De Colón... A la casa de Bertín
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Los candidatos del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, juntos, pero no revueltos. Como si de una repetición de aquella foto de Colón se tratara, Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal compartieron intervenciones simétricas en Mi casa es la tuya, el programa de Bertín Osborne, donde pudieron soltar sus mensajes de campaña, explayarse a la hora de contar ‘batallitas’ para tocar el corazón del electorado o, en el caso de Abascal, tirar de la realidad paralela en la que vive para seguir soltando las salvajadas en las que dice creer.

Todo eso pasó en el programa -y casa- del cantante, a quien se le vio más que cómodo en su postura de entrevistador, para deleite de sus invitados. Hubo vino, vaqueros, y mucha camisa. Looks informales para una ocasión en la que también se pudo conocer un poco más la faceta personal del líder de la ultraderecha, esa por la que toda España pudo ver que él, “español de bien”, lleva a una casa a la que se le invita unos pimientos cocinados por su mujer porque a él, eso de los fogones, como que no. A él lo que le gusta es explayarse en argumentos que, por mucho que él se los crea, no tienen ni pies ni cabeza.

Basta escucharle hablando de la ley de género ante Bertín para darse cuenta de ello. Abascal aseguró que “convertir a todos los varones en sospechosos es inaceptable”, añadiendo que el problema es “el fin de la presunción de inocencia”: “No soy ni feminista, ni machista, ni hembrista. Yo soy un hombre, casado con una mujer y creo que ella tiene los mismos derechos que yo”. “Me molesta que digan que justificamos el maltrato a las mujeres y que amparamos a los maltratadores”, contestó el líder de Vox al ser preguntado por Bertín Osborne sobre este tema.

Abascal aprovechó su minuto de gloria para, ¡ay!, adivinen, decir que son los medios los que maltratan a su formación, porque en Vox no hay homofobia... Eso sí, dejó constancia ante las cámaras de que el matrimonio (¿de bien?) solo “es un hombre y una mujer, algo que muchos gays están de acuerdo con ello”: “Hay muchos gays que no piensan como el lobby gay. Su bandera es la española”. Le faltó añadir eso de yo no soy homófobo, muchos de mis amigos son gays.

Pero, no se engañe Abascal, que por mucho que su discurso preocupe, el minuto de gloria se lo llevó Rivera, a quien Osborne preguntó abiertamente por su supuesta pareja. ”¿Cómo es eso de Malú...?” Y Rivera tuvo que sonreír e irse por la tangente, como viene haciendo últimamente con este asunto: “Primera noticia que tengo, no me había enterado de nada”. Pero la sonrisita estaba ahí...  El líder de Ciudadanos también contó cómo el negocio de sus padres, una tienda de electrodomésticos, ha sufrido un ataque de los independenistas.

Casado llegó con el papel bien aprendido y sólo se le vio relajarse cuando se sinceró sobre la dura experiencia vivida con el nacimiento prematuro de su segundo hijo “las pasamos canutas”. Y quedó clara su afinidad con Rivera de la mano del turno de las preguntas tipo cuestionario, que evidenciaron su coincidencia en asuntos clave así como su predisposición a pactar tras el 28-A.

Cabe destacar la pena de Osborne en su programa: la ausencia de la izquierda. “Es una decisión que lamento. No soy periodista, preguntaré de cosas que interesan a la gente”. Y sí, preguntó, pero lo hizo para deleite de sus invitados, no de los espectadores que esperaban ver lo real detrás del candidato. Ni para los que esperaban poder ver qué clase de presidente tendrían en caso de darles su tan valioso voto.

Por eso, hubo mensajes sentimentales, pero ni mú del máster (dudoso) de Casado o del intento de pucherazo en las primarias de Ciudadanoso de la oscura financiación de Vox en sus orígenes o la incorporación a sus filas de personas condenadas por haber participado en agresiones ultras.