Cómo conseguir un vientre plano y una vida sexual increíble, en 8 sencillos pasos

Cómo conseguir un vientre plano y una vida sexual increíble, en 8 sencillos pasos

Seguimos creyendo que estas cosas nos harán felices. Seré feliz cuando tenga un coche nuevo. Seré feliz cuando me case. Seré feliz cuando tenga un trabajo mejor. Seré feliz cuando pierda unos kilos... ¿Y si en vez de eso decidimos ser felices, ahora?

Las portadas de la mayoría de revistas masculinas y femeninas tienen titulares similares: Consigue unos abdominales fabulosos y Cómo disfrutar de un sexo alucinante.

Por lo que parece, estos dos temas se reciclan una y otra vez (junto a otros artículos estereotipados, según el genero) en todas las portadas de Men's Health, Maxim, Cosmopolitan y Glamour desde el principio de los tiempos. De hecho, apuesto a que si pudiésemos interpretar mejor las pinturas rupestres, se podrían leer mensajes como "Pedro Picapiedra consigue un vientre plano. Hace gemir de placer a Vilma".

Y seguimos comprándolas. Seguimos creyendo que estas cosas nos harán felices. Hace tiempo tuve unos abdominales como tabletas de chocolate y una vida sexual extraordinaria. Ninguna de estas cosas me convirtió en una mejor persona. Ninguna me hizo sentir más completa.

Perseguimos un sueño: "Seré feliz cuando..."

Seré feliz cuando tenga un coche nuevo. Seré feliz cuando me case. Seré feliz cuando tenga un trabajo mejor. Seré feliz cuando pierda unos kilos. ¿Y si en vez de eso decidimos ser felices, ahora?

Si estás leyendo esto, tu vida es bastante buena.

Dejando de lado nuestros problemas y nimiedades de primer mundo, si estás leyendo esto significa que tienes electricidad y WiFi, o acceso a ellos. Lo más seguro es que tengas un techo sobre tu cabeza, o que tengas un smartphone (felicidades si me estás leyendo mientras vas a algún sitio). La vida puede sacudirnos o herirnos, puede no ser siempre como planeábamos, y yo desde luego me frustro con la mía, pero la clave es: estás vivo.

Y como estás vivo, todo es posible. Así que vamos a por esos ocho consejos:

1. Deja de creerte tus chorradas.

Todas esas cosas que te dices sobre que tienes pánico al compromiso, que eres un cobarde, un vago, que no eres creativo, o no tienes suerte. Para. Son chorradas y en el fondo lo sabes. Todos somos inseguros adolescentes de 14 años. Todos tenemos miedo. Todos tenemos sueños que hemos desechado porque en algún momento nos hemos aferrado a esas ideas sobre lo que somos y hemos enterrado esa capacidad esencial y genial de los niños de asombrarse. Cuanto más nos aferramos a los clichés sobre quiénes somos, más vivimos una fracción de lo que podríamos estar viviendo. Sácalo. Sé quien eres bajo todas esas chorradas.

2. Sé feliz ahora.

No porque lo diga el libro The Secret. Ni por alguna ocurrencia infantil de Oprah Winfrey. Sino porque podemos elegir apreciar lo que tenemos en la vida, en lugar de estar enfadados o apesadumbrados por lo que no tenemos. Es un pequeño pero significativo cambio de perspectiva. Es más fácil ver lo que va mal o lo que falta en nuestra vidas y creer que esa visión es la realidad, pero no lo es. Podemos elegir priorizar las partes buenas.

3. Mira las estrellas.

No arreglará la crisis. No parará las guerras. No nos proporcionará abdominales, ni mejor sexo, ni aclarará tu relación de pareja ni qué hacer con tu vida. Pero es importante. Ayuda a recordar que tú y tus problemas sois infinitesimalmente pequeños y al contrario, que eres una pieza de un universo increíble y vasto. Hazlo todos los días, ayuda.

4. Ábrete a los otros.

De verdad. Dile a la gente en quien confías que necesitas ayuda, o que estás deprimido, o que estás feliz y quieres compartilo con ellos. Deja claro que te importan y permítete sentirlo. Haz eso en lugar de lo que solemos hacer, que es ir de guay y hacer como que solo sentimos por el otro lo mismo que han admitido sentir por nosotros, y nos abrimos solo a medias. Ve a por el todo, merece la pena.

5. Deja de hacer tonterías.

El otro día llegué a casa de un amiga sin aliento y casi llorando después de sentirme un poco perdida, física y existencialmente. Me preguntó qué me pasaba y empecé a explicarle y entonces me paré y admití: "Estoy siendo una imbécil y he decidido inventarme un montón de problemas". La vida está llena de obstáculos; no necesitamos crear otros extra. Sobre esto, hay un gran consejo en el libro The Four Agreements, de Don Miguel Ruiz: No te tomes las cosas de forma personal. La mayoría de las veces, las actitudes y decisiones de los otros no tienen nada que ver contigo. A no ser que te hayas comportado como un gilipollas, en cuyo caso...

6. Aprende a disculparte.

Pero no de esa forma ridícula y despectiva con uno mismo que es disculparse por ser quien eres y por existir, que algunos tienden a hacer. La capacidad de disculparse -sin añadir la palabra "pero"- es esencial para vivir junto a otros seres humanos. Si vas a estar rodeado de gente, alguna vez tendrás que disculparte. Es una práctica importante.

7. Practica la gratitud.

Practícala en voz alta con la gente que te rodea. Practícala en silencio cuando bendigas tu comida. Practícala con frecuencia. La gratitud no es una virtud solo del primer mundo. Hace poco vi una foto de una niña pobre, rodeada de suciedad y destrucción. Su cara estaba totalmente iluminada con alegría y gratitud mientras jugaba al hulahop que le habían dado. La gratitud es lo que nos hace ser feliz con lo que tenemos. La gratitud es la forma más básica de conectar con esa sensación de formar parte integrante de la inmensidad del universo; como mencioné cuando hablaba de mirar a las estrellas, es esa capacidad de asombro y de humildad, de celebrar nuestra conexión con la vida.

8. Sé amable.

Kurt Vonnegut lo dijo mejor que nadie (aunque tengo que reconocer, un poco avergonzada, que no soy fan de Vonnegut): "Solo hay una regla que conozco, chicos: maldita sea, ¡hay que ser amables!"

La amabilidad no nos cuesta nada y paga dividendos exponenciales. Yo no puedo salvar el mundo. No puedo traer la paz a Siria. No puedo arreglar el medio ambiente o el sistema sanitario, y por lo que veo, puede que mi cena se esté quemando.

Pero puedo ser amable.

Si lo más grande que podemos hacer en la vida es extender el amor y la amabilidad aunque sea a un solo ser humano, habremos cambiado el mundo para mejor.

Para mí esto es mucho más importante que tener los abdominales bien marcados.