Aceptar la situación o luchar contra los unicornios

Aceptar la situación o luchar contra los unicornios

Gran parte de los comportamientos irracionales que hemos visto estos días son por mantenerse luchando contra la situación, por no querer asimilarla.

Una mujer con una máscara fabricada de forma casera. Europa Press News via Getty Images

Hay que lavarse las manos, mantener la distancia de separación, quedarse en casa y aceptar la situación. Resignarse no, aceptarla.

Porque es muy diferente. Aceptar es una cosa, resignarse es otra, y luchar contra los unicornios, es otra completamente diferente. Bastante diferente.

En la aceptación es donde deberías poner tu atención. Es necesaria para que inicies un proceso de cambio. Si algo tenemos que hacer todos ahora es cambiar.

Es esencial que tengamos una actitud abierta ante lo que está sucediendo. No sé si tienes una empresa, si estabas a punto de dar el salto profesional de tu vida o te ibas a casar por el rito armenio. Este es el momento de analizar la situación, ver lo que sí está en tu mano cambiar y lo que no, y en base a eso actuar.

Esto es aceptar.

Lo contrario es quedarse enfadado, cabreado hasta con los unicornios y buscando culpables de la situación provocada por el Covid-19 (y compartiendo en redes información que solo sirve para aumentar la crispación), es decir, resignarse.

Pasar de la resignación a la aceptación es un proceso. La mayoría hemos tenido en estos días momentos de tristeza, de cabreo y de señalar a alguien como máximo autor de la desgracia. La cuestión es cuánto tiempo te vas a quedar ahí señalando.

El tiempo que le dediques es un tiempo dedicado a resistirte al natural devenir de la vida.

Pensar constantemente en lo que se debería haber hecho hace semanas no cambia la situación en absoluto.

Gran parte de los comportamientos irracionales que hemos visto estos días son por mantenerse luchando contra la situación, por no querer asimilarla. Y si algo tiene la vida es que es imprevisible y siempre está en cambio.

Aceptar la situación no es estar feliz por tener un ERTE o dar las gracias por celebrar la llegada de la primavera mirando los azulejos de la cocina.

Aceptar implica que dejas poco espacio en tu interior a las emociones negativas que pueden terminar convirtiéndose en ansiedad o depresión.

Necesitas elaborar tu propia estrategia para mantener tu bienestar. Pensar constantemente en lo que se debería haber hecho hace semanas no cambia la situación en absoluto. Y montarse películas mentales de futuros apocalípticos tampoco.

Ahora tenemos que cocinar con una dosis extra de atención en el presente, y un ligero toque de futuro.

Cuando te excedes de futuro se amarga la comida. Ese punto tú lo conoces. Sabes cuándo elaborar planes a futuro te angustia y te anula la esperanza.

Sabes cuánto te beneficia estar con la atención en el ahora atendiendo a lo que hay que hacer ahora.

Ese es el equilibrio que necesitas.

Cuando recibes un meme y lloras de la risa, estás en el presente. Cuando sientes presión en el pecho al pensar en lo que pasará con tu negocio, no estás en el presente. En ese momento necesitas volver al presente y mirar con más serenidad la vida.

Gran parte de los comportamientos irracionales que hemos visto estos días son por mantenerse luchando contra la situación, por no querer asimilarla.

Sea como sea que te encuentres ahora, acéptate (la aceptación es buena para todo).

Si sientes mucha tristeza, si tienes miedo, si te has empachado de galletas, si… Está bien. No te tortures por ver el cóctel emocional con el que vives

Lo importante es que identifiques cómo estás y cómo quieres estar.

Si tienes un cabreo inmenso por lo que está pasando, analiza. Piensa qué beneficios te está aportando, qué acciones productivas estás haciendo con ese cabreo y en qué estado físico te sitúa.

Si después de analizarlo quieres mantenerte ahí, es tu decisión. Perfecto. Pero si quieres salir de esta con más fuerza, acepta la situación y no te resignes. Pon tu energía en aquello que eres excelente y poténcialo.

Y dedica un ratito al día a la gratitud. Es el mejor antídoto contra el caos mental.

Gracias por leerme.

Esto lo paramos entre todos.