¿Dónde está la aceptación corporal para los hombres que engordaron durante la pandemia?

¿Dónde está la aceptación corporal para los hombres que engordaron durante la pandemia?

“Los hombres llevan años sufriendo problemas de imagen corporal, pero siempre ha sido un problema en la sombra con el que han tenido que lidiar en silencio”.

LLUSTRATION: DAMON DAHLEN/HUFFPOST; PHOTOS: GETTY

Últimamente, el dietista Aaron Flores ha escuchado muchas frases como la siguiente entre sus clientes: “He engordado un poco y ahora me da palo que me vean mis amigos”.

“Me dicen: ‘Casi tengo ganas de llamarles para avisarles de antemano de que he engordado y que por favor no me digan nada ni hagan bromas al respecto’”, comenta.

“Los problemas de imagen corporal son verdaderos problemas, pero en vez de darles su espacio y tratarlos como tales, hacemos chistes y nos burlamos los unos de los otros, y eso es lo que perpetúa el círculo vicioso de la vergüenza”, señala Flores.

Ahora más que nunca, los hombres necesitan un espacio para hablar sobre esa vergüenza. Flores y otros expertos con los que ha hablado la edición estadounidense del HuffPost aseguran que el tiempo extra que hemos pasado en casa por la pandemia ha agravado los problemas de imagen corporal de muchos hombres.

“Los hombres llevan años sufriendo problemas de imagen corporal, pero siempre ha sido un problema en la sombra con el que han tenido que lidiar en silencio”, expone Flores.

“Con la pandemia, hemos estado más aislados, y ese aislamiento ha hecho que estemos más conectados por las redes. Lo que pasa es que cuando conectamos por redes sociales, solo vemos vidas idealizadas y versiones idealizadas de cuerpos que a muchos de nosotros no nos parecen realistas”. 

Pasar más tiempo al otro lado de las pantallas puede ser problemático tanto para niños como para hombres, al igual que sucede con las niñas y las mujeres, señala Kyle T. Ganson, profesor asistente en la Universidad de Toronto.

“Me vienen a la mente algunos físicos que hay en las redes sociales, como Dwayne [la Roca] Johnson y Cristiano Ronaldo, dos de las cuentas más seguidas del mundo, y me fijo en cómo representan ideales de cuerpos masculinos: musculosos, fuertes, definidos... Y eso es muy difícil de conseguir para un hombre corriente”.

Los investigadores están empezando a analizar cómo nos afectó mentalmente la pandemia y el confinamiento y qué efecto tuvo en nuestra forma de percibir los cuerpos. Un pequeño estudio de 2020 descubrió que el estrés asociado a la pandemia se podía correlacionar con un aumento de los problemas de imagen corporal entre hombres y mujeres. El estudio, en el que participaron 506 adultos británicos, descubrió que la ansiedad de este periodo guardaba una relación directa con la insatisfacción corporal, un mayor deseo de delgadez entre las mujeres y un mayor deseo de musculación entre hombres.

He engordado durante la pandemia y ahora tengo miedo de que los demás me juzguen y crean que valgo menos por estar más gordo

El autor principal del estudio, el profesor Viren Swami de la Universidad de Anglia Ruskin, asegura que mucha de esa insatisfacción surge por el exceso de consumo de imágenes en las redes sociales.

“Nuestro tiempo de pantalla aumentó, lo que aumentó también nuestra exposición a los ideales atléticos de las redes sociales. Además la falta de actividad física ha intensificado los pensamientos negativos sobre el peso o la estética de los cuerpos”, expone Swami.

“Al mismo tiempo, es posible que la ansiedad y el estrés de la pandemia hayan mermado los recursos a los que normalmente acudíamos para lidiar con estos pensamientos”, explica.

Flores señala que la mayoría de esos pensamientos negativos giran en torno a las mismas ideas: “He engordado durante la pandemia y ahora tengo miedo de que los demás me juzguen y crean que valgo menos por estar más gordo”.

“La realidad es que la pandemia ha sido un trauma para todos nosotros. Ha sido un año y medio brutal para todo el mundo”, comenta.

También se ha hablado mucho de lo complicado que es vivir con un cuerpo gordo en una sociedad gordofóba. En vez de procesar el trauma de la pandemia y combatir las presiones sociales, orientamos nuestros esfuerzos a cambiar nuestro cuerpo, dice Flores. El cuerpo “postpandemia” es el nuevo “cuerpo de verano”, solo que con más presión: ya no se te exige caber en tu bañador, ahora tienes que embutirte en la misma talla de siempre de tu ropa de trabajo.

