Cigarra, canta cigarra
María Ostiz, en 1970. Gianni Ferrari via Getty Images

Aunque su carrera musical fue relativamente corta y hace casi treinta años que no publica un disco, María Ostiz (Avilés, 1944) sobrelleva las humoradas que la retrataron como una monja y los comentarios que la relacionaban con el Opus Dei. Sin embargo, a mediados de los sesenta, cuando actuaba con el nombre de Lorella junto a Los Shakers, las revistas musicales la presentaban como distinta, moderna y original. Una década después, la voz de María Ostiz acompañaría las primeras elecciones democráticas en España al son de “un pueblo es, abrir una ventana en la mañana y respirar…”.

“Fíjate esa canción la están utilizando ahora para esos mensajes que mandan por wasap. Anteayer recibí uno. Con una frase no se gana un pueblo… tararea. Ni lo he montado, ni lo he hecho, eso se le ocurre a la gente, que es más inteligente que yo. Cuando ahora escucho aquellas canciones siento alegría y pienso que he hecho feliz a alguien. La música es generosa, hace felices a los seres humanos. Es lo que necesitamos hoy en día, que nos hagan felices…”.

A la música llegó nada más terminar de estudiar arte dramático y canto. En realidad las primeras canciones que compuso surgieron de ejercicios que le encargaron en las clases de composición. A través de un programa de radio, los ejecutivos de la RCA la descubrieron como cantante ye-yé…

“…Y me bautizaron como Lorella porque no encontraron otro nombre. De María Dolores, Lola. De Lola, Lorella… Te digo una cosa, las riendas de este animal, en femenino, y con todo respeto, las he llevado siempre yo. Siempre –insiste-. Fue una lucha, pero fue bonito. Nunca he tenido nada de que avergonzarme. Para mis primeros epes con Los Shakers escribí varias canciones. No era frecuente en aquél momento que una señorita compusiera temas pop, pero yo estaba estudiando con don Fernando Romacha, el compositor navarro más importante del siglo XX. Figúrate…”.

En 1967, el productor Rafael Trabucchelli se fija en ella. Desde hacía algún tiempo, la discográfica Hispavox buscaba una artista que encajara en el estilo de Joan Baez, cuyas grabaciones distribuían en España. Con arreglos de Waldo de los Ríos, María Ostiz, recupera su nombre, imagen y estilo con No sabes cómo sufrí, un tema que adquiriría aires roqueros con Miguel Ríos y que en 2000 incorporaron a su repertorio Ella baila sola. Un año después, El árbol se convierte en la primera canción con un mensaje claramente ecologista de la música española.

“El árbol que yo ví crecer, un árbol sin hojas ni flor…” canturrea. “Era mi manera de ser, yo he sido una persona que he vestido de una manera, que me he comportado de un modo determinado y ¿sabes qué pensó la gente? Que era del Opus Dei. He vivido con ese sambenito y nunca pertenecí a esa organización. Si yo hubiera sido del Opus Dei, lo diría con orgullo porque no creo que sea algo malo ni anticonstitucional, pero no lo soy. Un día me dice mi marido: Oye, María, te quiere conocer un sacerdote que se aloja en el hotel Pamplona. Era el sucesor de Escrivá de Balaguer. Fui y lo primero que me preguntó fue: ¿María es usted de la Obra? Si yo hubiese sido de la Obra, le respondí, otro gallo me hubiera cantado porque ustedes me habrían ayudado. Quisieron ficharme, pero yo no acepté. Para mi la libertad es muy importante, me da lo mismo religiosa que política. Ni lo soy, ni lo he sido. Antes de serlo, le respondí a aquel sacerdote, crearía yo mi propia cofradía. Todavía leo en muchos sitios que pertenezco al Opus, te tienen que meter en algo”.

