Cine contra el acoso escolar

Cine contra el acoso escolar

¿Por qué usando el cine?

View from side of beautiful little girl sitting in cinema and watching interesting film. Young spectator resting with friends and eating popcorn. Concept of having fun and entertainment.SerhiiBobyk via Getty Images

Por Santiago Sastre Llorente, director de las titulaciones de Magisterio, Villanueva Centro Universitario; Jesús Mª Alvarado Izquierdo, profesor de Psicología, Universidad Complutense de Madrid; y Teresa Artola Gonzálezdirectora de Psicología de la Universidad Villanueva, Villanueva Centro Universitario:

Cada vez somos más inteligentes, pero menos sensibles. Es el conocido como fenómeno del “efecto Flynn” y su contrapartida, el “efecto flan”. El primero hace referencia a la investigación de J.R. Flynn, que constató que el cociente intelectual sube en cada generación. Mientras, cada vez somos más “flanes”: los niños en la actualidad manifiestan un descenso en su capacidad para gestionar las emociones respecto a generaciones anteriores.

En ese escenario, en el que poner en marcha actividades para el desarrollo de las emociones en el proceso de formación de niños y niñas resulta fundamental, nace EMOCINE, la herramienta diseñada para medir la inteligencia emocional de alumnos de entre 8 y 13 años a partir de sus reacciones a situaciones en diferentes películas.

De este modo, el visionado y la posterior interpretación de escenas de dibujos animados son la base de EMOCINE: consiste en una prueba, de 35 minutos de duración, que emplea quince clips inferiores a dos minutos de películas de dibujos animados.

Los alumnos realizan después unos test para evaluar su inteligencia emocional, con preguntas que tienen tres posibles respuestas que caracterizan el nivel evolutivo de la sensibilidad, y que permiten detectar tres niveles de desarrollo de la sensibilidad, es decir de la capacidad para percibir y comprender las emociones.

Una escena que puede servir de ejemplo para comprender cómo es la prueba es la perteneciente a la película La Bella y la Bestia. En ella se muestra que a Bestia, durante un desayuno, le resulta muy difícil utilizar la cuchara, por lo que Bella decide no usarla para comer.

La pregunta que se formula es: “¿Por qué Bella decide no usar la cuchara para comer?”. Los sujetos que eligen la alternativa de respuesta “porque no quiere que Bestia se avergüence al no saber usar la cuchara” son aquellos que perciben y comprenden las emociones que se plantean en la escena.

Sin embargo, aquellos que contestan “porque ve a Bestia y le copia” informan de un menor desarrollo de la Inteligencia Emocional, pues solo describen lo que ocurre. Los que seleccionan la respuesta “porque Bestia está triste y quiere que se sienta contento” muestran un estadio intermedio de desarrollo, en tanto que supone un fallido intento de explicación que va más allá de lo puramente descriptivo.

La herramienta se ha probado en una muestra de 1 448 estudiantes de entre 8 y 13 años procedentes de diez centros escolares públicos y privados distribuidos en ocho comunidades autónomas y sus resultados se han validado y publicado en Frontiers in Psychology.

Se ha demostrado que los sujetos con respuestas de la categoría sensible perciben e interpretan correctamente las situaciones emocionales, presentan un mejor comportamiento en el aula, reciben mayor número de elecciones y menos rechazos por parte de sus iguales, lo que contribuye a reducir el riesgo de bullying. Del mismo modo, son los que tienen más posibilidades de ejercer como mediadores en estas situaciones de conflicto.

Las chicas y los alumnos de cursos superiores son los grupos que presentaron mayores respuestas sensibles.

A diferencia de otras pruebas, en las que el sujeto informa directamente sobre su estado emocional, en EMOCINE este estado se revela a partir de preguntas sobre las escenas que han visto.

Las dos mayores ventajas de basar la prueba en escenas de cine son, por una parte, que resulta muy divertida y motivante para el alumnado de Educación Primaria y, por otra que, al utilizar escenas de cine, se consigue que la actividad sea más realista que las basadas en la lectura de descripciones o en la observación de fotografías estáticas.

Además, no existe el peligro de la posible contaminación verbal de los resultados porque las tareas se presentan en un formato auditivo (otras pruebas tradicionales se basan en la lectura de relatos). Por último, es fácilmente aplicable, tanto individual como colectivamente.

Como han demostrado multitud de estudios, el desarrollo de la inteligencia emocional conlleva la madurez emocional, y por lo tanto el crecimiento como persona. De este modo, mejora las relaciones interpersonales, porque provoca la disminución de las conductas agresivas y favorece la convivencia, así como la salud y el bienestar físico y psicológico, y la adaptación psicosocial.

Además, repercute en el incremento del rendimiento académico y en un menor consumo de sustancias y otras conductas adictivas.

De este modo, se identifican tres posibles utilidades de EMOCINE: la evaluación clínica, es decir, descubrir sujetos incapaces de apreciar las emociones de otros y que precisan trabajar en el entrenamiento de las habilidades sociales; la investigación, al poder comprobar el efecto de un programa de intervención de inteligencia emocional; y por último la intervención educativa, ya que permite elaborar diagnósticos preventivos y orientativos en caso de desadaptación o problemas de integración.

El próximo paso es aplicar esta herramienta, teniendo el cine como base, en Secundaria, incluso grabando secuencias propias y no tomando imágenes ya existentes. En la actualidad, este método solo está disponible para su uso con fines de investigación, si bien se está en contacto con la empresa propietaria de las imágenes para su posible comercialización.

Algo que sería un gran avance en el camino del trabajo en las habilidades emocionales de las nuevas generaciones, ya que EMOCINE cubre la necesidad de desarrollar instrumentos para la medida de la inteligencia emocional considerada como habilidad, que en la actualidad son muy pocos, y muchos menos para la infancia.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

The Conversation es una plataforma de divulgación del conocimiento en la que profesores universitarios e investigadores escriben en tono accesible sobre asuntos de actualidad y novedades en el campo de la investigación relacionados con su área de especialización. Está editada por una asociación sin ánimo de lucro, carece de publicidad y sus contenidos son de libre republicación.