La captura de El Chapo sólo distrae del desastre político de Peña Nieto

La captura de El Chapo sólo distrae del desastre político de Peña Nieto

Los mexicanos se muestran especialmente escépticos e indignados por el hecho de que el Gobierno se las apañe para encontrar al narcotraficante más poderoso -y el hombre más buscado del mundo- y, por el contrario, sea incapaz de encontrar a 43 estudiantes desaparecidos.

JoaquinASSOCIATED PRESS

Internet está desatado con los comentarios sobre la reciente recaptura de Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, el hombre más buscado del mundo fugado dos veces de una prisión de máxima seguridad. La disonancia de las crónicas y la ridícula cobertura sobre esta noticia están pasando por alto lo que realmente importa: el rearresto de El Chapo es una mera distracción del fracaso en toda regla de la guerra contra las drogas y de la presidencia de Enrique Peña Nieto, que están destrozando México.

En primer lugar, su captura no cambiará NADA en lo que al narcotráfico o la adicción se refiere. No afectará de ningún modo al tráfico de drogas. En un informe filtrado de 2010, el propio Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos admitió: "Eliminar a personas claves no tiene un impacto significativo sobre el tráfico de drogas. Aunque las continuas detenciones y la muerte de los grandes narcotraficantes pueda tener consecuencias a largo plazo en cuanto al control y la viabilidad de una organización concreta dedicada al tráfico de drogas, no hay muestras de que influya de forma general en la entrada de drogas a Estados Unidos".

Precisamente El Chapo dijo lo mismo en su disparatada entrevista con Sean Penn: "El día que yo no exista, no disminuirá el tráfico de drogas en absoluto".

Sí existe en cambio la posibilidad de que la violencia aumente tras su encierro, pues los lugartenientes competirán por el control y las organizaciones tratarán de meterse en la acción del Cártel de Sinaloa.

Por otro lado, no hay nadie en México que se crea nada de lo que cuenta el Gobierno mexicano sobre este incidente (y no sólo sobre el incidente). Las sucesiones de crisis, escándalos y violaciones de los derechos humanos han hecho que el público mexicano pierda toda su confianza en las instituciones estatales.

Y con su tuit triunfalista de la "misión cumplida", se hace evidente que Peña Nieto y su gobierno quieren que la gente hable sobre El Chapo y Sean Penn, porque distrae de los verdaderos problemas de México: la violencia, el crimen, la corrupción y la impunidad sin fin; la histórica y continua devaluación del peso mexicano en relación con el dólar (actualmente, 18,2 a 1). La creencia generalizada de que todo es una farsa política urdida para confundir al público dio lugar a hilarantes hashtags, como el ya épico #NoSeanPenndejos.

A los periodistas mexicanos, en cambio, no les hizo tanta gracia, teniendo en cuenta la indignante cifra de compañeros que han sido silenciados, intimidados o asesinados por criminales tanto de dentro como de fuera del Gobierno mientras cumplían con su trabajo de cubrir la guerra contra las drogas.

Las sospechas de los mexicanos hacia su Gobierno son tan profundas que algunas personas, como el profesor John Ackerman, opinan que huele a rendición negociada.

Los mexicanos se muestran especialmente escépticos e indignados por el hecho de que el Gobierno se las apañe para encontrar al señor más poderoso del narcotráfico y el hombre más buscado del universo y, por el contrario, sea incapaz de encontrar a 43 estudiantes universitarios o a las más de 25.000 víctimas de desapariciones forzadas en México.

Por supuesto, está muy bien que un asesino en masa y capo delictivo deje de estar en las calles (de nuevo). Pero no os equivoquéis: El Chapo es producto del fracaso de la guerra contra las drogas que ha destruido una cifra incalculable de vidas. Él no es el primero y, a menos que pongamos fin a esta farsa que creó, tampoco será el último.

Daniel Robelo es el coordinador de investigaciones de la Alianza para la Política de Drogas de Estados Unidos (Drug Policy Alliance).

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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