Larry Smith, un cómico estadounidense, empezó a sentir esa presión a los pocos meses de empezar la pandemia. Antes de marzo de 2020 iba al gimnasio cuatro días a la semana. Cuando empezó el confinamiento, pensó que solo serían un par de semanas como máximo, y le pareció un buen momento para descansar. Fue entonces cuando empezó a darse cuenta de que estaba engordando.

Incluso hombres que han tenido una buena relación con su peso y su aspecto durante toda su vida han sufrido problemas de imagen corporal en la pandemia

“Como siempre he combatido esa versión de mí mismo, tuve que empezar a entrenar en casa”, recuerda. “Compré material, diseñé mis rutinas y empecé a entrenar dos veces al día, porque no quería ceder más terreno a la grasa”.

Pero, sin el material específico del gimnasio, Smith pensaba que no estaba esforzándose lo suficiente, y no tardó en sufrir un brote de depresión y falta de confianza en sí mismo. Durante meses renunció por completo al ejercicio. ”¿De qué me va a servir?”, pensó. No salía de casa, se pasaba el día sentado, nadie le veía.

A mitad de la pandemia, Smith aceptó participar en un espectáculo de cómicos. Tras ver sus fotos después del evento, sintió vergüenza de sí mismo.

“Me quedé mirando mi torso. Sobre todo esa tripa que iba cargando a todas partes”, admite. “Intentaba disimularla, pero estaba ahí. Luego empecé a fijarme en mis otros defectos. ¿Soy bizco? ¿Qué es esa hendidura en mi cabeza? ¿Por qué soy tan estrecho de hombros? Por Dios, no te levantes en la videollamada para que no se den cuenta de lo gordo que te has puesto”, recuerda.

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Smith comenta que pasó de aceptarse tal y como era a pensar que era “un escombro” y que no merecía ni el amor ni la atención de nadie”.

Pero esa no era una nueva sensación para él. Smith ha sufrido estos altibajos a lo largo de toda su vida. En el instituto se “mataba de hambre” y hacía ejercicio dos veces al día para intentar marcar unos abdominales que nunca llegaron a ser visibles.

Smith estaba en una encrucijada: quería trabajar en su aspecto físico, pero le preocupaba volver a una rutina y unos hábitos poco saludables. Desde entonces, le ha hablado a su psicólogo sobre su sensación de ser insuficiente y sobre su miedo de que el público se fije en su físico.

“Tanto física como mentalmente, lo mío es un trabajo en progreso”, comenta.

Sobreentrenamiento durante la pandemia

Muchos hombres comenzaron durísimas rutinas de ejercicio y dietas en el confinamiento porque les aportaba esa sensación de control y autonomía que necesitaban, explica Ganson.

“La sociedad ha sufrido esta presión para cambiar sus cuerpos a través de la dieta y el ejercicio, lo que, llevado al extremo y mezclado con la montaña rusa emocional que es la pandemia, puede ser problemático”, advierte.

“La comida y el ejercicio se convierten en lo más tangible para intentar controlar un mundo lleno de ansiedad e incertidumbre”, dice.

Matthew Scraper, veterano de guerra, fue uno de esos hombres que se propuso perder peso en la pandemia.

En 2019, su hija, que estaba acabando el instituto, le pidió que corriera la siguiente maratón de Oklahoma con ella. Ambos empezaron a entrenar para la edición de 2020, que se canceló por la pandemia.

Aun así, a lo largo de todo 2020, Scraper siguió corriendo más y más. “Y cuanto más corría, más kilos perdía”, comenta.

A Scraper le encanta correr. De hecho, se está preparando para una media maratón este mes. Sin embargo, admite que su preocupación por el peso durante la pandemia revivió sus problemas de dismorfia corporal del pasado.

El trastorno de dismorfia corporal afecta aproximadamente a 1 de cada 50 personas. Se trata de un trastorno de la salud mental que te hace obsesionarte con uno o más defectos autopercibidos de tu cuerpo. Afecta tanto a hombres como a mujeres. 

En los hombres, la obsesión suele centrarse en perder grasa y ganar musculatura. La dismorfia muscular o vigorexia es un trastorno que afecta sobre todo a los culturistas, pero también puede afectar a otros hombres que simplemente buscan ganar algo de masa muscular o aspiran a ser “grandes como Schwarzenegger”.

No es necesario tener una tableta definida para ser feliz y hacer felices a las personas a tu alrededor

Para Scraper, su dismorfia corporal se centra en su preocupación constante por no engordar. “Hay muchísimas críticas en las redes sociales hacia las personas con sobrepeso”, comenta. “Todos los días me encuentro con un montón de publicaciones gordófobas en internet”.

Cuanto más adelgazaba Scraper, más ansiedad le daba la idea de volver a engordar, de modo que decidió mantener una dieta muy restrictiva.

