Los derechos que tienes como consumidor cuando vas a la peluquería

Los derechos que tienes como consumidor cuando vas a la peluquería

Cuidado con la publicidad engañosa.

Stevica Mrdja / EyeEm via Getty Images

“Me llama mi hija de 14 años desde Marco Aldany porque no le llega el dinero para pagar el corte de pelo”. Así comienza Lorena su relato en Twitter, donde utiliza el nombre de @casitodoelrato.

Su hija acudió el pasado 18 de enero a un establecimiento de la peluquería de bajo coste Marco Aldany en A Coruña para cortarse el pelo. La madre de la adolescente fue a buscarla porque el dinero no le llegaba: el corte le costó 37,40 euros, cuando esperaba abonar cerca de 11 euros, como indicaba la oferta. “Me parece una **** vergüenza”, concluye en su tuit.

La joven no pudo acogerse a la oferta de corte de pelo porque fue a la peluquería en sábado y esta solo sirve de lunes a viernes. Además, le añadieron 7 euros por aplicarle dos productos y 14 más por secarla y peinarla. Echando cálculos, solo el corte le salió por más de 16 euros.

“Ella vio fuera una oferta y contaba con que le iban a cobrar unos 11 euros. Le preguntaron si le ponían un champú suave y una mascarilla. Contestó que sí. También preguntaron si la secaban el pelo y si la peinaban. Cuando fue a pagar eran más de 37 euros y me tuvieron que llamar porque ella no tenía dinero suficiente”, cuenta Lorena a El HuffPost Life.

¿Es legal? ¿Qué pueden cobrar y qué no en una peluquería? Hemos consultado con varios expertos en consumo para que nos lo aclaren.

En primer lugar, hay que recordar que los usuarios deben disponer de toda la información posible a la hora de adquirir un determinado producto o servicio (como es este caso). “Los consumidores tienen derecho a recibir una información correcta, objetiva, cierta, eficaz, comprensible y suficiente de todos los productos, bienes y servicios puestos a su disposición”, explican en el portal del consumidor de la Comunidad de Madrid.

Un consumidor debe conocer el precio final de un producto antes de su compra. Por eso es obligatorio que los supermercados indiquen el precio de cada artículo incluyendo el IVA. Obviamente, en el caso de la peluquería, hubo un problema con esto. “Deben estar especificados y detallados todos los costes para que no haya sorpresas con tratamientos adicionales”, señala Julián Tío, portavoz de la asociación de consumidores Avacu en Las Provincias.

A la hija de Lorena cuando le ofrecieron ponerle los productos, no le dijeron que eso implicaba un sobrecoste, ni le informaron del precio que tenía cada uno de ellos. Tenía que haber ocurrido así. “Cuando vas a la peluquería no sabes lo que vas a pagar. Me pareció mal porque era un engaño a una niña de 14 años. ¿Qué tiene de low cost cobrar 37 euros?”, lamenta Lorena.

Marco Aldany es una cadena de peluquerías de bajo coste, que cuenta con 400 locales en 9 países y que creció con la crisis económica. Este tipo de compañías—con muchas tiendas franquiciadas— ofrece unos precios competitivos y unos horarios más extensos. Actualmente representan el 63% del sector, según la asociación Peluqueros Unidos de Madrid.

Un ejemplo de esos precios es el cartel que aparece abajo (similar al que se topó la hija de Lorena): cortar, lavar y peinar por 15,99 euros para mujeres y 7,99 euros para hombres. El objetivo es captar clientes atraídos por esta oferta.

  Anuncio de una peluquería de Marco Aldany.Marco Aldany

Una vez el cliente está dentro lavándose la cabeza, el peluquero le ofrece al usuario ponerle un champú determinado, un suavizante, una crema... Ninguno de estos productos está incluido en la oferta, pero esto no lo advierten. “Se trata de una publicidad engañosa porque solo informan del precio del servicio sin advertir que se le van a cobrar además los materiales (champú y/o mascarilla) que se utilicen para llevar a cabo ese trabajo”, explica Almudena Velázquez, abogada del portal reclamador.es.

“Tendrían que advertirlo en la oferta y en todo caso si lo que encarece el precio final es el ofrecimiento de un determinado champú, crema, mascarilla o laca para pelo teñido, por ejemplo, deberían advertir en ese momento que la aplicación de los mismos tiene un coste añadido para que el consumidor pueda decidir si lo quiere o no”, señala Vázquez.

Si no te lavas el pelo, no te puedo cortar. Y si te lavas el pelo, te tengo que poner este champú. No hay ningún champú gratis
José Pérez, presidente de la asociación Peluqueros Unidos de Madrid

“Es una mala praxis de esta firma, que suele actuar así. Si no te lavas el pelo, no te puedo cortar. Y si te lavas el pelo, te tengo que poner este champú. No hay ningún champú que no cueste nada”, cuenta José Pérez, presidente de la asociación Peluqueros Unidos de Madrid.

Este medio se puso en contacto con Marco Aldany, pero no recibió respuesta. Tras la publicación del artículo, la compañía ha contactado con El HuffPost para que se incluyan los mensajes de respuesta a los tuits de Lorena.

La empresa pidió disculpas a la clienta por lo sucedido, le solicitó información al respecto y se comprometió a reintegrarle ese incremento de precio (aunque esto no ha sucedido) y a volver a cortarle el pelo (a lo que sí se ha comprometido el establecimiento de A Coruña).

Lo más recomendable cuando ocurre una situación así es presentar una reclamación en el establecimiento. “Si haces una reclamación, Consumo se pone en funcionamiento y el Ayuntamiento puede mandar inspecciones”, cuenta Pérez.

“Yo quería poner una reclamación, pero al final no la puse porque soy muy respetuosa con el trabajo. Pensé que podía perjudicar a las chicas que estaban allí trabajando”, señala Lorena.

En su caso hay que sumar que la peluquera le hizo un estropicio a la joven. “El lunes volví y la chica que le cortó el pelo no salió a dar la cara. Pero su compañera que me atendió, Cristina, fue muy maja, me pidió perdón y se comprometió a cortarle el pelo hasta igualárselo”, cuenta.

Si pasa un mes desde la reclamación o la solución no resulta satisfactoria, el consumidor puede reclamar en el arbitraje de consumo, que es procedimiento gratuito de resolución de conflictos. La Junta Arbitral de Consumo trata de limar las diferencias entre el usuario y la empresa. El objetivo es evitar que todas las reclamaciones vayan a los tribunales. Ambas partes se comprometen a acatar la decisión que tome este órgano.