Cataluña sufre un terremoto político a menos de dos meses de las elecciones

Cataluña sufre un terremoto político a menos de dos meses de las elecciones

La candidatura de Illa por el PSC y la fuga de la naranja Lorena Roldán al PP deja tocado a Cs.

Salvador Illa (izq) y Miquel Iceta, en Barcelona el pasado 12 de febrero.Miquel Benitez via Getty Images

Cataluña ha sufrido este miércoles un terremoto político de consecuencias aún difíciles de calcular. A primera hora, la portavoz de Cs en el Parlament, Lorena Roldán, ha traicionado a los suyos y ha anunciado en Twitter su adhesión al PP. Poco después ha llegado la réplica de la sacudida: el ministro de Sanidad, Salvador Illa, será el candidato del PSC en las elecciones del 14 de febrero en sustitución del primer secretario, Miquel Iceta.

Estos movimientos políticos dejan un principal damnificado: Cs. Las expectativas electorales de los naranjas, que fueron hace tres años la primera fuerza política en Cataluña, se están derrumbando. No solo les hace daño el movimiento de Roldán, una de las últimas ‘riveristas’ del partido, sino que la llegada de Illa constituye un asalto al granero electoral que dio a Inés Arrimadas 36 escaños en 2017.

La líder naranja ha reaccionado de manera airada en Twitter y ha considerado una “irresponsabilidad” el desembarco del ministro de Sanidad en los comicios autonómicos. El mismo argumento ha seguido el PP, cuya portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, ha atacado a Illa por renegar de su cartera en plena segunda ola de la pandemia. También ha apuntado por ahí el secretario general de los populares, Teodoro García Egea: “La preocupación de Illa no era la salud de los españoles, era ser candidato a la Generalitat”.

La salida de Illa, que él mismo negó hace menos de 24 horas, ha provocado todo tipo de reacciones. Sus compañeros de gabinete en Moncloa le dan las gracias por su labor al frente de Sanidad, al que según algunos medios puede llegar Carolina Darias. Sánchez, además, sopesa la incorporación de Iceta al Consejo de Ministros.

“Se trata de elegir a un futuro presidente de la Generalitat, y con Salvador Illa vuelve Cataluña y vuelve la esperanza a nuestro país”, ha expresado el secretario primero del PSC, Mique Iceta a primera hora de la tarde sobre la decisión.

″Salvador nos ha enseñado que hay un camino guiado por el respeto, y es el que él ha trazado. Un político de raza”, ha añadido.

La mayoría de Sánchez en el Congreso es exigua. Lo mismo ocurre con sus apoyos territoriales, pues el PSOE no gobierna ni la comunidad autónoma más rica (Madrid), ni la más extensa (Castilla y León), ni la más poblada (Andalucía). El poder territorial autonómico de los socialistas ha menguado. La apuesta de Sánchez por intentar controlar Cataluña en pleno choque por el procés está detrás de la salida de Illa de Moncloa.

La política es despiadada. Por eso, tanto PP como PSC se mueven para comerse a Cs. Ahora bien, la llegada de Illa no solo inquieta a los naranjas. La renuncia de Iceta también ha encendido las alarmas en la sede de ERC, pues el ministro de Sanidad pretende romper la mayoría independentista en el Parlament y forzar a los de Oriol Junqueras a pactar un tripartito de izquierdas junto a los ‘comunes’ del que los republicanos siguen renegando.

El propio Junqueras ya ha advertido de que el próximo 14-F los progresistas catalanes tendrán que decidir entre la papeleta del PSC y la de los suyos. Entre los republicanos cunde el optimismo pues, en las últimas elecciones generales, ERC superó al PSC en votos y escaños.

El problema es que Junqueras no sabe aún el efecto que tendrá en los comicios la gestión que ha hecho Illa de la crisis más grave de la historia reciente y que le ha hecho ganarse el respeto y la admiración de muchos ciudadanos. El factor candidato pesará mucho en las elecciones autonómicas.

El último barómetro del CIS, el del mes de diciembre, señala que el electorado en Cataluña valora muy bien a Illa. Tanto que pisa los talones al líder de ERC. Los catalanes otorgaron un 4,8, al ministro de Sanidad y un 5,2 a Oriol Junqueras. La pelea por quién gusta más está abierta.

La traición de Roldán, que será la número dos de los populares por Barcelona, también ha abierto otra guerra latente: la de Cs y el PP. Los naranjas decidieron no concurrir en una misma marca con los populares en los comicios de febrero, a diferencia de lo que pasó en el País Vasco en verano, donde los de Arrimadas fueron los grandes triunfadores de la coalición PP+Cs, algo que aún escuede en algunos sectores del PP de Euskadi.

El desplante de una de las últimas ‘riveristas’ del partido no ha sentado bien a los de Arrimadas, que creen que Roldán ha puesto por delante su interés personal. Por eso, fuentes naranjas cuentan a este diario que, aunque quien no se sienta a gusto con los valores del partido “está en su derecho a cambiar”, el destino de Roldán no puede ser más equivocado.

El final de Roldán devuelve la torta que le dieron los suyos en agosto, cuando la dirección naranja la apartó de la carrera para presidir la Generalitat

Ese destino, que lidera el popular Alejandro Fernández, es la diana de los ataques de Cs: “Han rechazado hacer una oposición responsable en medio de una pandemia, sigue teniendo postulados conservadores en asuntos como la eutanasia, presuntos casos de corrupción o tentaciones de repartirse el poder judicial, como la propia Lorena Roldán ha denunciado recientemente desde su puesto en el Senado”.

Lorena Roldán, la ‘riverista’ apestada

El final de Roldán en Cs devuelve la torta que le dieron los suyos el pasado agosto, cuando la dirección naranja la apartó de la carrera para presidir la Generalitat y puso en su lugar a Carlos Carrizosa, el actual candidato, a pesar de haber ganado las primarias. La venganza es un plato que se sirve frío.

Roldán fue una apuesta personal del exlíder de Cs, Albert Rivera, que vio en ella la posibilidad de emular el éxito electoral de Arrimadas en 2017. Cuando pensó en ella, Rivera activó la “operación clonar a Arrimadas”, como se conoció el movimiento en los círculos internos del partido.

El juego de sillas de este miércoles caldea la precampaña de las elecciones catalanas, unos comicios que por primera vez en ocho años de procesismo obligarán a los políticos a cambiar el marco de discusión política. El simbolismo de la independencia se desvanece. Toca hablar de la realidad de la una epidemia que ha revolucionado la política. Toca hablar de gestión para que los ciudadanos decidan en menos de dos meses.