“Estoy preocupado en todo momento por lo que pueda pensar la gente al mirarme”, admite. “La pandemia me arrebató los estímulos externos con los que podía distraerme antes”.

Esta actitud intransigente hacia tu propio cuerpo es más común de lo que mucha gente se imagina, afirma Ganson. Así como en las mujeres se premia la delgadez, en los hombres la presión se centra en lograr un aspecto musculado, como el que abunda en Instagram.

“Este ideal a menudo lleva a los hombres a realizar deporte de forma compulsiva, a consumir un exceso de proteínas y a eliminar los carbohidratos de su dieta”, comenta Ganson. 

“Además, los jóvenes y los hombres son mucho más propensos a tomar suplementos de musculación y sustancias dopantes para cambiar sus cuerpos, como proteína en polvo, creatina y esteroides”, señala.

Y lo peor de todo es que, aunque existe un límite en el que casi todos nos damos cuenta de que alguien se ha pasado de la raya adelgazando, pocas veces nos paramos a pensar en las conductas peligrosas que a veces adoptan para lograrlo, como restringir demasiado las calorías o vomitar después de comer. Otras conductas son menos visibles: 

“Un hombre que se pasa tres horas al día en el gimnasio y utiliza toda una ristra de suplementos no es algo tan evidente si no estás ahí para verlo”, comenta Ganson.

La realidad es que asociar un físico como el de Schwarzenegger con estar saludable es tan peligroso como vincular delgadez y salud.

Pero hay que tener en cuenta que incluso hombres que han tenido una buena relación con su peso y su aspecto durante toda su vida han sufrido problemas de imagen corporal en la pandemia.

Sentía que ya no era la misma persona

Micajah Reynolds, diseñador de videojuegos y antiguo atleta profesional, fue padre durante la pandemia y el estrés le hizo ganar peso.

“Comía el triple de lo habitual y no tenía ningún sitio donde entrenar, así que engordé 18 kilos en pocas semanas”, narra por correo para el HuffPost.

Cuando no estaba atendiendo a su hijo, Reynolds se plantaba delante del espejo y observaba con incomodidad los kilos que había ganado. Le preocupaba cómo iban a mirarle los demás y acabó eliminando sus antiguas fotos de las redes sociales para no dar pie a comparaciones.

“Sentía que ya no era la misma persona”, comenta.

Reynolds se sintió identificado con Jonah Hill cuando el actor pidió a sus seguidores que dejaran de hacer comentarios sobre su cuerpo, aunque fuera para halagarle. Jonah Hill ha ido adelgazando y engordando a lo largo de los años, y cada vez que adelgaza, los medios aplauden su  “asombrosa transformación” o especulan sobre si se ha operado.

Reynolds comprende a Hill. Incluso los comentarios positivos tienen su parte negativa, porque ¿qué pasa si vuelves a engordar? ¿Vuelves a valer menos que cuando estabas delgado?

“Mucha gente piensa que sus comentarios de ánimo son positivos, pero no lo son, y pueden ser hirientes para otras personas”, escribe Reynolds.

¿Cómo pueden los hombres participar más en la conversación de la aceptación corporal?

Hace varios años, en el New York Times, Katharine A. Phillips, una psiquiatra famosa por sus investigaciones sobre la dismorfia corporal, planteó la siguiente pregunta: ¿Tendrán los hombres en algún momento su propio movimiento de aceptación corporal?

“El patriarcado ha hecho que las mujeres de todo el mundo tengan que lidiar con una presión incomparable a lo largo de los siglos, pero no existe un movimiento de positividad corporal para los hombres equivalente al feminista, que ha logrado gran tracción en los espacios femeninos”, escribió. “El círculo social medio de los hombres no suele aceptar ni premiar que un hombre se sincere sobre su inseguridad corporal”.

En Reddit y en foros de incels (célibes involuntarios) como Lookism.net, los propios hombres refuerzan las inseguridades de sus pares (“tienes razón, tienes la mandíbula poco definida y te sobran 10 kilos”) y recomiendan cirugías para los defectos que se van detectando.

Aceptar tu cuerpo rara vez es el consejo que se suele dar en esos foros. Y, por desgracia, hay muy pocos grupos de apoyo para hombres preocupados por su aspecto.

A menudo, las conversaciones sobre el cuerpo del hombre se tiñen de críticas gracias al ejemplo de famosos que fomentan el mensaje de “si yo he podido, tú también”, denuncia Ganson.

Estos hombres fomentan la idea del cuerpo masculino como una herramienta, lo que genera una grave desconexión para los hombres que sufren emocionalmente por sus cuerpos.

Scott Martin, escritor independiente y estudiante de Periodismo, odia lo que ve cuando lee conversaciones por internet sobre los problemas de imagen corporal que sufren los hombres.

