Cuenta atrás para el XIX Congreso del PCCh
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Cuenta atrás para el XIX Congreso del PCCh

Las promociones internas en los próximos meses nos indicarán cómo evoluciona la carrera política de algunos, a sabiendas de que entre todos ellos no existen grandes diferencias políticas. Tanto los más liberales como los neomaoístas han sido orillados convenientemente hace tiempo y la coincidencia en esa combinación de refuerzo del control del PCCh con dosis calculadas de liberalización económica goza de amplio consenso en la cúpula del Partido.

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Foto: EFE

A finales del presente mes de octubre, Xi Jinping afrontará el pleno del Comité Central del PCCh que inicia la cuenta atrás para el XIX Congreso, a celebrar a finales del año próximo. El propio PCCh figura en la agenda de este encuentro que, sobre todo, puede clarificar algunas expectativas sobre el signo último de la renovación de la dirigencia de cara al próximo lustro (2017-2022), cuando el PCCh celebrará su primer centenario.

Cabe recordar que de los siete integrantes del actual máximo sanedrín chino, en principio, por razones de edad, solo dos pueden optar a la renovación del cargo. Se trata del propio Xi Jinping (63 años) y el primer ministro Li Keqiang (61). Todos los demás deben jubilarse. La excepcional supervivencia de alguno (se especula con la continuidad de Wang Qishan, que entonces tendría 69 años) demostraría el poder de Xi para alterar las reglas, y esto podría permitirle incluso optar a un tercer mandato, saltándose la institucionalidad trazada por Deng Xiaoping (entre otros, no más de dos mandatos consecutivos y no renovación del cargo con más de 68 años).

Xi Jinping debe encarar dos frentes internos importantes. De una parte, las ambiciones del clan asociado a Jiang Zemin (al frente del Partido entre 1989 y 2002), que a sus 90 años sigue influyendo, si bien a la baja, en la conformación de las elites chinas; de otra, los afines a Hu Jintao (2002-2012), ubicados en el entorno de la Liga de la Juventud. Entre estos últimos figuran nombres como el viceprimer ministro Wang Yang, de 61 años, o el jefe del Partido en Guangdong, Hu Chunhua, de 53 años, quien podría ser el llamado a sucederle en 2022 si todo llega a discurrir sin sobresaltos. El actual vicepresidente Li Yuanchao, de 65 años, podría tener alguna posibilidad menor. Por su parte, Sun Zhengcai, también de 53 años de edad, considerado un próximo a Wen Jiabao, sería el llamado a sustituir al primer ministro Li Keqiang.

El reciente anuncio de una reforma profunda en la Liga de la Juventud, con una reducción a la mitad de su presupuesto, bien pudiera interpretarse como un aviso en toda regla a la base política del ex secretario general Hu Jintao a quien, por otra parte, Xi Jinping enalteció con motivo de la publicación de sus Obras Escogidas, "importantes para la formación teórica de la militancia", dijo. ¿Una de cal y otra de arena? El propio hijo de Hu Jintao, Hu Haifeng, podría convertirse próximamente en alcalde de Ningbo (actualmente lo es de una ciudad menor, Jiaxing, cerca de Shanghai).

Encarando el final de su primer mandato, sobre Xi pesa la hipoteca de haber despreciado la integración de las diferentes sensibilidades para centralizar el poder en su entorno con el doble argumento de la lucha contra la corrupción y el fomento de la reforma.

Xi parece apostar con claridad por Zhao Leji, ahora al frente del departamento de organización del Partido, pero también ansía promover a otros como Ding Xuexiang, Zhong Shaojun, Li Shuli, o Chen Min`er, que figuran en su lista.

Las promociones internas en los próximos meses nos indicarán cómo evoluciona la carrera a sabiendas de que entre todos ellos no existen grandes diferencias políticas. Tanto los más liberales como los neomaoístas han sido orillados convenientemente hace tiempo y la coincidencia en esa combinación de refuerzo del control del PCCh con dosis calculadas de liberalización económica goza de amplio consenso en la cúpula del Partido.

Encarando el final de su primer mandato, sobre Xi pesa la hipoteca de haber despreciado la integración de las diferentes sensibilidades para centralizar el poder en su entorno con el doble argumento de la lucha contra la corrupción y el fomento de la reforma, asumiendo funciones destacadas en áreas que van desde la seguridad a la economía o las relaciones exteriores. No pocos ignoran que el XIX Congreso será el momento de ajustar cuentas y aspectos como su reconocimiento como núcleo de la dirección o el rastro de afines en los órganos máximos de dirección (incluyendo el Buró Político) darán la cabal medida del poder que ha logrado acumular.

Erigido en salvador del Partido, su afán por ahogar las discrepancias, instar una recuperación moderada y parcial del discurso maoísta, fomentar la disciplina y el control interno se combina con propuestas de cuestionada eficacia para modernizar la gestión política. Su top level design, en la práctica y por el momento ha servido para reafirmar la autoridad del PCCh sobre el Estado y el propio ejército, pero el Estado de derecho y el imperio de la ley aguardan tiempos benévolos.

El desigual avance del cambio en el modelo de desarrollo, la lucha contra la corrupción o las dificultades exteriores dibujan un escenario pletórico de desafíos. Habrá tensiones, pero no cabe imaginar su desbordamiento. Xi, apoyándose en su clan de Zhejiang y la aristocracia roja, promoverá a sus leales, quienes, junto a sus rivales y padrinos tienen ante sí como reto mayor el evitar cometer errores en los decisivos meses por venir.