¿De verdad crees que todos los gordos lo son por comer Donuts?

¿De verdad crees que todos los gordos lo son por comer Donuts?

Es curioso (y triste) ver cómo a día de hoy gran parte de la sociedad cree que el sobrepeso es igual a dejadez, vagancia y glotonería. Nos llegan mensajes diariamente atacando nuestra escasa fuerza de voluntad y enviándonos directamente al gimnasio dando por hecho que nosotras, por el mero hecho de lucir michelines, no nos movemos del sofá.

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Foto: ISTOCK

Desde que fundé WeLoversize hace ya casi tres años junto a Rebeca, he aprendido muchísimo sobre moda para tallas grandes, belleza y, ojo al dato, sobre psicología y nutrición.

Es curioso (y triste) ver cómo a día de hoy gran parte de la sociedad cree que el sobrepeso es igual a dejadez, vagancia y glotonería. Nos llegan mensajes diariamente atacando nuestra escasa fuerza de voluntad y enviándonos directamente al gimnasio dando por hecho que nosotras, por el mero hecho de lucir michelines, no nos movemos del sofá. Lo que no sabe esa gente es que detrás de cada persona hay una historia que requiere de una solución diferente en cada caso. Tampoco saben que ese odio indiscriminado hacia la gente que tiene unos kg de más se llama gordofobia y es uno de los grandes males de nuestros días.

Sí, hay gordos que comen chuches a dos manos y engullen como si no hubiera un mañana. Pero es que también hay gordos que comen como cualquier delgado pero sufren de metabolismo lento, de genética puñetera o de alguna enfermedad que les complica eso de adelgazar. Los hay que por su trabajo llevan vida sedentaria o a los que una lesión apartó del deporte. Y como yo, también existimos los que asociamos nuestro estado de ánimo a la comida y padecemos de trastornos alimenticios más allá de la anorexia.

¿Quién sabe realmente los demonios contra los que lucha cada uno, el metabolismo que ha heredado o sus circunstancias personales? Nadie, y sin embargo, el gordo sigue siendo el blanco fácil a la hora de insultar, el objetivo perfecto para quien quiere humillar.

En el mundo que nos ha tocado vivir todo gira entorno a la comida, pero de una forma muy hipócrita. Nos pasamos el día comiendo para celebrar y socializar, pero allá tú que la hamburguesa que acabas de subir a Instagram se te note luego en un botón más de cinturón. Comemos para integrarnos en sociedad, y es luego es ésta misma la que nos margina por salirnos del canon establecido. Puro postureo, pura hipocresía.

A los gordos se nos juzga y criminaliza por nuestra apariencia, alegando que 'es por nuestra salud física', pero en ningún momento el que critica y ridiculiza se para a pensar en esa gente que lleva toda la vida intentando adelgazar pero por unos motivos u otros no lo ha conseguido. En toda la frustración que eso genera y cómo va minando nuestra autoestima, imposibilitando así cualquier probabilidad de éxito a la hora de emprender de nuevo unos hábitos saludables. La salud mental en estos casos es la eterna olvidada y es que machacando a los gordos por estarlo no se consigue que adelgacen, yo diría más bien que todo lo contrario.

A la mayoría de personas que tenemos sobrepeso no nos agrada tenerlo. Independientemente de la estética, estar por encima de tu peso saludable es incómodo, frustrante y en muchas ocasiones agotador. Desgraciadamente eso no suele ser motivo suficiente para que llegue un hada madrina y te haga perder veinte kilos con una varita mágica. Bajar de peso (de forma saludable) es un proceso para el que hay que estar mentalizado, y cada uno ha de encontrar su momento perfecto para hacerlo.

Si algo he aprendido en estos años al mando de WeLoversize es que cada persona es un mundo y que muy pocos se ponen en la piel de esa chica que sufre más por la presión social de ser gorda que por la realidad de estarlo.

Es la pescadilla que se muerde la cola. Nos machacan con imágenes inalcanzables y la idea de estar delgado como única via para ser feliz. Nos incitan a estar flacos pero lo hacen siempre desde el odio hacia nuestro cuerpo imperfecto. 'Cambia, porque así no estás bien, porque así nadie te va a querer'. Nos atraviesan el cerebro con mensajes negativos que solo generan más angustia que a su vez se traduce en muchas ocasiones en atracones involuntarios. La presión social destruye nuestra relación sana con la comida y nos acaba convirtiendo en esclavos, gordos o delgados, pero esclavos.

Si algo he aprendido en estos años al mando de WeLoversize es que cada persona es un mundo y que muy pocos se ponen en la piel de esa chica que sufre más por la presión social de ser gorda que por la realidad de estarlo. Y es que a la mayoría nos pesan más los miedos que nuestras carnes. Vivimos en un mundo que nos enseña a obedecer y encajar, en vez de mirar hacia nuestro interior, y que penaliza con la exclusión todo lo que se atreve a desafiar las normas.

Como decimos en el libro, lo fácil y lo que todos los desconocidos hacen, es mandarnos a un gimnasio o a un endocrino, pero a muy pocos se les ha ocurrido hasta ahora que quizás nuestros problemas tengan una mejor solución (o un complemento maravilloso) en la consulta de un psicólogo. El paso definitivo debería ser conseguir evolucionar de un 'No me gusta mi cuerpo, por eso quiero adelgazar' a un 'Me quiero tanto, que quiero lo mejor para mi y para mi cuerpo y eso implica perder unos kg'. Un paso aparentemente obvio y sin embargo tan difícil de dar en esta sociedad sometida a la industria que nos quiere delgados, y cuanto más rápido, mejor. Abocándonos así a dietas milagro, efectos rebote de escándalo y trastornos varios.

La filosofía WeLoversize se pasa por el forro el qué dirán y promueve otros valores diferentes a los que nos intenta inculcar esta sociedad que nos machaca. Hay que enseñar a la gente a quererse ya sea con una talla 36 o una 52. Porque cuando uno consigue alcanzar esa meta del amor propio, estará capacitado para tomar mejores decisiones y tendrá la energía suficiente para enfrentarse a todo lo que le propongan. Disfruta de lo que tienes mientras trabajas por lo que quieres.

Texto basado en uno de los capítulos de nuestro libro Gordi Fucking Buena