A nadie debería sorprenderle el asalto al Capitolio, porque se avisó de que iba a ocurrir

A nadie debería sorprenderle el asalto al Capitolio, porque se avisó de que iba a ocurrir

Los expertos llevan tiempo advirtiendo de que Trump estaba incitando peligrosamente a la violencia, y los propios manifestantes hablaban de ello en redes sin tapujos.

Manifestantes pro-Trump, frente al Capitolio el pasado 6 de enero, antes de irrumpir por la fuerza en el edificio.Jon Cherry/Getty Images

Una insurrección, un ataque sin precedentes a la democracia, un guión sacado del mejor manual fascista… El asalto que vivió este miércoles el Capitolio de Estados Unidos resonará para siempre en la historia del país, pero seguramente será recordado de dos maneras distintas: la real, basada en los hechos, y la de los seguidores de Donald Trump, basada en sus ‘verdades alternativas’. 

Nadie comprende bien todavía cómo cientos de manifestantes pro-Trump lograron invadir el Capitolio y, al mismo tiempo, a nadie le acaba de sorprender lo que ocurrió. Hace justo dos meses, publicamos en El HuffPost un artículo titulado ’El peligro de que la gente saque las armas es real, y Trump lo está alentando’. No es que fuéramos unos visionarios; es que los expertos llevaban tiempo alertando de ello: la negativa de Trump a dejar el cargo, la importante masa de fieles seguidores del magnate, la polarización de la sociedad alentada por el propio presidente y por sus medios afines, el auge de una ultraderecha conspiranoica y violenta que no atiende a razones y la preocupante tenencia de armas en el país no hacían presagiar nada bueno.

En noviembre se logró contener el movimiento; en enero no ha sido así. El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, apuntó directamente a Trump como responsable de lo sucedido, y los analistas además de los hechos le dan la razón. 

Trump es el máximo responsable. Su planteamiento era 'cargarse el establishment', y eso es lo que ha hecho

“Sin duda alguna, Trump es el máximo responsable; es el que ha ido calentando esto durante cuatro años”, señala Ernesto Pascual, profesor colaborador de los Estudios de Ciencias Políticas de la UOC. “Cuando se presentó a las elecciones por primera vez, Trump ya lo hizo como antisistema. Entonces ya llevaba mucho tiempo criticando al Gobierno, a los políticos y al sistema federal”, recuerda. “Su planteamiento era ’cargarse el establishment’, y eso es lo que ha hecho”, resume Pascual. “Se vio cuando acusó a Hillary Clinton de matar niños, y se ha visto cuando ha alentado a las fuerzas paramilitares, en un país en el que conseguir armas es muy fácil”, dice. Para él, “Trump ha creado este incendio”.

Antes de que se celebraran las elecciones del 3 de noviembre, Donald Trump ya había puesto los cimientos para lo que se produjo este 6 de enero. El mandatario lleva meses negándose a aceptar su derrota, y hasta la misma tarde de este miércoles animó a sus seguidores a “no rendirse en la lucha”. Incluso cuando habían perpetrado el asalto al Capitolio, el mensaje que les mandó fue de amor “os quiero”, “sé que estáis dolidos”—; la condena no llegó hasta pasadas más de 24 horas.

  6 de enero, Washington (EEUU). Trump se dirige a sus seguidores momentos antes de que estos asalten el Capitolio.Robert Nickelsberg/Getty Images

Entre las miles de personas que llevaban horas apostadas frente a la Casa Blanca había violentos, como se comprobó después. Pero, de nuevo, esto no es ninguna sorpresa. En las redes sociales y plataformas pro-Trump, sus partidarios llevaban días llamando a la violencia y a sacar las armas. 

Con hashtags como #StormTheCapitol [Irrumpe en el Capitolio] y #StopTheSteal [Parad el robo], miles de usuarios de redes conservadoras como Parler y Gab celebraron este miércoles los disturbios, y se ofrecieron para respaldar a los manifestantes. Dos días antes, la mayoría de los posts de la web thedonald.win, un popular foro pro-Trump, estaban repletos de comentarios como que los manifestantes debían ir “ARMADOS CON RIFLES, PISTOLAS, 2 CUCHILLOS Y TANTA MUNICIÓN COMO PUEDAS” o que no debían permitir que nadie los desarmara sin haber “apilado cadáveres” antes, según cita The Washington Post.

  Conversación real de Facebook entre asistentes a la concentración del miércoles.MEDIA MATTERS

En redes más mainstream como Facebook y TikTok, la incitación a la violencia tampoco se quedó corta. “¡Coged las putas armas, ES VUESTRO DERECHO CONSTITUCIONAL!”, escribía un usuario de Facebook de un grupo en favor de las armas. “Si alguien va a Washington el día 6 desarmado es que es gilipollas profundo”, añadía otro.  

