Cuando no hay recursos para celebrar: “Para mí las navidades son un día totalmente normal”

Cuando no hay recursos para celebrar: “Para mí las navidades son un día totalmente normal”

Varias personas en situación de vulnerabilidad cuentan cómo serán sus fiestas: "¿Quién puede comprar pescado? Tendrá que será congelado"; "de Reyes pediré una olla exprés".

63a0a1cf230000600073df69Iryna Khabliuk / EyeEm via Getty Images

Marisa cree que las uvas de Nochevieja la pillarán en la cama, acostada antes de la medianoche, aunque tampoco le preocupa demasiado. “Para mí las navidades son un día completamente normal”, asegura esta madrileña de 61 años. Marisa se las apaña con los 426 euros al mes que recibe como pensión no contributiva por discapacidad. “Lo bueno de esto es que tiene pagas: te dan una en junio y otra en navidades, así que por lo menos tengo algo”, se consuela.

Pese a esa ‘paga extra’, Marisa no hará excesos en estas fiestas, que pasará en su casa sola con su perro, “como desde hace algunos años”. Marisa tiene dos hijas y a su madre, pero la distancia y las dificultades les impiden juntarse estas navidades. Le preguntamos si, a pesar de la soledad, se dará algún capricho en las cenas más señaladas. “Quizás unas galletas sin azúcar, que ahora me han cogido la diabetes”, responde la mujer. 

Para la cena, tratará de comprar algo de verdura, carne o pescado. Aunque enseguida se pregunta: “¿Quién puede comprar pescado?”. Cuenta Marisa que cada vez que sale a hacer la compra se queda “de piedra”. “Las sardinas ahora están a seis y pico… ¿A qué juegan?”, plantea. “Al final, vas a por un pescado congelado, porque no queda otra”, dice. “Aguantaremos, no me queda otra”, repite. 

Las sardinas ahora están a seis euros y pico… ¿A qué juegan?
Marisa, 61 años

Marisa lleva una mala racha económica y de salud, aunque confiesa que algo ha hecho clic en ella últimamente. “Me he dado cuenta de que me tengo que preocupar de mí, de mi salud”, dice. “Esta situación estaba afectando a mi salud y a mi mente. Yo somatizaba hacia fuera, estaba perdiendo el pelo, se me llenó el cuerpo de eccemas… de los nervios. Y dije: se acabó, no van a poder conmigo. Así que ahora me lo tomo con humor”, cuenta. En ese momento su médico también se alertó al verla “desnutrida”: “Me dijeron que no podía pesar 42 kilos”. Marisa ahora pesa 44 kilos y tiene que llegar a 50. “Ya llegaré”, asegura. “La verdad es que lo he pasado muy mal, pero creo que ahora estoy más animada. No me vale de nada hundirme”. 

En su casa, ya tiene colgados todos los adornos que ella misma ha elaborado. “He hecho unas coronas navideñas y un arbolito con cuerda y con palos. Así no me gasto nada”, dice Marisa.  

  Adornos hechos por Marisa.CORTESÍA DE MARISA

El caso de Dayron Ruano es distinto y, al mismo tiempo, resuena con el de Marisa. Médico cubano de 26 años recién llegado a España, Ruano recaló en Vitoria prácticamente sin recursos. Se vino de Cuba hace dos meses “por motivos económicos y políticos”. “Llegué a España sin dinero, sin recursos de ningún tipo, casi a cero”, cuenta.

En Vitoria, Ruano encontró a la Cruz Roja, que “superó” sus expectativas. “Me dieron ayuda económica para comida, para productos de aseo, de limpieza del hogar”, enumera. “Para esta temporada de frío me ayudaron con un edredón nórdico y con las facturas energéticas”, explica. 

Llegué a España sin recursos, casi a cero. Para esta temporada de frío me ayudaron con un edredón nórdico y con las facturas energéticas
Dayron Ruano, médico cubano, 26 años

Sara Sánchez, técnica de Cruz Roja del proyecto de Atención Urgente a las Necesidades Básicas, es una de las responsables del programa de pobreza energética en Álava. Cuenta que, tras una valoración previa de los solicitantes, la organización ayuda a las personas más vulnerables con unos “kit de eficiencia energética”, que incluyen desde regletas y bombillas de bajo consumo hasta edredones nórdicos. “En esta zona hace mucho frío y hay mucha humedad”, razona Sánchez. “Y no todo el mundo puede acceder a estos productos por el precio”. Este año, el proyecto de pobreza energética de Cruz Roja Álava ha ayudado a 359 unidades familiares. 

