Qué decir a un familiar o a un amigo que está metiendo la pata con el coronavirus

Qué decir a un familiar o a un amigo que está metiendo la pata con el coronavirus

Ahora que faltan escasas semanas para Navidad, es aún más necesario y urgente hablar con los seres queridos que ponen su salud (y la de los demás) en peligro.

FamiliaADA DASILVA VIA GETTY IMAGES

Durante meses muchos hemos visto con frustración cómo algunos seres queridos se saltaban las recomendaciones y normas básicas de seguridad frente al coronavirus. Alguno puede que las siguiese al principio y las fue abandonando a medida que la pandemia le agotaba mentalmente. Ahora que se registran cientos de positivos cada día en España y faltan escasas semanas para Navidad, es necesario y urgente hablar con esos seres queridos que ponen a diario su salud (y la de los demás) en peligro.

Si eres de los que extreman las precauciones y te molesta que a nadie de tu alrededor parezca importarle la pandemia, no estás solo, asegura la psicóloga Nicole O-Pries. “No conozco a nadie, ya sea de mi familia o de mis pacientes, que no esté en alguno de estos dos bandos”, señala.

Pero ¿es posible hablar del tema de forma productiva?

Sí, aunque hay que plantearse unas expectativas realistas: aceptar que no se puede controlar la conducta de los demás, por irritante que resulte.

“Es probable que esa persona ya haya recibido una avalancha de mensajes en los últimos nueve meses y aun así su conducta no haya cambiado”, comenta O-Pries. “Solo tú tienes la capacidad de tomar decisiones por ti mismo y, quizás, por tus hijos pequeños”.

Cuéntale la lástima que te da no seguir con tu vida normal y tus motivos para adoptar esa decisión. Quizás les inspire y tome nota

Eso no significa que no puedas intentarlo. La psicóloga clínica Zainab Delawalla propones seguir dando ejemplo con los hábitos seguros que nos gustaría que las personas cercanas adoptaran. Háblale de los ajustes que has hecho en tu rutina y reconoce lo complicado que resulta a veces.

“Cuéntale la lástima que te da no poder seguir con tu vida normal (por ejemplo, no reunirte con tu familia en Navidad) y tus motivos para seguir adelante con esa decisión”, aconseja Delawalla. “Quizás les inspires y tomen nota. Y si no, al menos les habrás ofrecido otra perspectiva”.

Otro modo de dar ejemplo es mantenerse firme con los límites. Si les has dicho a tus familiares que no vas a hacer grandes reuniones durante la pandemia, no cedas a la presión cuando te inviten.

“Quizás sientas que estás decepcionando a todo el mundo, pero si empiezas a hacer excepciones, perderás tu credibilidad cuando les pidas a los demás que cumplan las normas”, comenta Delawalla, poniendo el siguiente ejemplo: ”¿Cómo puedes decirme que no vaya a la boda de mi amiga si tú acabas de ir al cumpleaños de tu sobrina?”.

No lo hagas en caliente.

No saques el tema hasta que te calmes. Respira hondo antes de empezar.

“Empezar la conversación ya enfadado no te dará buenos resultados”, avisa la psicóloga Melissa Robinson-Brown. “Una palabra equivocada o una emoción mal expresada y habrás fracasado”.

Cuéntale lo que te preocupa, no las estadísticas.

“A estas alturas, la gente ya ha decidido si cree o deja de creer en la eficacia de las mascarillas o de limitar el aforo en las reuniones, así que dudo que unas estadísticas vayan a ser tan útiles como expresar tus emociones al respecto”, opina Delawalla.

Habla en primera persona, no en segunda.

Acusaciones como “estás siendo egoísta” o “solo te preocupas por ti mismo” aumentan la tensión y no llevan a ninguna parte. En vez de atacar, prueba a hablar en primera persona para centrar el mensaje en tus sentimientos.

Robinson-Brown propone los siguientes ejemplos: “Me preocupa que hayas quedado con tanta gente hoy” o “Tengo miedo por tu salud, no quiero que cojas el coronavirus”. Si además quieres dar argumentos lógicos para hacerle reflexionar, puedes decir: “Estoy preocupado porque has socializado mucho últimamente y me da miedo que puedas contagiar al abuelo. ¿Puedes ayudarme a entender por qué sigues quedando con tus amigos sin mascarilla?”.

Intenta no juzgar (aunque te mueras de ganas).

Nadie te culpa si tienes ganas de criticar la conducta irresponsable de tus amigos y familiares, pero avergonzarlos o castigarlos solo va a hacer que se pongan a la defensiva. Intenta empatizar con ellos aunque sigas pidiéndoles que reconsideren sus hábitos, recomienda Delawalla.

“Por ejemplo, si un familiar mayor se queja de que las mascarillas son incómodas, dile: ‘Ya, a mí también me molestan. Por eso intento pasar el mínimo tiempo posible en la tienda haciendo la lista de la compra y voy cuando hay poca gente’”.

Si no hace caso, quizás debas dejar de verte con esa persona hasta que sea seguro.

“La realidad es que no vas a cambiar la mentalidad de alguien por mucho que le culpes, chilles o increpes”, sostiene Robinson-Brown. “Si hay alguien en tu familia que no quiere cambiar su conducta, eres tú quien tiene que decidir qué hacer con esa persona”.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.