Artistas, promotores y recintos transforman el modo de entender los festivales impulsando la co-creación de experiencias

Artistas, promotores y recintos transforman el modo de entender los festivales impulsando la co-creación de experiencias

En la última década hemos ido transformando la fiesta en una plataforma de distribución de inteligencia colectiva.

Frank Carter, de Frank Carter & the Rattlesnakes, en el Primavera Sound, en una imagen de archivo. Xavi Torrent via Getty Images

Terminada la temporada de festivales y guardada la tienda de campaña, es el momento de que, como actores del sector, analicemos dónde estamos y a dónde vamos para poder seguir mejorando y ofreciendo momentos únicos a los fans.

No hace tanto tiempo, los festivales respondían al estereotipo de olor a fritanga, tiendas y escenarios caóticos desperdigados en explanadas llenas de polvo y barro pero poco a poco, se ha transformado esta experiencia, ofreciendo una mayor oferta y calidad, lo que ha convertido los festivales en un fenómeno social que mueve cada año a millones de personas en toda Europa. 

Ahora podemos ir a un festival y elegir entre dormir en nuestra tienda de campaña, en el Glamping y en un hotel o Airbnb. Hemos visto también cómo aumentaba la carta gastronómica, con platos para todos los gustos y paladares.

Al incrementarse el número de festivales que se celebran, la experiencia se ha convertido en el epicentro de la inversión por parte de organizadores, artistas, recintos y el resto de los actores involucrados. Los fans cada vez son más exigentes y ya no solo buscan la mejor música, quieren que ese dinero que invierten en la entrada se convierta en un recuerdo memorable. 

Los artistas, por ejemplo, se alejan cada vez más de la típica lista de temas habituales y preparan actuaciones que creen un momento “yo estuve allí”, convirtiendo la actuación en sí misma en una plataforma de futuros contenidos, así lo hizo Beyonce en Coachella, cuyo concierto llegó a transformarse en un documental para Netflix. 

En la última década hemos ido transformando la fiesta en una plataforma de distribución de inteligencia colectiva.

Los propios organizadores también idean nuevas acciones, usando por ejemplo la popularidad de las listas de reproducción de Spotify para crear conciertos únicos con listas vivientes donde éxito tras éxito, los artistas suben al escenario, en lugar del típico set de dos horas con el mismo grupo. Los fans pueden elegir qué canciones y qué artistas formarán parte de esa lista, retransmitiendo el evento via streaming y convirtiendo la ocasión en trending topic.

El papel de los fans es cada vez más importante. Ya no se conforman con leer el nombre de las cabezas de cartel y comprar la entrada sino necesitan sentirse involucrados. Los festivales se han convertido en eventos colaborativos que trascienden incluso las fechas de celebración con diferentes acciones durante el año, además mantienen una comunicación directa y continua con sus seguidores.

En la última década hemos ido transformando la fiesta en una plataforma de distribución de inteligencia colectiva. Hoy en día no se trata solo de la música, sino de la comida que se ofrece, la creatividad que se impulsa, la tecnología que se aplica o los talleres y charlas que se realizan. Este panorama seguirá transformándose con más opciones a medida y más poder para el fan y, en definitiva, una mejor experiencia.