“Traed las armas. Si hay suficiente gente armada en grupos, la policía no hará nada. La Guardia Nacional tampoco va armada”, escribía un usuario, tal y como recoge Media Matters (en la imagen superior). A lo que otro contestaba: “Es verdad”.

“Esto se veía venir”, constata Ernesto Pascual. Algunas informaciones apuntan a que Donald Trump se negó a llamar a la Guardia Nacional para llevar refuerzos hasta Washington ante la imposibilidad de la Policía para contener a los manifestantes, y que fue el vicepresidente Mike Pence quien tuvo que hacerlo. 

“Curiosamente, para las protestas de Black Lives Matter, el presidente sí activó la Guardia Nacional, y en el Capitolio había todo un Ejército apostado”, comenta Pascual. “En este caso, en cambio, Trump no lo hizo, y sabía que iba a haber esa concentración. Hubo complicidad por su parte”, dice.

Después de cuatro años de mentiras y conspiraciones, la gente actuó siguiendo la fantasía que ha creado

Paola Ramos, periodista, ex funcionaria política en la Casa Blanca durante la presidencia de Barack Obama y autora de Latinx (Penguin Random House), describe el asalto al Capitolio como “una locura”. “Esperada, pero una locura”, matiza. También para Ramos, lo que ocurrió este miércoles “se veía venir”. “Después de cuatro años de mentiras y conspiraciones, la gente actuó siguiendo la fantasía que ha creado”, dice. “Además, había señales de que esos grupos se estaban organizando en internet, pero nadie se lo tomó en serio. Ese es el problema”, lamenta. “Por otro lado, esta Administración no sabe cómo utilizar las instituciones y las fuerzas armadas”, añade.

Ramos, que ha trabajado en el Capitolio y ha vivido en Washington muchos años, considera que si los manifestantes hubieran sido afroamericanos o latinos, las fuerzas de seguridad habrían actuado de otra manera. “Habríamos visto las imágenes que vimos este verano [durante las protestas de Black Lives Matter], cuando la Policía estaba en todas partes, enfrentándose a los manifestantes y superorganizados”, sostiene.

“Lo que ocurrió este miércoles fue algo fuera de medida, pero, de alguna forma, se podría prever”, apunta también Miquel Pellicer, profesor colaborador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y autor de La comunicación en la era Trump. “Trump ha generado una espiral en la que cabe la violencia como demostración”, afirma Pellicer.

En su opinión, fallaron “los sistemas de seguridad y de información”, por no saber o no querer ver que “lo que se estaba cociendo era importante”. “La manifestación pro-Trump se había convocado hace días, y se estaba insistiendo mucho en que hubiera mucha gente para presionar así al Congreso y al Senado”, recuerda el profesor.

Trump pidió a esa gente, y a su vicepresidente, que fueran “valientes”, que siguieran “luchando”. El problema es que esa lucha era inconstitucional y violenta, con el único objetivo de revertir unos resultados democráticos ya refrendados por el poder judicial y legislativo. La otra pata que sostiene esta lucha es el Partido Republicano. Sin el puñado de congresistas y senadores republicanos que le dieron la razón hasta el final (aun sabiendo que no la tenía), Trump se habría quedado solo.

Para Ernesto Pascual, el Partido Republicano es “un gran culpable y un gran cómplice” de lo ocurrido. “Trump les consiguió sacar de un agujero negro y les mostró un nicho de votos tremendo, pero los republicanos han vendido su alma al diablo”, sostiene. 

Los que, como el vicepresidente Mike Pence y el líder de la Mayoría del Senado Mitch McConnell, se bajaron del barco en el último minuto lo hicieron demasiado tarde. “Esto va a pasar factura al Partido Republicano a medio y largo plazo”, advierte Miquel Pellicer. 

El Partido Republicano ha vendido su alma al diablo

El próximo 20 de enero, cuando Joe Biden tome posesión como presidente de Estados Unidos, la influencia de Trump no habrá acabado. “Creo que, lejos de apaciguarse, Trump va a seguir alentando a las masas para que le sigan”, augura Pellicer. “Trump es un megalómano y, como tal, necesita sentirse amado”, describe. 

“Trump está jugando su última carta, y está dispuesto a todo”, coincide Ernesto Pascual. No obstante, no le preocupa tanto en sí Donald Trump como la deriva del Partido Republicano y, con ello, de la democracia estadounidense. “Los republicanos tienen que darse cuenta de que si siguen jugando al juego de Trump, se puede poner realmente en peligro el sistema institucional norteamericano. Tienen que darse cuenta de que están dando cabida a un señor populista que admira y se inspira en dictadores porque le encantaría ser como ellos, intocable”.