Barcelona en Comú y la innovación social

Barcelona en Comú y la innovación social

Barcelona bien podría convertirse en la primera economía compartida real de Europa. Las economías avanzadas se enfrentan a un futuro de estancamiento permanente. El crecimiento no sólo es más difícil de conseguir, sino ecológicamente insostenible. La prosperidad requiere encontrar nuevas maneras de colaborar y compartir equitativamente la abundante riqueza que ya producimos.

AFP

Barcelona ha sido reconocida como la capital europea de la innovación tecnológica (premio ICapital). Con Barcelona en Comú, esta ciudad puede convertirse, también, en capital europea de la innovación social. Barcelona en Comú apuesta por la recuperación de la ciudad como un bien común. La teoría del bien común (Commons) es la idea más novedosa del siglo XXI. La premio Nobel de Economía Elinor Ostrom demostró que los bienes comunes no terminan en tragedia y que, por tanto, no tienen por qué ser privatizados o gestionados por el Estado. Las comunidades que ella estudió, la mayoría de las veces encontraron la manera de aunar los esfuerzos, diseñar sus propias instituciones y gobernar sus recursos compartidos de manera sostenible.

El programa de Barcelona en Comú tiene la intención de recuperar los servicios de agua y energía como bienes comunes. Quiere establecer una moneda comunitaria y garantizar una renta ciudadana. Promueve compartir bicicletas y coches y defiende los espacios públicos como la Diagonal para reconvertirlos en zona verde comunitaria, junto a una red floreciente de huertos urbanos. Quiere hacer crecer la economía cooperativa. Pone en el centro el trabajo común de los cuidados. Entiende la cultura como un bien común, y quiere hacer de Barcelona una ciudad de software libre. Y quiere involucrar a la ciudadanía en la elaboración y la auditoria del presupuesto, del mismo modo que la involucró en la confección de su programa electoral.

Barcelona bien podría convertirse en la primera economía compartida real de Europa. Las economías avanzadas se enfrentan a un futuro de estancamiento permanente. El crecimiento no sólo es más difícil de conseguir, sino ecológicamente insostenible. La prosperidad requiere encontrar nuevas maneras de colaborar y compartir equitativamente la abundante riqueza que ya producimos. En lugar de infraestructuras faraónicas que drenan el presupuesto público, necesitamos intervenciones pequeñas y asequibles que mejoren la ciudad para todos. La economía ecológica que desarrollamos en el Instituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales, estudia ideas innovadoras como la fiscalidad ecológica, la renta básica, las monedas sociales o las redes de intercambio y de alimentos (véase Decrecimiento. Vocabulario Para Una Nueva Era, Icaria) .

Es emocionante vivir en una ciudad donde estas nuevas ideas se ponen en práctica.