Sólo hay una cosa que puedes hacer para frenar la caída del pelo en otoño

Sólo hay una cosa que puedes hacer para frenar la caída del pelo en otoño

Hay que tener en cuenta la cantidad y el tiempo que dura la caída.

young woman worried about hair losschokja via Getty Images

Como dice el refrán, “en la época de la berenjena, se cae la melena”. Los otoños son para muchos una tortura que se repite cada año: cepillarse el pelo y acabar con el peine lleno de pelos. Aunque lo cierto es que no siempre es alarmante, que se caiga el pelo en esta época es normal. Pero hay que tener en cuenta una cifra: lo normal es que se caigan en torno a 100 cabellos al día.

Los expertos señalan que esta caída es parte del ciclo de los folículos pilosos (de dónde sale el pelo). “El cabello tiene fases de caída (telógenas) y otras de crecimiento (anágenas) para volver a empezar. Cuando el folículo se ve agredido pasa a fase de caída para protegerse y forma un nuevo pelo cuando pase el peligro”, señala Claudia Bernárdez, dermatóloga de la unidad de tricología del Grupo Pedro Jaén. 

De este modo, los equinoccios (primavera y otoño) son fases telógenas, mientras que la fase anágena tiene lugar en los solsticios (verano y en invierno). Pero más allá de este factor cíclico, hay otros como el desgaste que sufre el pelo en verano.

“No se sabe si la caída otoñal se debe al daño que sufre el pelo por la exposición al calor y el sol, o si simplemente se debe a un proceso fisiológico equivalente a la muda del pelaje de los animales”, apunta Bernárdez. 

Álex Corcuera, peluquero y director formativo de The Barber Company y de la Universidad Provalliance, añade otros factores propios de la época estival que facilitan la caída: “Se debe a los excesos que sufre el folículo en esta estación, excesos de temperatura, cloro o salitre”. “Por lo tanto, cuando llega el otoño el folículo está anémico y el crecimiento no es muy fuerte”, añade.

En esta ‘muda’ no existen las diferencias por sexos como ocurre en patologías como la alopecia androgénica. Esta afecta a un 40% de los hombres entre los 18 y los 39 años, y a un 95% de los mayores de 70 años, según datos de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Cuándo hay que preocuparse

Si tu alarma viene porque el cepillo o la ducha se llenan de pelos, puedes respirar tranquilo. Bernárdez señala que durante el año lo normal es perder unos cien pelos al día, aunque si la persona tiene mucha cantidad puede llegar a 150 o 200 pelos. En otoño y primavera, esta cifra se llega a duplicar: la caída puede subir hasta los 300 y 400 pelos. 

Hasta ahí todo normal. Lo que puede ayudar a saber si se trata de una patología es el tiempo que dure. “No se debería prolongar más de cien días, ya que esto es lo que tarda el pelo en caer desde que entra en fase telógena”, señala Bernárdez.

La experta pone especial atención en los casos en los que la caída llega a prolongarse más de cinco meses seguidos. “Si empezamos a notar menos densidad general de pelo o áreas alopécicas (calvas), lo mejor es consultar con el dermatólogo especialista para que descarte causas que lo puedan provocar e iniciar un tratamiento si se confirma la alopecia. Muchas veces la caída puntual desenmascara otras alopecias subyacentes”, apunta la dermatóloga.

A nivel práctico, Corcuera recomienda que la persona puede darse cuenta de la patología “al tocarse su cabello o cuando se coge una coleta y es menos densa de lo normal”.

A pesar de esto, Bernárdez apunta que puede haber personas con una alteración del ciclo telógeno, por lo que pueden perder pelo cada menos tiempo o en mayor cantidad. 

Qué hacer para evitar la caída

No se trata de frenarla, sino de prevenirla. La caída otoñal es inevitable y los expertos aseguran que “parará sola”, aunque según cuenta Bernárdez, las pastillas anticaída pueden ser un buen aliado y ayudar a acelerar el crecimiento. “Si la caída solo es en otoño, se puede empezar a tomar pastillas en verano para tratar de mejorar el estado del pelo y disminuir el riesgo de aparición de una caída otoñal severa”, indica la dermatóloga.

Pero más allá de los métodos específicos anticaída, el estilo de vida y la alimentación juegan un papel crucial dentro de la prevención. “La principal arma para combatirla es una vida sana, y si observamos datos de alarma acudir a la consulta del especialista”, apunta Bernárdez.

Por su parte, Corcuera señala que la falta de determinados nutrientes tiene efectos directos en el cabello. “La dieta sin revisión de un especialista que carezca de algunos alimentos esenciales puede provocar un efecto nocivo en nuestro cabello, lo que ocurre que este efecto se puede notar a corto, medio o largo plazo”, apunta.

Para evitar la caída, los dermatólogos recomiendan tomar alimentos ricos en zinc, hierro o ferritina, biotina, vitamina D, ácido fólico y vitamina B1, aunque recalcan que “no hay alimentos milagro” y que los complementos vitamínicos tampoco reducen la caída.

Pero no todo se basa en la alimentación, los expertos señalan que también hay que cuidar el cuero cabelludo y los folículos directamente. “Hay tratamientos que mejoran el crecimiento y estancia del cabello en el cuero cabelludo, aportan fuerza, flexibilidad, vigor, todo para que el cabello esté preparado para cualquier anomalía”, apunta Corcuera. Sin embargo, el exceso de este tipo de productos provoca que el pelo se debilite.

“Evidentemente aplicar cualquiera de esos productos todos los días sin lavarlos crean una película que embute al cabello hasta tal punto que no puede respirar ni desarrollarse normalmente. Esto afecta a su fortaleza por lo tanto se vuelven débil y terminan cayéndose”, detalla el peluquero.

Los expertos también ponen el foco en la exposición del cabello al calor, aunque si el pelo está sano no tendría que haber ningún problema, siempre protegiendo el pelo con productos y “no hacer locuras”. “Si el cabello está dañado, anémico o deteriorado, y tiene síntomas de alopecia grave, sería mejor evitar el calor o proteger mucho el cabello”, añade Corcuera.

Lo mismo sucede con los tintes, lacas y gominas que señalan que si son de calidad no tiene ninguna relación con la caída.

El estrés, los desequilibrios nutricionales y otros factores que lo desencadenan

El otoño no es la única causa de la caída del cabello, de hecho, cuando se trata de una caída prolongada puede ser indicativo de algo más grave. De hecho, se está estudiando la caída del pelo como efecto secundario de la covid-19 después de que varios estudios cifrasen los afectados por este efecto secundario entre el 20% y el 60% de los infectados. Sin embargo, sigue sin saberse si se trata de la enfermedad o del estrés postraumático asociado a ella.

Tras la alopecia androgénica, la segunda causa de caída del cabello más común es el efluvio telógeno, que la AEDV define como “una alopecia aguda o difusa producida como resultado de una agresión externa o interna sobre los folículos pilosos”.

Esta caída tiene lugar hasta tres meses después de un desencadenante y dura aproximadamente seis meses, aunque la cantidad de pelo puede variar entre los 100-150 y los 400 cabellos diarios. Según un estudio publicado en el Journal of Clinical & Diagnostic Research, la caída puede deberse a:

  • Estados febriles (Malaria, VIH, Tuberculosis, Covid…)
  • Estrés.
  • Consumo de fármacos y drogas.
  • Variaciones endocrinas (hipotiroidismo o hipertiroidismo).
  • Disfunción orgánica (insuficiencia renal o falla hepática).
  • Alteración nutricional (anemia o desnutrición).

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es