  Dayron Ruano, cubano de 26 años en Vitoria.CORTESÍA DE DAYRON

La intención de Dayron Ruano es pedir asilo en España, pero no es capaz de sacar cita en la Administración por el colapso de este servicio. También está a la espera de poder homologar su título de Medicina. “Esta situación económica va a ser temporal. Es lo que me da un poco de alivio… vamos a salir adelante”, confía Dayron.

“Estas fechas se hacen difíciles”

Aunque en Cuba no celebraba la Navidad, el joven reconoce que “estas fechas se hacen difíciles” lejos de su familia, así que se esfuerza por espantar la soledad en Vitoria. En apenas dos meses, ya ha creado su propia ‘familia’. “También son migrantes. Vivimos juntos en un piso”, cuenta. Es con ellos con quienes pasará las fiestas. “Más o menos, tenemos nuestro plan y trataremos de pasarlo lo mejor posible en casa”, dice Ruano. 

¿Y para las cenas? “No sé cómo haremos”, confiesa. “Todo se ha hecho más caro en estas fechas. Se ve en la tele y se siente en el supermercado”, reconoce. “Lo que antes podías comprar con 50 euros ahora te quedas muy por debajo. Eso es real, se siente”, incide. 

Lo que antes podías comprar con 50 euros ahora te quedas muy por debajo. Eso es real, se siente
Dayron Ruano

Sara Sánchez, de Cruz Roja, es también consciente de las subidas de precios, especialmente las energéticas. “Claro que se están notando”, lanza. Tanto es así que Cruz Roja tuvo que solicitar al Gobierno Vasco, “uno de nuestros principales financiadores”, que incrementara el tope de gasto para financiar las facturas de suministros de las personas más vulnerables, de 500 a 1.000 euros. “Las facturas llegaban superaltas. Y esto sólo acaba de empezar: la temporada de frío empieza ahora”, augura. Sorprendentemente, Dayron Ruano no lleva mal (todavía) el frío alavés: “Cuba es un país muy caluroso. Llegar aquí y sentir este frío ha sido como sentir una limpieza. Me ha encantado”, dice. 

“La gente que ya era vulnerable ahora lo será mucho más”

Cruz Roja también da ayuda alimentaria mediante tarjetas monedero y entrega física de alimentos, a través de un programa con el que han llegado a medio millar de familias sólo en Vitoria. Sara Sánchez constata que la demanda se ha incrementado este año por la inflación: “La gente que ya era vulnerable ahora va a serlo mucho más”.

Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) que recoge el último informe FOESSA de Cáritas, más del 25% de la población en España vive en riesgo de pobreza o exclusión social. Y eso que los datos corresponden a 2020, antes de la pandemia. 

Rogelio Poveda, presidente de la Red de Apoyo Mutuo de Aluche (RAMA), sabe bien cómo ha subido la demanda de ayuda desde la pandemia y, ahora, con la inflación provocada por la guerra en Ucrania. Tras el confinamiento más duro en España, las imágenes de la Red de Apoyo Mutuo de Aluche, convertida en banco de alimentos, coparon los telediarios con las llamadas “colas del hambre”, kilométricas filas de personas que acudían a la sede de esta asociación en Madrid a recoger un pack semanal de alimentos.

Llegó un punto en el que no podíamos atender a más familias. Tenemos en espera casi a 120. Y se nos parte el corazón, pero no podemos: no hay más patatas, no hay más arroz, no hay más
Rogelio Poveda, presidente RAMA Aluche

Desde entonces, la afluencia de personas a esta red de apoyo no ha dejado de crecer. “Hay un aumento muy grande del número de personas que necesitan ayuda”, explica Poveda. Desde febrero de 2022, cuando atendían de forma semanal a 275 familias, la cifra ha ido “subiendo y subiendo progresivamente”. “Llegó un punto en el que no podíamos atender a más familias, y hemos puesto un tope de 350. Pero tenemos en espera casi a 120 familias a las que no podemos atender. Y se nos parte el corazón, pero no podemos atenderlos. No hay más patatas, no hay más arroz, no hay más”, lamenta Poveda.

