Como el fuego de mi hogar

Como el fuego de mi hogar

Muchos de los éxitos de la música española en los años 60 y 70 surgieron del estudio que el músico Juan Carlos Calderón tenía en su piso madrileño.

En contra de lo que hace creer la letra, Eres tú, la canción que Mocedades defendió en Eurovisión, no nació una mañana de verano. En realidad surgió de la suma dos temas que estaba componiendo en ese momento su autor, Juan Carlos Calderón. De uno, recuerda su hija Teresa, tomó el estribillo y de otro el resto de las estrofas.

Al músico le gustaba componer después de levantarse de la siesta. “Para trabajar era un poco caótico y muy nocturno -explica-. Se despertaba tarde y lo iba haciendo todo de una forma muy lenta. Hasta después de la siesta no empezaba a ser persona. Entonces pensaba en la música. Trabajaba como un animal, no paraba. En la casa que vivíamos, cerca de Arturo Soria, su estudio estaba cerrado. Mi madre nos enseñó a mi hermano y a mí a estar muy callados, a hablar muy bajo, porque ‘papá estaba trabajando’. Por allí desfilaba todo el mundo, yo he visto a Massiel, a Raphael, me ponía a jugar con los Mocedades. Trabajaba muchísimo pero le costaba organizarse”. 

Diez años antes de escribir Eres tú, Juan Carlos Calderón había llegado a Madrid desde Santander, donde había empezado a estudiar música de niño. “Su dos abuelas tocaban el piano. Una de ellas se dio cuenta de que tenía un talento natural y, aunque era una época muy mala, estudió por libre en el conservatorio. Desde muy joven tocaba en fiestas. Luego descubrió el jazz. Sus hermanos mayores, le traían de Italia y de Reino Unido discos de jazz. Se quedaba fascinado escuchándolos. Su hermano Ramón montó un club de jazz en Santander, el Drink Club, que fue muy famoso en su época. Allí empezó a tocar con regularidad mientras estudiaba medicina y derecho. Hasta que se dio cuenta de que su vida tenía que ir por ese camino. Su vida era la música, no me lo puedo imaginar como abogado”.

El primer arreglo se lo encargó el Dúo Dinámico. Enseguida, llegaron otros artistas, como Luis Eduardo Aute en Don Ramón, Massiel, para quien arregló y produjo Rosas en el mar, o Mari Trini, que le grabó uno de sus temas más hermosos, Algo así. Hispavox publica en 1968 Bloque 6, con la participación de músicos de la talla de Pedro Iturralde y por el que recibió el premio al mejor disco de jazz en EEUU.

Uno de los grandes momentos de su larga carrera llegará con Joan Manuel Serrat y el mítico Mediterráneo, al que dota de un irresistible atractivo con su envoltorio brasileño. Calderón empezó a trabajar en los arreglos a partir de una versión bastante primaria que le había mandado Serrat.

“Sí, -me cuenta Teresa-, he oído que el arreglo surgió de forma fortuita. Los artistas le mandaban una cinta poco menos que tarareada y él empezaba a trabajar. Mediterráneo es una canción impresionante por su letra y su música pero también por el arreglo tan especial de mi padre. Para el disco homenaje que hicieron varios artistas el año pasado se intentó recuperar sus arreglos pero, como no existen las partituras, el resultado no tuvo, para mi gusto, la fuerza del trabajo de mi padre. Hay que defender la aportación de los arreglistas. Si ya los autores pasan muchas veces desapercibidos cuando se dice “la canción de tal o de cual artista” de los arregladores ni hablemos. Casi nadie sabe de ellos, solo la gente que está más introducida en el música”.

