Buckingham: la peor crisis en 85 años de una institución inmunizada pero viejuna

Buckingham: la peor crisis en 85 años de una institución inmunizada pero viejuna

La entrevista de Harry y Meghan evidencia que la monarquía en Reino Unido debe regenerarse y tomar contacto con la realidad, pese a su aún enorme apoyo popular.

La reina Isabel, rodeada de la familia real, en el balcón del Palacio de Buckingham Place, en junio de 2019.Victoria Jones - PA Images via PA Images via Getty Images

Las crisis son oportunidades, dicen los libros de autoayuda. Suponen un momento de peligro pero, a la vez, pueden abrir nuevas vías que nunca se habrían explorado sin mirar antes al abismo. Pues eso es lo que tiene por delante la Casa Real británica, un cirio como no se ha visto en la institución en 85 años y una ocasión para remozarse, enmendarse y adaptarse a los nuevos tiempos. Su ortodoxia -a veces ortopédica, paralizante- y su desconexión con el nuevo siglo están en la base de su problema y la entrevista de los duques de Sussex de la pasada semana no ha hecho más que sacarlo a la luz.

Las acusaciones de racismo y de falta de sensibilidad ante una emergencia de salud mental (de una embarazada, para más inri) han llevado a la propia Isabel II a anunciar que serán abordadas de forma “muy seria por la familia en privado”, pues son “muy preocupantes”. Han demostrado que, más allá de las desavenencias propias de cualquier gran familia, hay un poso viejuno en la institución en la que manda la misma señora desde hace 69 años, que la aleja de la calle, más aún de las nuevas generaciones, y que necesita ser revisado.

Lo dicen las encuestas: en una elaborada por YouGov al calor de la polémica entrevista de Oprah Winfrey, casi el 60% de los jóvenes de 18 a 24 años mostraban su simpatía por los duques, a quienes creen que se ha tratado de forma injusta, frente al 80% de los mayores de 65 que no los pueden ver. El analista Owen Jones explica en The Guardian que los jóvenes no demuestran una reverencia nacionalista y patriótica hacia la Casa Real, que sus inseguridades económicas los hacen poco propensos a aplaudir fastos y gastos, que esta generación está marcada por la lucha de las mujeres y las minorías y que eso está redundando en un mayor apoyo a la izquierda o el centro-izquierda, más inclinada a debatir, si no la república, sí al menos un nuevo modelo de monarquía.

Justo Meghan vino a suponer una promesa de modernización, pero se ha topado con los gruesos muros de Buckingham. ¿Porque fue demasiado deprisa, porque quiso ir demasiado hondo, porque fue demasiado poco realista? Todo a la vez. No era la más querida, ni de lejos, pero ahora, con sus acusaciones, ha abierto la brecha definitiva para el debate.

Una materia sensible

La crisis de los royals se suma a los dos o tres últimos años de escándalos, del príncipe Andrés bajo la lupa por supuesto abuso de menores a la salida progresiva de Harry y Meghan de la institución. Todo mostraba ya algunas de las fallas que hay que resolver: quién tiene que componer la Casa Real y para qué, a qué códigos debe atenerse, cuán abiertos pueden ser los protocolos de un bloque milenario, cuán humanos y actuales han de ser y cuánto de esa humanidad y actualidad pueden o deben mostrar.

Sin embargo, ha entrado en juego un elemento sensible, nunca antes tenido en cuenta, que puede acelerar los cambios: la xenofobia, la falta de empatía con el diferente. “La entrevista nos hace pensar que quizá no es sólo una crisis monárquica, sino una crisis de nuestra sociedad”, escribe el The Independent. Lo afirma hasta Michelle Obama, exprimera dama de EEUU: “La raza no es una construcción nueva en este mundo para las personas de color, por lo que no fue una completa sorpresa escuchar los sentimientos (de Meghan) y cómo los expresaba”.

El cofundador del movimiento Black Lives Matter, Opal Tometi, ha lecho incluso un llamamiento a boicotear a la familia real tras las revelaciones de Markle. Afirmó que las polémicas declaraciones “dejan en claro que a la familia real no le da virtualmente ningún valor a las vidas de los negros y por lo tanto, las masas deberían dar la espalda a la realeza como al menos uno de ellos le hizo al pequeño Archie”.

Por más que el príncipe Guillermo haya tratado de poner un torniquete diciendo que “esta familia no es racista”, está por ver cómo avanzan las investigaciones de palacio y las bombas que aún pueden surgir al respecto, después de que una íntima amiga de la duquesa de Sussex, Janina Gavankar, haya desvelado que Markle tiene emails y mensajes de texto que avalan su denuncia.

Y cómo se comporta ante el huracán la prensa amiga que no reprocha: hace tres años, Brand Finance, una consultora de valoración de marcas, estimó las contribuciones la casa a la industria de los medios de comunicación en casi 70 millones de dólares. De ahí aquello del “contrato invisible” por el que preguntaba Oprah.

  Las portadas de la prensa británica tras la entrevista de Oprah Winfrey a Harry y Meghan.Chris Jackson via Getty Images

¿República? No, pero...

Los sondeos aún evidencian el sólido apoyo que tiene la Casa Real y, sobre todo, la reina. Aunque supone cuatro puntos menos que en octubre pasado, el 63% de los británicos sigue apoyando la monarquía actual, por más que el 42% de los jóvenes diga que le gustaría poder votar a su jefe de estado. Son cifras de un sondeo diferente del demoscópico Yougov. Hay cierto debate social sobre la necesidad de ir a una república, no pasa del 10% los ciudadanos que piden abrir ese melón.

Sin embargo, eso es en las islas británicas. Fuera, en las naciones de la Commonwealth que tienen a Isabel II como soberana (54, nada menos), la cosa cambia. Esta crisis sí que puede llevar a que algunos territorios, independientes pero con la monarca como jefa de estado, pidan dejar de depender de la Casa Real. El historiador Philip Murphy sostiene en The Times, por ejemplo, que en zonas como el Caribe la entrevista va a tener un impacto y “es el tipo de tema que podría ser utilizado como arma de apoyo para romper los lazos con la monarquía británica”.

En septiembre, la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, ya anunció sus planes para convertir la nación en una república a finales del 2021. En los últimos años, Australia y Jamaica ya han mostrado su interés en seguir los pasos de esta isla y podrían multiplicarse las peticiones si el desencanto va en aumento.

Carlos tiene un plan

La reina, a un mes de los 95 años, no parece llamada a ser la impulsora de la transformación real. Si sigue tan activa y sana, y teniendo en cuenta el formidable tirón popular que conserva, puede y debe intentarlo, pero lo mollar queda para su sucesor. De ahí que el príncipe Carlos esté ya planeando cómo ir cambiando la institución, al menos en lo formal.

El príncipe de Gales quiere reducir lo más posible la Casa Real, a aquellos que se encuentran en línea superior de la sucesión. Esto implicaría que solo los duques de Cambridge y sus hijos ejercerían labores de representación. Busca que la familia real sea una institución más rentable y eficiente. Por operatividad y por imagen, porque una queja que apuntan los más jóvenes es esa, el coste del tinglado.

“La Firma está jugando un papel activo en perpetuar falsedades sobre nosotros”, denunciaba Markle. Esa denominación representa un entramado que posee casi 24.000 millones de euros, según Forbes, y que ha aportado 2.300 millones anuales a la economía de su país.

Las monarquías no son dadas a las revoluciones (demasiada guillotina en el pasado) pero de vez en cuando toca cambiar algo. En Buckingham empiezan a tenerlo claro.