¿Cómo se saca el machismo de los prostíbulos?

¿Cómo se saca el machismo de los prostíbulos?

Es imposible sacar el machismo de la explotación sexual, va de suyo. El machismo es la negación de las relaciones de igualdad por definición, y en la prostitución, las relaciones son de poder, el cliente prostituidor es el sujeto, que paga y exige, y la prostituida, el objeto manipulable de uso. Es el paradigma de la desigualdad humana.

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Foto: EFE

Dos días he necesitado para darme cuenta de que la coda de Ángela Rodríguez, portavoz del grupo parlamentario de Podemos en el Congreso, durante su intervención en el pleno sobre violencia de género como cuestión de Estado significaba lo que dijo literalmente -en el vídeo, hasta se la ve apoyarse en sus notas para que no se le olvide nada importante-. No daba crédito. Yo. Pero no, no caben malas interpretaciones de mentes perplejas, o sucias que buscan cualquier pretexto para atacar a esta diputada y a su grupo: dijo lo que dijo, que hay que sacar el machismo de los prostíbulos.

¿Cómo un putero paga el uso del cuerpo de una mujer, aunque sea con supuesto consentimiento -dejemos de lado si como resultado de su precariedad o esclavitud- sin el menor rasgo machista? Para que no haya dudas, el machismo es el conjunto de actitudes, normas y creencias por las cuales los varones se creen superiores a las mujeres y se autorizan y legitiman para controlarlas en el terreno social, laboral y sexual, es decir, en lo público y en lo privado. ¿Qué es la prostitución? La práctica garantizada por la cual los varones pueden satisfacer sus deseos sexuales mediante pago en circunstancias regladas y normalizadas. En este acceso al cuerpo de las mujeres, como señala la profesora Ana de Miguel, no hay intercambio, ni hay igualdad: el tipo eyacula dónde y como quiere, y fin. Pueden incluso ir en grupo, esperar el turno y hasta bromear sobre cómo le va o lo que tarda fulanito o perenganito.

El objetivo principal no es erótico, es autoafirmativo, a través del sometimiento de la otra (la frase más repetida en los anuncios de contactos es: "Te haré lo que me pidas" o "Te dejaré que me hagas lo que quieras".) Jamás consideran a la mujer prostituida una igual, sino una puta patética, con el significado achulado y soez de algo para usar y desechar, ejemplo: "Vamos a traer un volquete de putas". Para comprobar estos referentes, basta leer la literatura canónica al respecto, desde Henry Miller a Camilo José Cela, sin olvidar a Dominique Aury, autora de Historia de O. ¿Qué hoja de instrucciones, de obligado cumplimiento, van a recibir los puteros en los burdeles modélicos de este grupo parlamentario, sobre el uso de los objetos móviles, fijos, humanos o mecánicos que allí se encuentren?

El 41% de las mujeres asesinadas por violencia sexista había presentado denuncia, lo que demuestra que lo que está fallando son las medidas de protección para las víctimas.

Es imposible sacar el machismo de la explotación sexual, va de suyo. El machismo es la negación de las relaciones de igualdad por definición, y en la prostitución, las relaciones son de poder, el cliente prostituidor es el sujeto, que paga y exige, y la prostituida, el objeto manipulable de uso, análisis elemental con perspectiva de género. Es el paradigma de la desigualdad humana. Y no vale compararlo con cualquier empleo en el que se vende la fuerza de trabajo. Lo que busca el prostituidor al usar el cuerpo de una mujer es dominarlas a todas.

Baste leer de nuevo los anuncios de contactos en los que primordialmente se demanda lascivia y sometimiento. Estos depredadores son varones de derechas o de izquierdas, católicos, islamistas o ateos, ricos o pobres, jóvenes o viejos, sesudos intelectuales o ágrafos, simpáticos o bordes, ecologistas o futboleros, urbanitas o de pueblo, solteros o casados con esposas a las que incluso consideran su compañera, su igual, pero todos quieren poseer, por precio, el cuerpo de las mujeres. No, no se puede sacar el machismo de los prostíbulos, sí legitimar el "derecho de pernada democrático o el harén colectivo que sufragar a escote", en palabras de Ana de Miguel.

Siendo terrible esto, todavía queda lo peor: sostienen que la Ley contra la Violencia de 2004 no sirve (¿¿??), que no llega, que hay que mejorarla; pero tranquilidad, que ahí está el feminismo de Podemos para lograrlo. "¡Santo cielo, qué principio!", que decía doña Inés. Pues bien, con el 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, prácticamente ahí, hay que señalar que, en lo que va de año, el 41% de las mujeres asesinadas por violencia sexista había presentado denuncia, lo que demuestra que lo que está fallando son las medidas de protección para las víctimas, y en última instancia, el Estado, ya que, en definitiva, es el garante de su seguridad desde el mismo momento en que se le pide protección.

Sí, sí que hay que sacar mucho machismo de muchas instituciones que no entienden o no quieren entender que, cuando una mujer interpone una denuncia de esta naturaleza, después de haber vencido miedos y dudas, es porque se ve en riesgo, porque tiene miedo, porque el machismo mata