Cartas amarillas fue otra canción que proporcionó fama y prestigio a Calderón en la voz de Nino Bravo. Habían quedado en verse en Madrid el día que el cantante valenciano tuvo el accidente. A pesar de que era una niña, Teresa recuerda perfectamente la impresión de su padre cuando se enteró de la noticia. “También le afectó mucho la muerte de Cecilia, con la que había trabajado en Un ramito de violetas, Dama, dama o Amor de medianoche. Hicieron juntos cosas preciosas. La recuerdo de estar por casa. Cuando ocurrió el accidente, estábamos en Santander, mi padre y mi madre se quedaron destrozados”.

Gracias a Eres tú, a Tómame o déjame, a Cartas amarillas, Calderón consigue que la CBS le contrate como intérprete y publica varios elepés. Bandolero, uno de sus temas instrumentales, alcanzará un gran éxito en el verano de 1974. En Soleá experimenta con el jazz y el flamenco. A principios de los ochenta trabaja con Herb Alpert. Sus viajes a EEUU se hacen más frecuentes.

“Empezó a ir solo. Le encantó cómo se trabajaba en Los Ángeles, se quedó fascinado con los músicos que encontró, con la posibilidad de hacer discos con buen presupuesto. Cuando al fin se decidió a llevar a la familia, no hubo tanto trabajo y se agobió. Estuvimos un año y pico y volvimos a Madrid. EEUU le gustaba mucho para trabajar pero prefería la vida de España, los bares, la gente, era muy de aquí. Desde entonces, pasaba medio año allí, componía, trabajaba y volvía. Tuvo la oportunidad de trabajar mucho con Luis Miguel. Fue una etapa muy buena. Era muy jovencito, hicieron varios discos, mi padre realizó una labor muy importante en su carrera, en su paso de niño a hombre. La huella está ahí”.

En 2010, Juan Carlos Calderón recibió el Premio de Honor de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música. Fue uno de los primeros reconocimientos en su país, a pesar de que en el extranjero había cosechado numerosos premios. Y siguieron preguntándole por Eres tú, la canción que, según su hija Teresa, “le ha perseguido siempre. Le marcó tanto que llegó un momento que estaba un poco harto de ese tema. Él había hecho otros muy bonitos y muy importantes pero todo el mundo le hablaba de Eres tú, así que terminó por tomarle un poco de manía. Siempre se quejaba de eso pero en el fondo la quería mucho”.

“Me acuerdo perfectamente de la noche que Mocedades actuó en el festival. Mi padre dirigía la orquesta. Mi madre fue también y nos quedamos con mis abuelos. Todos pegados a la tele. Cuando en 1985 volvió a Eurovisión con Paloma San Basilio me llevó con ellos. Lo pasamos estupendamente en Gotemburgo aunque la canción, a pesar de que parecía que gustaba mucho allí, quedó bastante mal. Fue una pena, volvimos bastante disgustados”.

Todas esas canciones, que se aún se conservan frescas en la memoria de la gente, nacieron en su mayoría en la casa del músico, su lugar favorito para trabajar: “Le recuerdo terminando en el último momento arreglos con el copista, con Javier Iturralde, con Ferreras. Luego, cuando nos mudamos a la casa de las Matas ya tenia su estudio independiente en el jardín. Ahí le escuchaba menos. En Los Ángeles su estudio estaba comunicado con el salón, salía y a veces nos preguntaba ‘¿cómo te gusta más?’. Le gustaba mucho hacernos partícipes de su trabajo. Era una persona muy cercana, muy casero”.

Como su música. 

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Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de treinta y cinco años. Con 'Yestergay' (2003), obtuvo el Premio Odisea de novela. Patricio Población, el protagonista de esta historia, reaparecería en Nunca le cuentes nada a nadie (2005). Es también autor de 'La vida es el precio, el libro de memorias de Amparo Muñoz', de las colecciones de relatos 'Trátame bien' (2000), 'La pereza de los días' (2005) y 'Todas las promesas de mi amor se irán contigo', y de distintos libros de gastronomía, como 'Buen provecho' (1999) o '¿A qué sabe el amor?' (2007).