Cartas que han cambiado la vida de grandes personajes y el mundo

Cartas que han cambiado la vida de grandes personajes y el mundo

Misivas que van desde Marco Antonio a Octavio Augusto hasta el presente sobre toda clase de temas: políticos, personales o de amor.

Por Santiago Vargas

Los pensamientos, las emociones, las duda, los sueños, las ideas y los sentimientos que logran convertirse en palabra escrita a través de cartas constituyen un refugio insustituible para sus autores. Es la voz del interior de alguien que dialoga con su interlocutor en un rincón entre la discreción, la privacidad y la frontera de lo público. Y cuando se divulgan el lector tiene acceso a un espacio esencial y revelador, tanto que a veces siente que está violando una intimidad y traicionando el deseo de privacidad del autor o autores de aquella correspondencia. Y sin embargo resultan atractivas e importantes para comprenderlos a ellos y a los hechos que los rodean.

WMagazín ha hecho una selección de algunos de los mejores volúmenes de correspondencia publicada en 2019. Libros en los que se ve cómo algunas carta cambiaron la vida de sus autores o destinatarios y por su importancia, a veces, del destino del mundo:

Viajes, historia, política, filosofía y sociología sobre Rusia expresada con altura literaria. Eso logra el Marqués de Cusine con este libro en el que dirige cartas al lector para describir su mirada sobre Rusia y así narrar y reconstruir la biografía e identidad de un pueblo a partir de su viaje en 1839.

La descripción que Custine hizo del despotismo y los abusos que percibió en 1839, escribió Courbet Magazine «se podía aplicar fácilmente un siglo más tarde. Por eso, no sólo el zar sino también Lenin prohibieron el libro. Lenin también se vio reflejado en él. Y ya no digamos Stalin. Siendo sinceros, hay fragmentos que todavía tienen vigencia hoy en día. Y no sólo en Rusia».

Este es un retrato o autorretrato muy vívido sobre uno de los autores rusos más importantes del siglo XX: Vasili Grossman (1905-1964). El autor de obras importantísimas como Vida y destino y Todo fluye es mostrado aquí a través de fragmentos de cartas a sus familiares, sobre todo a su padre y su esposa; además de otros documentos como misivas que recibió Grossman. Esta suerte de biografía epistolar es obra de su hijo adoptivo Fedor Guber.

En el prefacio del volumen, Tzvetan Todorov dice: «Sin la frialdad de la investigación histórica, estos archivos de la familia proporcionan un retrato vívido y cercano del escritor, a la vez que arrojan una nueva luz sobre varios episodios importantes de su vida».

Fedor Guber señala: «Este libro no pretende ser un profundo análisis de la obra literaria de Vasili Grossman. Su propósito radica más bien en ofrecer un retrato del escritor ‘desde adentro’, a través de sus propios ojos y los de quienes constituían su entorno más íntimo. Es por ello que aquí se le presta mucha atención a la vida íntima de Grossman, a la ma-nera en que transcurría su existencia cotidiana. Mis re-cuerdos personales de Vasili Grossman son el fundamen-to de este libro. Viví más de medio siglo junto a él. En esencia, el tipo de educación que recibí de Grossman siendo yo un niño, pasaba por compartir conmigo su noción de la moral, de «lo humano que hay en el hombre», del arte y la literatura».

«Pienso que nuestra fraternidad, que se manifiesta en todos los planos, va mucho más lejos de lo que los dos pensamos y aun de lo que sentimos. Cada vez más seremos un incordio para la frivolidad de los explotadores de nuestra época, para los selectos pregoneros de uno y otro bando. Tanto mejor. Este nuevo combate apenas comienza, y con él, nuestra razón de existir. Al menos de ello estoy convencido… Es lo que siento y presiento», escribió René Char a Albert Camus el 3 de noviembre de 1951.

Esta es una amistad muy fraternal ya conocida entre los dos grandes escritores franceses del siglo XX, pero que en este volumen de cartas cobra su dimensión real, la de dos personas que se respetan, se admiran, aprenden el uno del otro, se comprenden y se quieren.

“Querido amigo, he lamentado mucho que tuviera que irse. Permítame decírselo: hay encuentros fértiles que valen más de un amanecer. Para empezar, porque nos hace más llevadero y feliz el soportarse uno”, expresa René Char a Albert Camus en 1947.

Tres años más tarde, en 1950, el Nobel de Literatura y autor de títulos como La peste y El extranjero le escribe a Char: «Y resulta que no me gusta hablar de mí. En todo este tiempo han sido muy pocas las personas que me han ayudado a vivir, y usted ha sido una de ellas, créame, gracias a su amistad, a la extraña esperanza que me transmite. He tenido mucha suerte de conocerle”. Cinco años después escribe: “He aprendido que puedo pasar años sin verle y sin que ello afecte lo que siento por usted. Pero el tiempo pasa, y las amistades hay que vivirlas». En 1957 dice: “Cuanto más viejo me hago, comprendo que solo es posible vivir con los seres que nos hacen libres, que nos quieren con un cariño tan llevadero como imperioso”.

