Donald, en el fondo del barril

Donald, en el fondo del barril

¿Les suena aquello de gobierno ilegitimo? Donald Trump ha repetido tantas veces esta mentira como Abascal en nuestro país.

Un seguidor de Donald Trump con una imagen del presidente en su mascarilla. RINGO CHIU via Getty Images

Al fondo del barril se vuelven del revés los pulpos agonizantes. Ya lo adelantaba el senador Bernie Sanders hace varios meses, antes incluso de las elecciones: “Trump dirá que ha ganado. Cuando cuenten los votos por correo dirá que las elecciones son un fraude”. Hace un tiempo que en las conversaciones norteamericanas sale a relucir ese runrún de guerra civil, que aquí tampoco nos es ajeno. En el interior del barril estadounidense, los ideales y la realidad nunca estuvieron tan lejos. La ultraderecha ha conseguido un doble discurso de ensueño, donde por un lado habla a los olvidados y por otro protege los intereses de las grandes élites financieras. Una sátira entre apariencia y fondo que le procura un éxito popular y también sistémico. Pongámonos en situación. El frío hiela el cristal de un coche destartalado en el jardín de una casa ruinosa en mitad de la nada, unos kilómetros más adelante otra casa igual con lavadoras y electrodomésticos oxidados en el porche, y otra casa y otra casa a lo largo de la calle. Calles y más calles que pueblan todo el país, donde habitan personas que llevan generaciones malviviendo, sin ninguna opción de engancharse al sueño americano.

Hace cuatro años, por fin un candidato les habló a ellos directamente, les dijo claramente que sus penurias, tal y como siempre habían sospechado eran por culpa de la globalización, de las minorías; los chinos, los latinos, los negros… Estos les estaban arrebatando su opción de una vida mejor. Curiosamente, Trump no les prometió que iba a legislar a favor de una mayor cobertura sanitaria y social ni que iba a reforzar las becas de estudios, sino que señaló al extranjero como el principal enemigo de sus problemas. Así se maneja también Vox en España, con un fuerte sentido identitario que deja paso a las conjeturas más inverosímiles.  ¿Les suena aquello de gobierno ilegitimo? Donald Trump ha repetido tantas veces esta mentira como Abascal en nuestro país. Estos políticos han alimentado a las teorías de la conspiración con una misma táctica y los medios de comunicación han permitido que sus artimañas fluyan, sin ponerles pega en multitud de ocasiones.

Al otro extremo de esa turba violenta que ha asaltado el Capitolio, están los relevantes, esas élites financieras que se mueven cómodas ante las políticas de Trump y financian sus ideales, ya que él mismo es uno de ellos. Un reflejo del modus operandi de los líderes de Vox en España.

La noche de insurrección estadounidense nos ha dejado tuits tan desafortunados como el del secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, intentando hacer ‘trumpismo’ en esta situación de caos. ¿Cómo se atreve? El PP debería reflexionar y propiciar también un cisma dentro de su partido, al igual que le tocará hacer ahora a los republicanos en Estados Unidos; la partición entre los seguidores del ala más extremista, lindando con Vox, y los neoliberales europeístas.

Al señor Egea habría que aclararle que lo comentado en su tuit no tiene relación con lo sucedido esta pasada noche, de hecho, nada en absoluto, ya que la manifestación pacífica alrededor del Parlamento andaluz fue un símbolo de protesta ante el escenario de que un partido fascista tuviera las llaves de la gobernabilidad del Palacio de San Telmo. Por cierto, gobernabilidad avalada gracias a la connivencia del grupo político de Egea. Lo de anoche fue un asalto al Capitolio, a la democracia, un asalto a la verdad, pero los populares parecen curtidos en este último aspecto de manera siniestra, tanto como para permitirse manifestaciones ruborizantes en los medios sociales.

Literalmente, les quieren borrar del mapa, al igual que los asaltantes al Capitolio anoche querían borrar la democracia porque sí

Por terminar de colocar los puntos sobre las íes, me adelanto también a los disparates que vendrán, porque nadie dude que la maquinaria de los medios de comunicación en España tirará de paralelismos imposibles para hacer piruetas comparativas. Seguro que recurrirán a los escraches para ejemplificar la barbarie ocurrida en Washington, pero es necesario tener presente que estos son una forma de protesta durante un tiempo determinado a causa de un hecho concreto. Por ejemplo, lo que pasa todos los días delante de la casa del vicepresidente del Gobierno y la ministra de Igualdad no se ajusta a esta definición, así que no se trata de un escrache, sino de un acoso sistemático por una cuestión ideológica. Literalmente, les quieren borrar del mapa, al igual que los asaltantes al Capitolio anoche querían borrar la democracia porque sí.

Al fondo del barril se aprecia la verdadera naturaleza del monstruo, resistiéndose a la derrota como un animal desesperado. En la oscuridad de estos días, más que nunca, hay que enarbolar la bandera democrática, la bandera antifascista.