Dime cómo teletrabajas y te diré quien eres

Dime cómo teletrabajas y te diré quien eres

No hay dos maneras de teletrabajar iguales, porque no hay dos personas iguales.

Justin Paget via Getty Images

Las personas evidenciamos cómo somos en cada cosa que hacemos. Ya se trate de la manera de saludar, de la forma en que dialogamos o de la ropa que escogemos. Y el trabajo a distancia no es una excepción. No hay dos maneras de teletrabajar iguales, porque no hay dos personas iguales. Unos seguirán un horario estricto y una rutina estudiada, mientras que otros irán despachando tareas de una manera más caótica. Habrá quien se arregle para trabajar en casa exactamente igual que cuando acudía a la oficina, y también quien escogerá el chándal y las pantuflas como uniforme de teletrabajo. Y lógicamente habrá quien se afanará más, incrementando su productividad, y también quien aprovechará la falta de control para ponerse un poco de perfil y evitar así hacer las tareas más tediosas.

Sea como sea, posiblemente la mejor manera de intuir la personalidad de alguien a través del teletrabajo es por la forma en que aparece ante la cámara durante una videoconferencia. No solo porque esta actividad incorpora nuestra presencia, sino porque es, posiblemente, la herramienta más interactiva y dinámica de las que usamos cuando trabajamos en casa. He aquí algunas de las situaciones que revelan distintos tipos de personalidad en el teletrabajo:

  1. Tus hijos aparecen por detrás de ti, el gato cruza la mesa mientras hablas, o se oye a la abuela de fondo, pidiendo que alguien encienda la tele para ver el serial: eres una persona de puertas abiertas, un extrovertido nato. Tratas a todo el mundo como si fuera de la familia y no te importa compartir detalles como cuánto ganas o cómo ha ido la operación de fístula de tu suegra.
  2. Te has fabricado un set profesional completo. Iluminación cuidada, libros sesudos estratégicamente colocados, una taza de café que combina con el color de la estantería y una planta que alegra el encuadre. Además, te arreglas mucho y hasta te pones colonia: eres narcisista o vas de influencer. Te encanta ser el que más mola de la reunión y recibir piropos por lo bien que das en cámara.
  3. Sales en primerísimo plano con la mitad de la cara fuera de foco, o bien te pones de espaldas a la ventana, con lo que el contraluz hace que no se te vea bien: eres bastante descuidado. La mayor parte de tus cosas están fuera de sitio, nunca encuentras las llaves y tu móvil casi siempre está a punto de quedarse sin batería. Lo cual, por cierto, no parece importarte demasiado.
  4. Tienes todas las tecnologías y herramientas disponibles para el teletrabajo. Mantienes una cuenta en todas ellas, incluso en las que están en beta. Te sabes de memoria los menús de todas las aplicaciones y le dices a todo el mundo lo que tiene que hacer, cómo y cuándo: eres un freak de la tecnología, disfrutas más con las máquinas que con los seres humanos y te dio un subidón cuando te dijeron que tenías que teletrabajar.
  5. Sales con el fondo difuminado, o te has buscado una pared blanca para que nadie sepa cómo es tu casa: posiblemente tienes un apego evitador. No te gusta que los demás sepan de ti ni revelar tus intimidades. Mantienes tus cosas solo para tu círculo íntimo. Eso, o tienes una identidad secreta.
  6. Apagas la cámara con la excusa de que no te funciona o de que no tienes ancho de banda suficiente: vergonzoso irredento, vives de sonrojo en sonrojo. No te gustaría tu imagen aunque fuera la de Chris Hemsworth o Emilia Clarke. De hecho, no hablas durante la reunión a no ser que te pregunten. 
  7. Se te ha olvidado la reunión por videoconferencia: sin comentarios.

Como en tantas otras situaciones, la manera que escogemos para mostrarnos es una decisión consciente, e influye en cómo nos ven los demás. Y constituye una gran oportunidad para explorar nuestra marca personal y mejorarla. Así pues, la próxima vez que te convoquen a una videoconferencia, piensa en cómo te gustaría que los demás te percibieran y obra en consecuencia.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Escritor desde que tengo memoria, directivo durante buena parte de mi vida y siempre un alma intensa. Con el tiempo he ido acumulando gran cantidad de títulos y cargos de los que intento liberarme para ser yo mismo la mayor parte del tiempo. Escribo para aclarar pensamientos o para recordar cosas que considero importantes. A veces lo hago solo porque mis ideas desbordan lo que soy y necesito colocarlas en algún sitio. Pero sobre todo trato de dar sentido a lo que nos ocurre. Por eso soy feliz si alguien encuentra luz o calor entre mis líneas aunque, por fortuna, tengo muchas otras maneras de serlo. Lo que pondría en mi tarjeta de visita, si tuviera una, sería Director Creativo.