Cuando aprendemos a ser impotentes

Cuando aprendemos a ser impotentes

Aprenderás a ser optimista cuando aceptes “lo negativo” como algo temporal en tu vida, y el éxito como algo que puede ser permanente.

Beautiful woman looking outsideLucidSurf via Getty Images

Desde el momento en el que nacemos estamos expuestos a un magnífico mundo de experiencias de todo tipo. Se está, normalmente, muy a gustito en la tripa de mamá porque se satisfacen todas nuestras necesidades.

Una vez que te invitan a salir, la cosa cambia. La primera experiencia ya puede marcarte toda una vida. Puedes estar ayudado en todo momento por quien practica la cesárea, o puedes necesitar de la energía de un súper héroe para llegar al mundo exterior.

De cualquier forma, es un éxito tu llegada al mundo aunque no se te recuerde tanto como lo necesitas.

Porque cuando se nos repite demasiado a menudo que fallamos, que hacemos las cosas mal, que no vamos a llegar a triunfar en nada… entonces nos están enseñando a ser impotentes e indefensos.

También puede pasar que no haya nadie ahí afuera diciéndotelo, simplemente que seas tú quien tiene el convencimiento de, remitiéndose a las pruebas de ciertas experiencias acumuladas, que nunca conseguirás lo que te propongas.

No hay nadie más insistente que tu mente hablando veinticuatro horas al día, siete días a la semana. No hay condena más dura que soportar un diálogo interno de desprecio y desvalorización.

Y en base a escuchar eso a alguien ahí afuera, sea un maestro, sea un padre, una pareja o  tu propia voz interior, se aprende a ser impotente, a no luchar, a sentirse una víctima y a resignarse a la vida.

Ya te he hablado de la resignación y es que es algo que tenemos que tener muy presente.

La impotencia aprendida fue descubierta como tal en los años 70 por Martin Seligman, un psicólogo estadounidense.

Estamos en una sociedad en la que se nos ha hecho creer que vendrá alguien a salvarnos de nuestras desgracias: un mesías, un político, unas medidas de urgencia… y mientras, lo mejor es esperar. Algunas personas lo harán enfadadas e indignadas, y otras, mientras esperan, mirarán su pantalla con mucha paciencia.

Y ahí hay algo de impotencia aprendida también. Si de verdad no se tienen en cuenta las propias capacidades para actuar en el ámbito en que se pueda actuar y mejorar las circunstancias personales, estás dejándote llevar por esas voces que te dicen que eres impotente.

Y no estoy en contra de los mesías, políticos o medidas de urgencia, estoy más a favor de la autoestima sana y las fortalezas personales.

La impotencia aprendida fue descubierta como tal en los años 70 por Martin Seligman, un psicólogo estadounidense. Se hicieron varios experimentos con perros a los que se daban unas descargas eléctricas. A unos se les permitía salir de la estancia después de la descarga, y a otros no.

Adivina qué pasó cuando les aplicaban las descargas eléctricas y les permitían salir.

Los que estaban acostumbrados a salir, siguieron saliendo, y los que en un primer momento recibían descargas sin opción a salir, permanecieron encerrados porque ya habían aprendido a no hacer fuerza para escaparse.

Lo mismo les pasa a los elefantes que crecen atados con una cuerda a un poste, y una vez son desatados no se ponen a caminar porque han aprendido a no hacer más intentos por conseguir su libertad.

En cierta medida, nos mantenemos como esos animales que esperan a que el mundo cambie cuando creemos que el mundo es hostil, que si nos han dicho que somos torpes es cierto y que solo seremos felices cuando venga el salvador (que parece que nunca llega).

Aprenderás a ser optimista cuando aceptes “lo negativo” como algo temporal en tu vida, y el éxito como algo que puede ser permanente.

Nuestros fracasos no son la prueba de que nunca conseguiremos lo que deseamos. Los fracasos son la prueba de que en la vida unas cosas salen como planeamos y otras no.

Después de un análisis todos podemos ver con claridad si había algo más que podíamos haber hecho o si la culpa es de la mala suerte (no se nota pero lleva ironía).

El fracaso puede tomarse como algo temporal cuando eres capaz de observar en cuántas situaciones has superado las barreras que tenías delante y has conseguido lo que esperabas.

Si piensas que lo conseguiste porque era muy fácil o porque cualquiera podía hacerlo, entonces el éxito no se siente como tal porque estás en modo “impotencia aprendida”.

Hay mucha impotencia aprendida que puede ser transformada en optimismo. Se puede aprender a ser optimista, sin llegar a perder una nota de pesimismo para mantener los pies en la tierra, eso sí.

Aprenderás a ser optimista cuando aceptes “lo negativo” como algo temporal en tu vida, y el éxito como algo que puede ser permanente. Y para ser consciente de que tienes quizás más éxitos acumulados que fracasos, necesitas mirarte con orgullo y darle la importancia a todas y cada unas de las cosas que has hecho para estar donde estás hoy. Porque puedes sentir el orgullo de haber superado todas tus dificultades.

Quizás algún día venga un mesías a por ti, pero si no viene, no pasa nada, estarás tan concentrado como yo borrando todos los “no puedo” en “antes o después lo conseguiré”.