El fenómeno Anabel Pantoja, como lo fue Belén Esteban

El fenómeno Anabel Pantoja, como lo fue Belén Esteban

La sobrina de Isabel Pantoja ha protagonizado el último documental de 'Sálvame'.

Anabel Pantoja posando en la piscina en junio de 2021.Carlos Alvarez via Getty Images

Sálvame se ha aficionado a los documentales. Después del de Rocío Carrasco, la siguiente en protagonizar una producción a manos de la Fábrica de la tele ha sido Anabel Pantoja.

El documental Anabel al desnudo es una producción “hecha a traición” por la que Pantoja, que desconocía de qué se trataba, y pensaba que se iba a tener que enfrentar al resto de su familia, especialmente a su tía Isabel. “Me da miedo que piensen de que yo soy parte de esto”, contó al enterarse de la noticia. De hecho, al inicio del documental —marcado por sus compañeros de Sálvame hablando mal de ella— se marchó del plató del programa.

Era una trampa. Nada más lejos de la realidad, el documental de Anabel era un análisis de su fenómeno. La sobrina de la Pantoja ha marcado un antes y un después dentro del clan Pantoja e incluso en el mundo del corazón, donde los expertos que han participado en él la han comparado con lo que significó en su momento ‘la princesa del pueblo’, Belén Esteban.

Tal y como han señalado en la producción, Pantoja tiene cerca de 1,6 millones de seguidores en Instagram —con un crecimiento semanal de 8.000 seguidores— y casi medio millón en TikTok. Es decir, tres veces más followers en Instagram que su tía, la tonadillera Isabel Pantoja, y que incluso Pedro Sánchez. “Este crecimiento tan brutal, sin Telecinco podría no haber existido”, explica en el documental el experto en marketing y redes sociales, José Noblejas, quien señala que ganaría 25.000 euros mensuales solo con Instagram.

¿Su éxito? Mostrarse como es en redes: comiendo, bailando, haciendo ejercicio e incluso cantando.

“Anabel Pantoja es una animal televisivo”, la define la crítica televisiva Diana Aller en el documental, quien recalca que no ha construido su personaje en base a su tía, a quien debe la fama. “Se esperaba que siguiera la estela de su tía y se animara a cantar y no lo ha hecho”, explica Ismael El-Qdsi, experto en redes sociales, quien asegura que “ha desplazado a su tía entre los más jóvenes”.

A pesar de eso, para los especialistas consultados, Pantoja tiene un valor de la familia arraigado, pero sobre todo “carisma”. Para todos ellos, su poder en redes sociales recae en su naturalidad, que no tienen las influencers.

“Una persona que se quiere y se acepta, que naturaliza sus contradicciones entre exponerse y no mostrarse”, analiza la psicóloga Cristina Muñoz, quien apunta que hasta su físico y sus dietas, muchas veces cuestionadas, están dentro de esa naturalidad.

“Que salga bailando con sus lorzas a lo loco, que haya hecho bromas con el embarazo o que se muestre tal y como es es lo que nos hace libres”, explica la activista y politóloga, Beatriz Romero.

En redes sociales, su triunfo para los expertos está en base a mostrar a su cuerpo no normativo, aunque no hay que descartar que tiene un “20% de haters”, que la han criticado en más de una ocasión. Aunque los expertos avisan: “Si sube contenido poco recomendable, puede que las marcas no les parezca tan recomendable ese perfil”.

Sin embargo, para afianzar este filón en redes sociales, Pantoja ha buscado la ayuda de la agencia de Dulceida, In Management, con la que incluso realizó un viaje este verano.

Pantoja no solo vive de las redes y la televisión. Ha invertido en el sector inmobiliario y ha hecho sus pinitos en el mundo de la moda y los complementos. Posee una línea de joyas con la marca Lueli Jewelry y una línea de bañadores para “todos los cuerpos”.

Gracias a estas inversiones ha evitado deudas con el fisco. Tal y como señala el experto en redes, José Noblejas, “es la única del clan Pantoja que está limpia”.

La duda que planea sobre ella ahora es si mantendrá el apellido Pantoja o si esta nueva “Kardashian española” se desvinculará de su familia para triunfar como influencer.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es