Cómo vencer la ansiedad que provocan las matemáticas

Cómo vencer la ansiedad que provocan las matemáticas

La tarea matemática provoca a algunos alumnos inseguridad, bloqueo, frustración y desasosiego, lo sienten como una tortura.

professor writing on the board while having a chalk and blackboard lecture (shallow DOF; color toned image)Witthaya Prasongsin via Getty Images

Por Matías Arce Sánchez, profesor ayudante doctor del Área de Didáctica de la Matemática, Universidad de Valladolid; y Ana Maroto Sáez, profesora titular de Universidad, Universidad de Valladolid:

Seguramente todos hemos oído decir frases contrapuestas como “las matemáticas se me dan fatal desde pequeño, yo es que soy de letras” o “las matemáticas me gustan mucho, son como un reto para mí”. La tarea matemática provoca a algunos alumnos inseguridad, bloqueo, frustración y desasosiego, lo sienten como una tortura, lo que les impide despertar interés hacia ella y suele desembocar en un bajo rendimiento matemático.

Se debe a que el éxito o el fracaso de los procesos de enseñanza-aprendizaje en matemáticas se ha valorado tradicionalmente a partir de mediciones directas de rendimiento, centradas en aspectos cognitivos.

Afortunadamente, a finales del siglo XX, con el desarrollo de la Didáctica de las Matemáticas como nuevo campo de conocimiento, aparecen investigaciones que fijan también su atención en la dimensión afectiva de los estudiantes.

También la Psicología se interesa por este sistema binario conformado por cognición y afectividad matemática. Goleman asegura que todos tenemos dos mentes, una para pensar y otra para sentir. Ambas interactúan y conforman nuestra vida mental en la que conviven reflexión frente a sentimiento, cabeza frente a corazón, mente racional frente a mente emocional.

Investigadores en Didáctica de las Matemáticas como McLeod o Inés María Gómez-Chacón muestran en sus trabajos que las cuestiones afectivas juegan un papel fundamental en la enseñanza-aprendizaje de las matemáticas, y algunas llegan a estar tan fuertemente arraigadas en las personas que son difíciles de modificar.

Todo ello está relacionado con el llamado dominio afectivo en Matemáticas, en el que se incluyen tres grandes componentes: emociones, actitudes y creencias.

Las emociones son estados afectivos intensos y de corta duración. Pueden ser positivas o negativas, su carácter es inestable y pueden cambiar rápidamente o no llegar a manifestarse. Algunas emociones matemáticas son la satisfacción, la sorpresa, el disfrute o el orgullo (positivas), o el bloqueo, el miedo o el pánico (negativas).

Una de las más estudiadas es la ansiedad matemática, por ser quizá una de la que más sufren los estudiantes, especialmente mujeres. La ansiedad matemática describe el pánico, indefensión, parálisis y desorganización mental que surge cuando a una persona se le exige resolver un problema matemático.

Las actitudes hacia las matemáticas también tienen carga afectiva pero son más estables que las emociones. Son las predisposiciones positivas o negativas que condicionan la percepción y reacción del alumno ante una tarea matemática. Entre ellas estarían el gusto, el interés o el aprecio por las matemáticas.

Las creencias tienen un marcado carácter cognitivo y son las ideas, generales o específicas, que una persona va conformando sobre las matemáticas y sobre su enseñanza-aprendizaje. Suelen ser difíciles de modificar pues son adquiridas con el cúmulo de numerosas situaciones y experiencias vividas. Una de las que más influye en el aprendizaje de las matemáticas es el autoconcepto o la opinión que se tiene sobre la habilidad matemática de uno mismo.

Estas tres componentes intersecan entre sí. Más que establecer fronteras entre ellas se busca encontrar relaciones entre ellas y de ellas con el rendimiento académico en matemáticas. Las investigaciones evidencian que a mejor autoconcepto matemático, menor ansiedad matemática y mejor rendimiento; y que una actitud positiva hacia las matemáticas va acompañada de poca o nula ansiedad matemática y de buen rendimiento.

El tipo de metodología que el docente plantea en clase influye en el dominio afectivo de sus alumnos. Cuando se abusa de actividades repetitivas o procedimientos ya vistos, los alumnos desarrollan la creencia de que hacer matemáticas es seleccionar el procedimiento adecuado, de entre los conocidos, para resolver la actividad.

Ante problemas que requieran construir una estrategia de resolución más elaborada, los alumnos con esa creencia sufren bloqueos que no pueden gestionar, desisten rápido y atribuyen su fracaso a una supuesta falta de aptitud matemática.

Esto empeora su autoconcepto y su actitud hacia esta asignatura, buscando evitarla en su itinerario educativo en cuanto les es posible, lo que condiciona su futuro posterior.

Esta creencia está más presente en mujeres, lo que puede estar detrás de la brecha de género existente en los estudios STEM.

Generar creencias más adecuadas sobre qué son las matemáticas y un mejor autoconcepto y actitud hacia las mismas es un trabajo a largo plazo, trasversal a todas las etapas educativas. Para ello son muy adecuadas propuestas metodológicas donde la resolución de problemas sea el eje vertebrador.

Los alumnos irán asimilando que, ante un problema, normalmente no se va a tener una solución inmediata y deberán recurrir a todos sus conocimientos y experiencias previas para construir una estrategia resolutoria. El docente ha de trabajar con los alumnos para gestionar los momentos de frustración, enseñar a extraer también aprendizajes de los caminos de resolución infructuosos y proporcionar estrategias generales útiles.

Entre las metodologías directamente ligadas con la resolución de problemas destaca el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP o PBL), donde los alumnos trabajarían con un problema planteado por el docente para desarrollar ciertos conocimientos o competencias o, con una perspectiva algo más general, el Aprendizaje Basado en Proyectos, en el que los estudiantes elaboran un proyecto para resolver una serie de actividades a partir del desarrollo de aprendizajes adquiridos.

Una metodología en auge en nuestro país es el método Singapur que, además de tener la resolución de problemas como eje central, adopta una trayectoria de aprendizaje de los conceptos basada en un enfoque concreto-pictórico-abstracto (CPA), y proporciona unas herramientas gráficas potentes para resolver determinados problemas.

En los primeros niveles, la manipulación adopta un rol fundamental para promover el acceso progresivo a los objetos matemáticos.

Entre los materiales manipulativos destaca la caja de materiales Numicon, cuyos principios básicos se apoyan en el enfoque multisensorial, la flexibilidad metodológica y el aprendizaje inclusivo.

Otra metodología innovadora sería Jump Math, centrada en desarrollar en los alumnos una adquisición progresiva de confianza hacia las matemáticas a través de minuciosas propuestas de instrucción basadas en la práctica y el descubrimiento guiado de los alumnos y la evaluación continua de los aprendizajes.

Por último, destacamos Smartick como un sistema inteligente en línea de aprendizaje y refuerzo de las matemáticas, con un especial énfasis también en la resolución de problemas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original

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