De Garoña al infierno

De Garoña al infierno

Decía yo que la central nuclear de Garoña tenía más peso como moneda de cambio que como central nuclear y añadía que salvar Garoña significaría hundir al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Lamento no haberme equivocado en nada porque esto es una mala noticia.

Decía yo que la central nuclear de Garoña tenía más peso como moneda de cambio que como central nuclear y añadía que salvar Garoña significaría hundir al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Lamento no haberme equivocado en nada porque esto es una mala noticia para los que pensamos que la seguridad nuclear es importante para las personas y para el medio ambiente.

Esto ha ocurrido esta mañana, en la que el CSN acaba de decidir políticamente, que no técnicamente, que Garoña puede permanecer abierta sin producir electricidad.

Que el Gobierno solicite, en nombre de Iberdrola y Endesa, el permiso para que su nuclear tenga permiso para no funcionar es la prueba irrebatible de quién manda y quién obedece en materia nuclear. Y que el CSN lo bendiga violando su propio criterio técnico retrata la realidad de la expropiación del poder político a manos de las compañías eléctricas.

Garoña quiere permiso para no funcionar a la espera de que la reforma enerǵetica, que sus compañías propietarias Iberdrola y Endesa parece que han impuesto al Gobierno de España, compense las inversiones en seguridad y atenúe los impuestos que impiden que esta nuclear obtenga todo el dinero que de ella esperan sus dueños.

La ecuación es sencilla: se amplía por ley la vida útil de las nucleares y de esta manera se les asegura cualquier inversión y la amortización de las mismas. Porque en el caso de que algún otro Gobierno las cerrara, o que algún otro CSN les denegara la renovación por motivos de seguridad, recuperarían sus inversiones a través del lucro cesante que la concesión por ley del funcionamiento les otorga.

Lamento no haberme equivocado y me alegraré profundamente si lo hago ahora, porque es un negocio muy sucio el que defienden estas compañías que queman gas, carbón, y utilizan uranio, llevándonos al abismo del cambio climático y al riesgo nuclear, a costa de nuestra democracia y nuestro patrimonio ambiental.