Cinco claves de la noche electoral en Estados Unidos

Cinco claves de la noche electoral en Estados Unidos

Ni Donald Trump ni Joe Biden son todavía ganadores. Pero la jornada ya ha dejado algunas conclusiones importantes.

Un muñeco con el rostro de Donald Trump, frente a una pantalla con el mensaje "Vota", durante la noche electoral del 3 al 4 de noviembre de 2020.NurPhoto via Getty Images

Todo apunta a que la batalla electoral va a extenderse algunos días en Estados Unidos. El recuento de votos, los márgenes ajustados y el papel que ha de jugar el voto por correo dejan la presidencia en el aire, pero el transcurso de la jornada electoral deja ya algunas conclusiones importantes.

Gane o pierda, Trump ha sorprendido

Con millones de votos todavía por contar, el candidato republicano se ha autoproclamado vencedor, ha pedido que se detenga el recuento y ha hablado de “fraude”. Todo a la vez.

Está por ver si su reelección se materializa, pero la primera conclusión de la jornada electoral es que, gane o pierda, su candidatura lo ha hecho mejor de lo esperado y mucho mejor de lo que habían pronosticado las encuestas.

El mejor resultado de su noche se produjo en Florida, donde ha ganado los 29 votos electorales con un margen relativamente cómodo tras un escrutinio, eso sí, muy ajustado. A falta de contar todavía algunos votos, parece seguro que el magnate mejorará allí el margen de victoria que logró hace cuatro años.

El buen desempeño en las urnas le permite mantener esperanzas reales de alzarse de nuevo con la presidencia.

Pensilvania puede dejar la presidencia en el aire

Lo reñido del recuento en muchos estados parece indicar que las elecciones van a resolverse por un puñado de votos. Eso hace que Pensilvania y su decisión de no contar los votos por correo hasta el día después de la elección pongan la presidencia de Estados Unidos en el aire.

Esa es la tesis de Yolanda Monge en El País. La corresponsal en Nueva York explica que “las razones por las que Pensilvania se ha convertido en un delirio plebiscitario —que puede acabar decidiendo las elecciones de 2020— van desde el procedimiento que se estableció para el recuento de votos por correo, a los cambios en las reglas electorales establecidas el otoño pasado y también la pandemia”.

Ni el gobernador demócrata, Tom Wolfe, ni el Capitolio estatal, en manos de los republicanos, han sido capaces de poner en marcha una maquinaria capaz de procesar los más de 3 millones de votos enviados por correo. Ese cuello de botella “es el que ha aprovechado el presidente Donald Trump para reclamar que se pare todo el recuento de votos”.

Trump y el miedo

El candidato republicano negó ante los medios durante la última semana de la campaña que fuese a declararse ganador de forma prematura, explican en The Hill. Sin embargo, a las dos de la mañana de Estados Unidos, con millones de votos todavía por contar y la carrera presidencial muy ajustada, el presidente se ha autoproclamado vencedor.

Trump ha dado por hechas victorias en algunos estados que todavía no habían sido “coloreados” y ha hablado de “fraude” y de “vergüenza” para justificar que se pare el recuento. Este discurso podría seguir perfilando al republicano como un líder con rasgos autoritarios, lo cual provoca miedo en muchos ciudadanos estadounidenses.

Los medios y la población, por caminos opuestos

La mayor parte de los grandes medios estadounidenses han dibujado a Trump, durante los últimos 4 años, como un presidente misógino, racista e incapaz de gestionar la nación más poderosa de la Tierra.

Un porcentaje importante de la población, a juzgar por las votaciones, no parece estar de acuerdo con eso. Según algunas encuestas electorales citadas por The Hill, el todavía presidente retiene el apoyo de las mujeres blancas por un margen mayor que en 2016. Su apoyo entre los hombres negros ha subido del 13 al 18% respecto a su primera elección y entre los latinos, el porcentaje de apoyo ha subido del 28 al 34%.

Biden, desde luego, no arrasa

El candidato demócrata lleva toda su vida en política y se ha enfrentado en esta elección a un presidente tremendamente impopular, marcado además por la gestión de la pandemia de coronavirus. Todavía no se sabe si será capaz de ganar y, si lo hace, la suya será seguramente una victoria pírrica.

Si gana, además, tendrá que gobernar una nación completamente dividida.