Diez ‘licencias artísticas’ que sustituyen a los hechos en la serie ‘Chernobyl’

Diez ‘licencias artísticas’ que sustituyen a los hechos en la serie ‘Chernobyl’

HBO

Por Jim Smith, profesor de Ciencias Medioambientales en la Universidad de Portsmouth:

Chernobyl, la coproducción de HBO y Sky que narra los hechos acontecidos en torno al accidente de la central nuclear de Chernóbil en abril de 1986, ha conquistado a la audiencia de todo el mundo.

He coordinado numerosos proyectos internacionales de investigación acerca del impacto del desastre de Chernóbil y he realizado decenas de visitas a la Zona de exclusión que rodea a la central.

El grado de detalle de las localizaciones, los objetos y el atrezo han levantado elogios hacia la ficción por su capacidad para ayudar a que los espectadores se sumerjan en el ambiente de los últimos años de la sociedad soviética, incluidos aquellos que la vivieron en primera persona. Sin embargo, la serie también contiene errores y aspectos que han sido inventados para añadir dramatismo a la historia.

1. El accidente de helicóptero

La trágica escena del principio de la serie en la que un helicóptero se estrella al intentar sobrevolar el reactor, accidente producido aparentemente por la intensa radiación, nunca ocurrió. No obstante, las imágenes tomadas desde los helicópteros en los días posteriores a la explosión muestran cortes y distorsiones generados por la radiación concentrada sobre el núcleo del reactor. Existen, de hecho, informes que revelan que los pilotos contrajeron el síndrome de irradiación aguda al ser alcanzados por la radiación desde sus unidades.

2. El “puente de la muerte”

La lenta e imperdonable respuesta de las autoridades no pudo evitar que los ciudadanos de la cercana ciudad de Prípiat permanecieran en el exterior durante el accidente nuclear e incluso algunos se dirigieran al más tarde denominado “puente de la muerte” para ser testigos del incendio. Sin embargo, no existe evidencia de que hubiera fatalidades, así como tampoco hay pruebas de que las dosis de radiación fueran tan altas como para constituir un gran peligro en ese momento.

3. Enfermedades causadas por la radiación en Prípiat

De hecho, debido a la tardía respuesta sobre el posible peligro, los habitantes de Prípiat recibieron una dosis media de unos 30 milisieverts (mSv) o, lo que es lo mismo, la cantidad producida por tres tomografías de cuerpo entero. En la serie se puede observar una escena en la que varios niños parecen estar afectados por el síndrome de irradiación aguda, a pesar de que los expertos no confirmaron ningún caso entre la población de la ciudad; sí ratificaron, por su parte, síndrome de irradiación aguda en 134 individuos, todos ellos bomberos y operarios de la central.

4. “Estás sentada al lado de un reactor nuclear”

En una escena especialmente emotiva, vemos a una mujer embarazada visitando a su esposo (un bombero afectado por el síndrome de irradiacion aguda) en el Hospital Número Seis de Moscú. Este es uno de los muchos testimonios reales que la serie toma prestados del libro Voces de Chernóbil, escrito por la periodista bielorrusa y ganadora del Premio Nobel Svetlana Alexievich.

Los guionistas dan a entender que el feto absorbió altas dosis de radiación emitida por su padre, lo que acabó posteriormente con la vida del recién nacido. En contraposición, un doctor estadounidense que ayudó a tratar a los trabajadores de la central y a los bomberos afirma que los pacientes no constituían un riesgo significativo para los sanitarios y los visitantes. Además, los estudios elaborados no han encontrado pruebas concluyentes que demuestren que los nacidos tras el desastre se vieran afectados por la exposición a la radiación.

5. Los reactores no son bombas nucleares

El temor a una explosión nuclear en un rango de dos a cuatro megatones debida a la fusión del núcleo del reactor quedó en nada, afortunadamente. En la serie se afirma que el posible colapso destruiría la cercana ciudad de Kiev y convertiría en inhabitable un alto porcentaje del continente europeo. Pero lo cierto es que las plantas nucleares no explotan como si de bombas nucleares se tratase, y mucho menos las centrales termonucleares (como la de Chernóbil) en una escala de megatones. En cualquier caso, una explosión como la descrita no habría destruido ni la ciudad de Kiev ni habría hecho de Europa un lugar inhabitable.

