Covid-19: ¿Es la promoción de curso un regalo o una solución emocional?

Covid-19: ¿Es la promoción de curso un regalo o una solución emocional?

¿Aprobado general o paso de curso?

VITORIA, SPAIN - APRIL 16: A teenager, son of a friend of the photographer, does his homework in his room during the confinement due to the state of alarm, when Spain is the only country that does not let minors go out into the street and one da...Europa Press News via Getty Images

Por Eva Ponte, profesora del Departamento de Educación y Coordinadora Académica de Prácticum de Máster Universitario de Formación del Profesorado, Universidad Nebrija:

Ante la crisis sanitaria, social, económica y emocional que ha generado el coronavirus, las autoridades de los países más afectados como Italia y España han puesto encima de la mesa la propuesta del aprobado general.

En Italia, el Consejo de Ministros lo concedió el pasado 6 de abril a través de un decreto publicado dos días después que garantiza que todos los estudiantes pasarán de curso con el fin de terminar con éxito el año escolar 2019-2020.

En España, el sindicato de estudiantes CANAE pidió al Consejo Escolar el aprobado general el mismo 6 de abril, apelando a causas de igualdad. Desde entonces, se ha generado bastante confusión con lo que significa el concepto “aprobado general”.

Por ejemplo, el 15 de abril la prensa titulaba en la primera noticia publicada al respecto: “El Gobierno acuerda con las autonomías el aprobado general, salvo casos excepcionales”. Aproximadamente un par de horas después, el titular había cambiado a “El Gobierno acuerda con las autonomías que todos los alumnos pasen de curso, salvo casos muy excepcionales”.

En España, como a menudo sucede en el mundo de la educación, en lugar de guiarnos por la investigación, los discordantes puntos de vista suelen devenir de opiniones personales.

Estas oscilan desde el extremo de considerar el aprobado como un regalo a presentarlo como una solución adecuada a un momento excepcional de crisis que puede poner el foco de atención en el bienestar emocional de los alumnos, dotar a las escuelas de unas cadencias más calmadas y adecuadas a un aprendizaje en profundidad, y atender de forma justa a las diferencias sociales.

Esta diferencia de opiniones también se encuentra en el gremio. Los maestros y profesores normalmente suelen estar a favor de la repetición y en esta crisis, un estudio preliminar basado en encuestas recientes también parece indicar que así es.

Sin embargo, los alumnos suelen estar en contra de la repetición y, en este caso, a favor del aprobado general, como muestra otro estudio preliminar realizado por un estudiante universitario gallego.

Aunque no hay ninguna investigación sobre los aprobados generales, pues no es una situación que históricamente se haya dado antes y que haya sido estudiada, sí podemos tomar como punto de partida los trabajos que se han hecho sobre la repetición. Esta ha sido, históricamente, más alta en España que en los demás países de la Unión Europea.

En los últimos años, la tasa se ha reducido de un 34 % en 2012 a un 29 % en 2018. Aún con esta mejora de 5 puntos porcentuales, debido a las altas cuotas históricas y a las tendencias alcistas de años anteriores, las cifras siguen siendo alarmantes y muy superiores a las del promedio de la OCDE (11 % o una diferencia de 18 puntos porcentuales) y de la UE (13 % o una diferencia de 16 puntos porcentuales).

Aún reconociendo las limitaciones de este tipo de datos, la alta tasa de repetición en España y su relación con el fracaso y abandono escolar y el número de alumnos que continúan la educación superior no obligatoria comparado con el resto de Europa debería ser una prioridad.

Desgraciadamente, el debate se ha mantenido en la esfera de las creencias personales, incluso en el discurso político que contempla el fracaso escolar como un producto, certificando de este modo una desigualdad que acusa como responsables tanto a alumnos como a padres, profesores, partidos políticos, etc. Esta postura omite, sin embargo, los procesos y dinámicas que conducen a las situaciones de desigualdad, que precisamente son las que suelen resaltar las investigaciones en este área.

La clave del proceso se puede y suele estudiar en torno a dos factores: los coyunturales y los estructurales.