Al casarse con el futbolista Ignacio Zoco Esparza, Zoco, decidió retirarse de los escenarios a pesar de ser una de las cantantes más populares del momento. El regreso no fue fácil. La música española había cambiado y su estilo parecía no encajar con los nuevos mecanismos de promoción. Al fin, en 1976, se anuncia que acudiría al Festival de la OTI con Canta, cigarra, una canción arropada por unos espléndidos arreglos de Waldo de los Ríos que se alzaría ganadora en aquella edición celebrada en México

“A mi siempre la naturaleza me ha dado la pauta a la hora de componer. Estaba en Estella pasando el verano del 75 con mi marido y mis hijos. Una tarde, a la hora de la siesta, mientras oía cantar una cigarra en algún árbol pensé: Con este calor, qué alegría tienes, cómo cantas. De ahí surgió la canción. No necesité tomar la guitarra o buscar un papel. Las canciones se me quedan siempre grabadas. Algún tiempo después la grabé en una casete y la envié a mi discográfica. Querían mandarla a Eurovisión pero me negué. Siempre he defendido la música cantada en español, por eso me empeñé en ir al Festival de la OTI. Ganamos. La gente fue generosa conmigo. De la noche del festival recuerdo que también hacía mucho calor. Por los pasillos escuché que estaba decidido de antemano que ganara otro país, así que me duché, me puse unos vaqueros y busqué el autobús que debía llevarnos al hotel. Ya estaba en la calle cuando escuché la voz de mi marido: María, María, que hemos ganado. Anda, anda, respondí yo pero al ver al guitarrista que corría loco perdido detrás de él pensé que debía ser cierto”.

Con Canta, cigarra en las listas de éxitos de varios países, se marcha a Roma a grabar otra canción muy pegada a la actualidad del momento. En plena campaña de las primeras elecciones democráticas, se pone a la venta Un pueblo es. Todo el mundo canta el estribillo pegadizo. En ese momento, su contrato con Hispavox está a punto de vencer. Incomprensiblemente, la discográfica no se lo renovó.

“De Hispavox me fui por la puerta pequeña. El director general me citó en su despacho para decirme que tenía que enseñar un poco de carne. ¿Quieres que me ponga en cueros?, le pregunté. Es que si no van a seguir diciendo que eres del Opus, respondió. Pero yo lo que quiero es cantar, no he venido aquí a enseñar el culo, le repliqué. Como no nos pusimos de acuerdo me levanté para irme. Hay dos puertas en este despacho, le dije, una que lleva al pasillo, a otros despachos de la compañía y otra más pequeña que te saca directamente a la calle. ¿Y por cuál quieres salir?, preguntó. Por la pequeña, evidentemente. Antes de marcharme, pasé a despedirme de Rafael Trabucchelli y me volví llorando a mi casa. Ahí acabó todo”.

A los rumores siguieron las imitaciones, las humoradas sobre su vestimenta y sus canciones. A mediados de los ochenta, Gonzalo García Pelayo le produjo un disco que pasó desapercibido. Prefirió retirarse poco a poco.

“En cualquier caso la música me ha dado muchas alegrías. No se si se nos ha hecho justicia a los cantautores de mi época. Tampoco me preocupa. Cada generación tiene sus cantantes, sus actores, sus estrellas de todo. Algunos quedan mantenidos en la sombra. Así estoy yo, no me quejo. Incluso, lo agradezco, pero no moveré un dedo por salir de esa zona de sombra. Es así”

MOSTRAR BIOGRAFíA

Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de treinta y cinco años. Con 'Yestergay' (2003), obtuvo el Premio Odisea de novela. Patricio Población, el protagonista de esta historia, reaparecería en Nunca le cuentes nada a nadie (2005). Es también autor de 'La vida es el precio, el libro de memorias de Amparo Muñoz', de las colecciones de relatos 'Trátame bien' (2000), 'La pereza de los días' (2005) y 'Todas las promesas de mi amor se irán contigo', y de distintos libros de gastronomía, como 'Buen provecho' (1999) o '¿A qué sabe el amor?' (2007).