6. Los buzos

Tres héroes se emplearon a fondo para drenar los tanques de agua situados debajo de la cámara de contención primaria para evitar que el combustible nuclear entrase en contacto con el agua, lo que se pensaba que podría causar una explosión. Finalmente, la tarea que realizaron fue en vano, ya que el análisis subsecuente descubrió que los tanques estaban casi vacíos y que la interacción del agua con el combustible podría incluso haber ayudado a que se enfriase.

7. Los pilotos de los helicópteros

Las intrépidas acometidas de los pilotos de los helicópteros para arrojar boro, arena y plomo sobre las barras de combustible fundido probablemente ayudaron a extinguir el fuego del moderador de grafito. Sin embargo, el núcleo del reactor fundido ardió hasta llegar al primer bloque de contención, apagándose gradualmente por sí solo.

8. Los mineros

El loable esfuerzo realizado por los valientes mineros para cavar un túnel bajo el edificio del reactor para instalar un intercambiador de calor que ayudase a rebajar la temperatura del núcleo también fue en vano, pues nunca se llegó a utilizar, ya que el núcleo se enfrió antes de que fuera instalado. El riesgo de que la radiactividad llegase a la capa freática bajo el reactor, situado cerca de un lago y un río, era elevado, aunque no hubiera constituido un gran problema de contaminación de las aguas.

9. Los liquidadores

Los créditos que aparecen al final de la serie insinúan que no se llevaron a cabo estudios sobre las consecuencias sufridas por los cientos de miles de liquidadores que limpiaron la zona tras el accidente. Lo cierto es que se desarrollaron numerosos análisis sobre este grupo, pero no se llegó a demostrar un aumento de la incidencia de cáncer debido a la exposición a la radiación. Es probable que experimentasen un incremento del riesgo de cáncer, pero sería imperceptible en comparación con otras enfermedades a las que tuvieron (y tienen) que hacer frente, como los trastornos cardiovasculares, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol (un problema generalizado en todas las antiguas repúblicas soviéticas).

10. Errores

Los científicos son descritos como los héroes de la serie pero, aunque la audacia de numerosas personas tras el desastre fue digna de admiración (incluida la de muchos científicos), la comunidad científica soviética, junto con el sistema político del país, fue en última instancia la responsable de los errores en el diseño del reactor RBMK (Reáktor Bolshói Móschnosti Kanálny), así como de la ausencia de seguridad y de la imperdonable falta de preparación frente a un accidente de tal magnitud.

Las consecuencias del desastre de Chernóbil no deben ser subestimadas. Muchos estudios realizados con posterioridad han hallado un aumento del cáncer de tiroides, debido principalmente a la ineficacia de las autoridades soviéticas para evitar el consumo de productos contaminados con el radioisótopo yodo-131 en las semanas posteriores al accidente.

Análisis recientes sobre las poblaciones afectadas hasta el año 2015revelaron que 5 000 de un total de 20 000 casos de cáncer de tiroides podrían deberse a la radiación. Aunque es grave, afortunadamente el cáncer de tiroides es tratable en el 99% de los casos. Por su parte, algunos informes señalan que la reubicación de miles de personas, las consecuencias económicas producidas por el abandono de la tierra y el comprensible miedo a la radiación han supuesto un efecto más negativo que las consecuencias directas de la radiación sobre la salud.

Chernobyl es un producto audiovisual magnífico, y la reconstrucción de los hechos acaecidos antes y durante la tragedia es digna de elogio. Sin embargo, no podemos olvidar que es una serie y no un documental. En los más de 30 años que han pasado desde el accidente se han perpetuado multitud de mitos que, sin duda, han obstaculizado enormemente la recuperación de las poblaciones afectadas.

Después de más de tres décadas, la reparación aún está en vías de completarse. Que sea exitosa no dependerá de la emoción y el drama, sino de la evidencia científica. Las pruebas demuestran que, salvo en el caso de los operarios de la central, los bomberos y los pilotos de helicópteros que se vieron expuestos a altas dosis, el peligro de la radiación es insignificante en comparación con otros riesgos para nuestra salud a los que nos enfrentamos cada día.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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