Los resultados negativos de la repetición en la Etapa Secundaria han sido documentados en la literatura científica internacional y se han replicado en varios estudios realizados a nivel nacional.

La repetición, como hemos indicado antes, no sólo se asocia con el fracaso y abandono escolar, también tiene efectos negativos en la autoestima, en el ajuste personal y socialproblemas de comportamiento y dificultades en el ámbito laboral (dificultades para encontrar empleo y tendencia a percibir un salario más bajo).

Las características personales, familiares y educativas conllevan varios factores condicionantes. La OCDE indica que la probabilidad de repetir aumenta cuando se tiene un menor nivel socioeconómico familiar, un estatus de inmigrante y se es varón (excepto en ciencias y matemáticas).

La escolaridad temprana, por el contrario, se relaciona con una menor tasa de repetición. Estos estudios, que se suelen hacer desde un punto de vista económico, se han ampliado con estudios pedagógicos que miden variables como las aspiraciones educativas y la trayectoria curricular del alumno (haber cursado ciencias, carga lectiva de ciencias, asignaturas de Ciencias Aplicadas y Tecnología, etc.).

Presentar el fracaso escolar como un producto en vez de como un proceso deriva en un modelo reduccionista que individualiza las problemáticas y atribuye la culpa al fracasado, todo lo contrario de lo sugerido por la investigación. Sin embargo, nuestras políticas educativas no han sabido atacar el problema de forma eficaz, ya que se sigue perpetuando con el paso de una ley educativa a otra.

De todo lo dicho anteriormente entendemos que un sistema educativo y una ley que realmente pudieran reducir el fracaso escolar tendrían las siguientes mejoras:

  1. Socioeconómica: reducir las faltas de equidad del sistema, como las causadas por la segregación escolar, y mejorar la relación y colaboración familia-escuela.
  2. Curricular: plantearnos el pasar de un enfoque academicista a otro más socioconstructivista.
  3. Docente: optimizar la selección de candidatos a docente, la formación inicial y continua del profesorado, su selección y los criterios utilizados para asignarlos a los centros. Debe mejorar de forma muy significativa en la educación secundaria.
  4. Lectura: integrarla en el sistema educativo como parte del proceso de aprendizaje, no meramente como parte de la literatura. Los problemas de lectura están relacionados con el bajo rendimiento académico, que a su vez tiende a repercutir en la repetición de curso.
  5. Intervención y apoyo: implementar estrategias de intervención que dan buenos resultados en la recuperación de los alumnos: identificación para la prevención e intervención temprana, programas de apoyo y programas escolares de salud mental.
  6. Evaluación: continua y variada, incluyendo diversos tipos de evaluaciones y centrándose más en las capacidades diagnósticas y el feedback que en la calificación.

En estos momentos, el aula ha pasado de ser un espacio común y que compensa las desigualdades a ser un ente abstracto y desdibujado que perfila las múltiples diferencias socioeconómicas, culturales, de recursos, etc. de cada hogar, que hace lo que puede para seguir adelante con la educación de sus hijos e hijas.

La falta de equidad del sistema se ha demostrado claramente en cuanto a la repetición, y eso es algo a tener en cuenta en todo momento, pero ahora más que nunca. Por eso, varios gobiernos han propuesto que nos centremos en el bienestar emocional y social de los niños y niñas (y yo lo extendería al de sus progenitores) e indica que la repetición debe ser una estrategia realmente excepcional.

Algunos rebatirán esta propuesta argumentando que tanto la ley vigente como los centros ya contemplan la repetición como una medida excepcional. Sin embargo, el porcentaje de repeticiones de nuestro país respecto a nuestros vecinos europeos refuta este punto de forma indiscutible.

Este es, pues, nuestro momento para quizás lograr un avance significativo a la hora de equiparar nuestra tasa de repetición (junto con las asociadas tasas de fracaso y abandono escolar) a la del resto de la UE. Para ello, sería necesario un pacto de educación que asegure que la ley educativa será una que atienda a la investigación y se centre en el bienestar de los alumnos, perdurando en el tiempo y sin vaivenes extremos por cambios de gobierno. ¿Estaremos a la altura del reto?

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