Combatir a los ultras sin ser unos ultras

Combatir a los ultras sin ser unos ultras

Si algo tenemos en común los partidos —de izquierda y derecha— que creemos en la democracia, es que, teóricamente, deberíamos combatir los peligros para la propia democracia.

ALMERIA ANDALUSIA,, SPAIN - MAY 16: The president of Vox, Santiago Abascal and the candidate for the Presidency of the Junta, Macarena Olona, participates in the conference 'Myths and realities about immigration in Spain' organized by the Disens...Europa Press News via Getty Images

El pasado jueves, en la comisión mixta Congreso-Senado para el seguimiento y la evaluación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, después de toda una tarde escuchando comentarios ofensivos por parte de la ultraderecha, me vi en la necesidad, en mi último turno de palabra, de intentar lanzar una reflexión.

Aunque sin mucha esperanza de éxito, pedí a los representantes de VOX en dicha comisión—un surtido de los parlamentarios más radicales de la formación ultra— que hicieran el siguiente ejercicio: que aquella misma noche, una vez estuvieran más relajados, se pusieran a ver los videos de sus propias intervenciones en la comisión y analizar, viendo sus palabras y también su expresión corporal, si aquella actitud se parecía a la de algún otro grupo. A la de cualquier otro grupo.

Obviamente, ninguno de los otros partidos políticos presentes en la comisión, desde ERC al PP, tuvieron una actitud parecida a los del partido de Abascal. Nadie dice las barbaridades racistas, ni las palabras gruesas o expresiones ofensivas que protagonizaron todas las intervenciones de VOX. A nadie se le hinchan las venas del cuello cuando habla, excepto a VOX. Nadie pone esa cara de cabreado con la vida cundo se interviene, excepto VOX. Y nadie interrumpe constantemente ni tiene complejo de comentarista durante las intervenciones de los otros grupos parlamentarios.

A nadie se le hinchan las venas del cuello cuando habla, excepto a VOX. Nadie pone esa cara de cabreado con la vida cundo se interviene, excepto VOX

Efectivamente, solo VOX tiene esa pésima actitud en contenido y en formas. Y solo VOX se atrevería a cabrearse cuando alguien les echa en cara sus mal educadas formas. Durante mi reprimenda, a uno de los parlamentarios ultras se le escapó un “es acojonante”. Eso es lo que le pareció que alguien les pida respeto a la cámara y al resto de grupos.

Para reflexión la que también tenemos que hacer los partidos demócratas. ¿No contestarles para no darles bola? Eso ya no sirve. Lamentablemente, tienen sus propias plataformas mediáticas y su ejército de trolls en redes. ¿Ponerse a su nivel? Nosotros no somos como ellos. Nos corresponde ir desmontando sus argumentos, que llegan a muchas personas asqueadas con el difícil momento que vivimos. Y hacerlo desde la tranquilidad, el respeto y con templanza.

Si algo tenemos en común los partidos —de izquierda y derecha— que creemos en la democracia, es que, teóricamente, deberíamos combatir juntas y juntos los peligros para la propia democracia. Y, por lo tanto, evitar blanquear los discursos de la extrema derecha y aún más meterlos en gobiernos. ¿Compañeras y compañeros del PP, aceptáis el reto?

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Arnau Ramírez (Sant Feliu de Codines, 1989) es diputado por Barcelona y portavoz de Cambio Climático del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Anteriormente fue primer secretari de la Joventut Socialista de Catalunya (JSC). Es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).