Lo que escribió Marco Antonio a Octaviano, lo que le dijo Enrique VIII a Ana Bolena, los detalles que cuenta Mozart a su prima Marianne, la propuesta de Nikita Jrushschov a John F. Kennedy, la reflexión de Rasputín a Nicolás II, la última petición de Franz Kafka a su amigo Max Brod… Y así hasta más de cien cartas desde la antigüedad hasta el presente en las cuales se puede ver el origen de algunos destinos personales y del mundo. Una gran antología realizada por el historiador  Simon Sebag Montefiore. El lector asiste a la manera como se hace la Historia, a cómo surge la semilla de los derroteros de la vida en diferentes ámbitos a través de unas palabras escritas sobre amor, literatura o política. Un ejemplo es la que dirigió Jrushschov a Kennedy en octubre de 1962 durante la crisis de los misiles de Cuba que tuvo al mundo en vilo:

«Mostremos pues sabiduría de estadistas. Le propongo: nosotros, por nuestra parte, declararemos que nuestro barcos con rumbo a Cuba no transportarán ninguna clase de armamentos. Ustedes declararán que Estados Unidos no invadirá Cuba con sus propias fuerzas ni dará apoyo a ninguna clase de fuerzas que puedan pretender invadir Cuba».

«Querida mamá:

Te doy las gracias por el precioso calendario, que me llegó ayer. Es muy bonito. Seguro que me es de gran utilidad. ¡Ay!, el Nuevo Año no ha empezado muy bien para nosotros aquí. Seguimos liados con nuestros pasaportes y no paran de surgir absurdas complicaciones, como que empiezo a dudar seriamente de que nos permitan quedarnos. El otro día tuve una larga entrevista con la policía, que estuvo muy amable pero tremendamente recelosa. Para empezar, querían saberlo todo de H., porque estaban convencidos de que trabajaba secretamente para mí.1 Tuve que explicarles lo del famoso cambio en su pasa-porte. Y me preguntaron: ¿de qué vive entonces? De Alemania no pueden mandarle dinero porque, actualmente, a ningún alemán que viva en el extranjero se le permite recibir más de diez marcos al mes. Tuve que confesarles que yo le pasaba dinero, aunque aclaré, para refutar la teoría de que lo tengo empleado, que era un arreglo entre mi familia y la suya y que tú y su abuela os conocéis. Todo esto no les interesó mucho, pero siguieron interrogándome, ahora sobre mi trabajo».

Y las confidencias y relatos continúan en esta carta de Christopher Isherwood a su madre con quien tuvo una relación epistolar muy intensa entre 1935 y 1940. «Fueron los años en que el escritor británico, tras abandonar Berlín en pleno auge del régimen nazi, estuvo recorriendo Europa en busca de asilo político para él y, en especial, para su amante Heinz, que había sido llamado a ingresar en el ejército alemán». Un periodo en el cual su madre fue la receptora de sus preocupaciones, miedos, reflexiones. Un lustro convulso que concluyó con la marcha definitiva de Isherwood a Estados Unidos, «donde desarrolló toda su obra de madurez al abrigo de la industria de cine de Hollywood», recuerda la editorial.

Este volumen es «la correspondencia pasional de quince grandes escritoras y sus historias». Ángeles Caso logra aquí no solo agrupar un número de cartas sino reunir la vida de unos cuantos autores, y a través de sus escritos pasionales logramos comprender parte de su obra. Delirio, sueño, rendición, felicidad, entrega, desvelo, ansiedad, locura, dolor, agonía, deseo, frustración, pesadilla, desesperación, ruego, incertidumbre, esperanza, sí, mucha esperanza se ve en estas cartas que revelan el lado más íntimo y universal y común a todos los seres humanos a través del amor. Ángeles Caso con estas letras nos muestra la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano ante uno de sus mayores anhelos en la vida: amar y ser amado. Y aquí expresado como gran literatura, no en vano el título Quiero escribirte esta noche una carta de amor corresponde a una frase que Katherine Mansfield escribe al que luego será su marido.

Un libro conmovedor y hermoso que recuerda cómo el amor es el misterio sobre el que el ser humano avanza en la vida en medio de luz, penumbra u oscuridad, ¿por qué?

Esa búsqueda Ángeles Caso la expresa con cartas de Eloísa de Argenteuil que en el siglo XII, «se enfrenta al Infierno por escuchar a su carne»; de Ninon de Lenclos que rechaza todos los tópicos sobre el arrebato amoroso; la romántica George Sand busca morder el amor hasta sangrar; la madre del feminismo, Mary Wollstonecraft, está dispuesta a ceder todas sus libertades -e incluso a acabar con su vida- si no consigue la entrega de su ser adorado; Charlotte Brontë implora el afecto de un hombre casado y espera la respuesta a sus cartas más que un mendigo un trozo de pan; María Zambrano vuelca en las cartas a un amor de juventud su anhelo de matrimonio; Emilia Pardo Bazán se revela con gran sensualidad y sexualidad escribiendo a Galdós, y lucha por mantener en secreto su relación…

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