  Reparto de alimentos durante el temporal de Filomena, en Aluche (Madrid), en enero de 2021.RAMA ALUCHE

“Estamos llamando a fábricas de turrón por si nos mandan”

Rogelio Poveda y los voluntarios de la red de Aluche se estrujan la cabeza para cuadrar las cuentas cada mes en su banco de alimentos. Ahora, en Navidad, preparan algo especial para niños y mayores. “A nivel de alimentos, intentamos que estas últimas semanas los repartos tengan turrón o algún producto similar”, explica Poveda. “Estamos intentando llamar a alguna fábrica de turrón para ver si nos mandan algo”, dice. 

Para los niños, desde la asociación de Aluche están organizando una cabalgata –“más bien un pasacalles”– para el día 5 de enero. “En vez de ir con carroza, iremos con comparsa. Para que por lo menos los niños lo vivan un poco”, cuenta Poveda. Un día antes, se entregarán juguetes en el salón de actos del centro cultural del barrio. Los pajes ya tienen las cartas de los niños dirigidas a los Reyes Magos y ahora lo están “gestionando”.

Rogelio Poveda explica que están en contacto con una empresa que “va a donar bastantes regalos”, además de algunos vecinos caritativos.

Los niños pegaban saltos de alegría porque no pensaban que iban a tener un juguete. Ellos se dan cuenta de lo que pasa en sus casas
Rogelio Poveda

Después de un tiempo al mando de la organización de Aluche, Rogelio Poveda es consciente de cómo los niños de familias vulnerables viven su situación, tanto estas fechas como el resto del año. “Los niños no son tontos. Si ven que hay calamidades, se enteran; si ven que hay necesidad, también”, constata Poveda. En España, uno de cada tres niños vive en riesgo de pobreza y exclusión social

“Pero a pesar de eso –añade Poveda–, tenías que haber visto el año pasado cómo recogían los niños los juguetes. Se te saltaban las lágrimas”, reconoce. “Es que pegaban saltos de alegría porque no pensaban que iban a tener un juguete. Ellos se dan cuenta de lo que pasa en sus casas. Y si de todo lo que pidieron les traían una cosa, bueno, no te puedes imaginar su alegría. Es muy bonito verlo”, describe.

  Actividad lúdica con niños organizada por la Red de Aluche en verano.RAMA ALUCHE

“He pedido una olla exprés”

Si el resto del año los niños son conscientes de su situación familiar, en Navidad esta realidad se hace más evidente. Entre publicidad de juguetes y compañeros más pudientes que presumen de regalos tras la vuelta en enero, “los niños notan” la diferencia. “Vuelven al colegio y al de al lado le han regalado una Play mientras él va con los zapatos del hermano mayor. Eso pasa. Y entonces ves a las familias hechas una mierda, a las madres llorando. ¿Y qué salidas les queda? No tienen otra”, plantea Poveda. Cuando en Aluche consiguen sorprenderles con juegos o balones, “los niños se ponen contentísimos”. “Con estas cosas, aunque son simbólicas, les alegras un poco la Navidad, que es de lo que se trata”, resume. 

Me han regalado un décimo, pero yo he dado un euro, porque dicen que si te lo regalan no toca
Marisa

Marisa, que tiene dos nietas de 11 y 7 años, también sabe de lo que habla Rogelio. A sus “dos niñas” les está haciendo “cosas en casa”, dice la mujer. “Una camiseta, un gorro, un estuche, un bolso, una funda para la tablet del colegio, diademas para el pelo… Tampoco piden mucho las pobres”, admite Marisa. Ella misma fabrica todo esto “con pantalones y camisas viejos”, con retales: “Algunos vecinos lo saben y me traen estas cosas. Todo me vale”. 

Marisa también ha pedido ya sus reyes. “Una olla exprés” a su madre, porque se le ha roto la que tenía. “Eso ya es algo. A mis hijas les he dicho que se compren ellas algo, porque no voy a poder regalarles nada”, cuenta. 

Y lotería de Navidad, ¿compró? “Me regalaron un décimo, pero yo di un euro, porque dicen que si te lo regalan no toca”, dice Marisa.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es