginas web que hacen listados de  “cremas solares no tóxicas”.

Porreste motivo, la edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con varios expertos en dermatología para aclarar algunos de los mitos más extendidos sobre la crema solar y ayudarte a comprender su importancia.

Un protector solar de amplio espectro neutraliza los rayos solares para que no penetren y dañen la piel, especialmente los rayos ultravioleta A y B, más conocidos como UVA y UVB. Los rayos UVA aceleran el envejecimiento y los UVB queman. Los primeros pueden provocar daños celulares y penetrar más que los segundos.

Existen dos tipos básicos de cremas de protección solar: químicas y físicas. En resumidas cuentas: las cremas solares químicas contienen sustancias como ooctocrileno, oxibenzona y octinoxato, mientras que las cremas solares físicas utilizan agentes naturales como zinc y óxido de titanio.

 

Por descracia, para muchas personas no es cierto.

La dermatóloga Jessica Weiser explica que, por lo general, “el maquillaje tiene un SPF de entre 15 y 25, y no se aplica la suficiente cantidad como para proporcionar la protección indicada en el envase. Para protegerse bien del sol, antes de maquillarse hay que echarse protección de amplio espectro para UVA y UVB con un SPF 30 o más”.

Yannis Alexandrides, cirujano plástico y fundador de una línea de productos para la piel, explica que la única forma de que el maquillaje proteja del sol sería echarse tal cantidad que no se estaría presentable. “Haría falta ponerse ocho veces más de base para contar con una protección solar correcta, lo que no es realista ni bueno para la piel”, asegura.

Otro mito común es que solo hace falta llevar crema solar cuando hace calor y te da el sol directamente, pero los rayos ultravioleta están presentes durante todo el día y es importante ponerse crema en las cuatro estaciones: “El único momento en el que la piel no está expuesta a los rayos UV es antes de amanecer y después del atardecer, cuando está oscuro”, sostiene Weiser.

  5eea0550220000072882ac78LUMINOLA VIA GETTY IMAGES

Michelle Wong, química y creadora de contenido de Lab Muffin, lo explica: “Aunque en los meses fríos hay menos radiación ultravioleta, la piel sigue siendo vulnerable, sobre todo si está pálida o hay algún caso de cáncer de piel en el historial médico de tu familia”.

Dennis Gross, dermatólogo e investigador del cáncer, añade que los rayos ultravioleta atraviesan las nubes y las ventanas, por lo que es esencial ponerse crema todos los días del año, tanto si se va a estar al aire libre como si se va a estar bajo techo. Además, el daño que provoca el sol es acumulativo, de modo que aunque ahora no se note nada, acaba saliendo en el futuro.

“En un día nublado, el 80% de la radiación peligrosa del sol alcanza tu piel”, advierte Alexandrides. “Además, hay que tener en cuenta que la nieve blanca es un gran reflectora de la radiación solar y que los rayos solares son más peligrosos en las alturas, de modo que, si vas a esquiar, hace falta un SPF 50″.

La cantidad de crema solar es un factor determinante y, por desgracia, la mayoría de la gente no se pone suficiente.

Según el fabricante y la normativa del país, en la etiqueta aparecen unas instrucciones u otras. En gran medida dependen de la tasa de cáncer de piel del país. De ahí que las normativas de Estados Unidos, Australia y  Reino Unido, por ejemplo, sean tan diferentes.

¿Alguna vez has leído en la etiqueta de la crema que debes volver a aplicártela cada pocas horas, después de sudar o después de estar en el agua? Weiser explica que aunque la crema solar puede durar hasta dos días en piel seca, solo dura entre 40 y 80 minutos en piel húmeda. Por eso, si se pasa el día fuera, hay que ponerse una nueva capa de crema al menos cada dos horas.

La crema es como una capa de film de plástico sobre la cara y cada vez que se suda, se desintegra, comenta Wong.

Eso supone un riesgo por muchos motivos: probablemente no se aplica suficiente crema solar para contar con la protección adecuada y se diluyen los principios activos del protector, reduciendo, por tanto, su eficacia. En vez de hacerlo así, Weiser recomienda aplicar los productos por capas: primero el protector solar y, una vez que se haya secado la piel, el maquillaje.

Gross señala que las cremas solares físicas sí que pueden mezclarse con base de maquillaje, pero no es lo ideal, ya que “mezclar una crema con SPF con otra sin SPF se reduce el SPF total”, avisa.

 

En cierto modo podría llegar a ser cierto, pero lo mejor es ponerse dos capas de un mismo producto, según Wong. Solo funcionaría en el caso de que ambas capas se aplicaran de forma homogénea, pero es prácticamente imposible hacerlo sin barrer parte de la primera capa en el proceso.

 
  Crema solarJAVI_INDY VIA GETTY IMAGES

“La cifra del SPF no es acumulativa porque cada producto bloquea determinado porcentaje de rayos UVB”, explica Weiser. “Si te pones una capa de SPF 20 y luego otra de 30, tendrás la misma protección que si solo te pusieras la de 30″.

Mito 7: No quemarse sin usar crema solar significa que no ha pasado nada

El bronceado son células muriéndose: por eso toman un color rojizo o marrón. No suena muy saludable, ¿no?

“No existe el bronceado sano”, advierte Weiser. “Todo bronceado es síntoma de daños celulares por radiación ultravioleta”.

“El bronceado es un daño cutáneo y tu organismo reacciona ante esos daños solares”, explica la dermatóloga Sandra Lee. “Tu piel puede sufrir daños por el sol que no son perceptibles a simple vista y que aceleran el envejecimiento, provocan hiperpigmentación y aumentan el riesgo de cáncer de piel. Ese es el lado oscuro del bronceado”.

Mito 8: Con que tenga un poco de SPF ya es suficiente

Wong explica que esto depende de la sensibilidad de tu piel al sol y de la radiación a la que uno se exponga.

Gross propone una prueba sencilla: si la piel se vuelve rosa con el sol, probablemente hay que aumentar el SFP de la crema. “Yo recomiendo un SPF 30. Eso es suficiente para proteger el colágeno y mantener el aspecto juvenil de la piel, además de protegerte contra el cáncer de piel”.

Esta afirmación no se puede considerar exactamente un mito, ya que todavía hacen falta más estudios para confirmarla o desmentirla. Lo que se sabe hasta el momento es lo siguiente: no hay suficientes pruebas para sugerir que la crema solar puede provocar cáncer. Un estudio reciente descubrió que la oxibenzona, un ingrediente común de las cremas solares, permanece hasta 21 días en el torrente sanguíneo, pero no se ha asociado directamente con la aparición de ningún melanoma.

 

David Strauss, director de la división de ciencias aplicadas de la FDA, avisa de que “solo porque los ingredientes de la crema solar se absorban no quiere decir que no sea seguro usarla”.

Si aun así uno quiere curarse en salud, Gross propone comprar una crema sin oxibenzona, pero no deje de proteger del sol.  “Es muchísimo más probable que sufras cáncer de piel por no usar crema solar que por usarla”, advierte Lee.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.