“La triste realidad es que los problemas de los hombres en internet muchas veces los resuelven otros hombres con trajes de 6000 dólares, con gimnasios y entrenadores personales, que te enseñan a ser un macho alfa”, lamenta. “Y eso hace mucho daño al bienestar de los hombres y al mundo del fitness”.

Pero también salpica a otros ámbitos.

“En la saga de videojuegos de God of War presentaron hace poco a un Thor que estaba gordo en vez de musculado y esculpido”, recuerda Martin.

“Me parece una queja ridícula, porque los hombres más fuertes del mundo tienen una capa de grasa importante rodeando su tronco. Pero eso no es lo que más vende en internet, solo se celebra ese cuerpo “ideal”; los cuerpos gordos se utilizan para hacer chistes.

Martin, que también engordó durante la pandemia, opina que tienes que tener un montón de tiempo libre y estar bien de salud para mantener la clase de físicos que se ven en Marvel. Sí, mantener el cuerpo de Chris Hemsworth requiere de mucho tiempo, pero también de mucho dinero para contratar a profesionales que te entrenen y te hagan planes y dietas específicas.

El debate aún está en pañales, pero Martin aplaude que cada vez más famosos empiecen a hablar de los sacrificios que han tenido que hacer para alcanzar esos cuerpos “optimizados”.

Tiffany Brown, profesora asistente de Psicología especializada en trastornos alimentarios y vigorexia, también se muestra esperanzada ante ese cambio.

“Últimamente he visto mucho más debate en internet sobre los problemas de imagen corporal (y de salud mental) entre los hombres, mucho más que hace cinco años”, sostiene Brown. 

En una entrevista reciente en Vulture, el actor Kumail Nanjiani habló sobre los efectos negativos de tener un cuerpo definido para su papel en Eternals, de Marvel, y sobre tener a tantas personas recurriendo a él en busca de “fitspiración”.

Por primera vez en su vida, Nanjiani empezó a ir al psicólogo, como le explicó a la periodista E. Alex Jung.

Los medios y la cultura del consumo nos han enseñado que, si te vuelves un hombre musculoso, todo te irá mejor, estarás más feliz y tendrás más y mejor sexo. Y Nanjiani tiene una opinión clara al respecto basada en su experiencia: “No, la verdad es que no”.

“La experiencia de Kumail nos enseña que toda esa narrativa no es cierta. Para muchos hombres, valorar demasiado su físico les acaba pasando factura en su salud física y mental a costa de otros aspectos de su vida”, advierte Jung.

Es importante reconocer que tienes problemas de imagen corporal si es tu caso, pero es igual de importante librarte de toda culpa y vergüenza que puedas sentir por tu cuerpo, añade Flores.

“Tienes que ser consciente de que la sociedad ejerce una gran presión para tener un ‘buen’ cuerpo y muchas personas han interiorizado esa presión. Nadie pide que pongan presión sobre sus hombros, pero es lo que la mayoría ha vivido desde la infancia”, reflexiona.

Al exteriorizar la vergüenza, liberamos espacio para sentir compasión por nosotros mismos, indica Flores. Siempre es mejor empezar la conversación sobre nuestros cuerpos desde la amabilidad y la compasión y no desde la crítica.

También es muy importante buscar una comunidad de apoyo. Quizás conozcas a algún amigo que quiere adelgazar o que hace chistes de su propio físico, y tal vez este sea un buen momento para empezar a compartir tus experiencias con él.

Martin, el estudiante de Periodismo, ha encontrado apoyo entre las mujeres de su vida, sobre todo en su novia.

“En 2020 publiqué una foto de un bañador que me había comprado en 2019 y puse algo como: ‘Mi objetivo es volver a caber aquí dentro’”, recuerda. “Mi novia se sentó a mi lado y tuvimos una conversación muy seria sobre la ‘cultura de la operación bikini’ y sus consecuencias”.

Los hombres con los que ha hablado la edición estadounidense del HuffPost señalan la importancia de diversificar el contenido que reciben en redes sociales. Nadie necesita que Instagram le muestre continuamente levantadores de pesas, culturistas, rutinas de ejercicio y anuncios de proteína en polvo.

No tiene nada de malo seguir a Chris Hemsworth y ver sus rutinas de gimnasio, pero si no amplías tu lista de seguidos con otro tipo de contenido, esos vídeos acabarán carcomiendo tu seguridad en ti mismo.

“Lo cierto es que las redes sociales pueden hacerte sentir mal si no tienes cuidado”, advierte Smith. “Nunca has visto a Jack Black machacándose en el gimnasio, ¿a que no? Eso te debería dar una pista de que no es necesario tener una tableta definida para ser feliz y hacer felices a las personas a tu alrededor”.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.