Dos almas catalanas en la izquierda española

Dos almas catalanas en la izquierda española

Tanto el PSOE como Podemos están condicionados por sus hermanos catalanes, el PSC y En Comú Podem, en plena crisis territorial y mirando a la investidura.

Miquel Iceta y Ada ColauGTRES

La izquierda española tiene dos almas que parlen català. Tanto el PSOE como Unidas Podemos, que están a punto de cerrar la estructura del primer Gobierno de coalición desde la II República, tienen integrados partidos estrictamente catalanes: el PSC y En Comú Podem. Su existencia condiciona los pasos en Madrid, donde sentarán en el Congreso a 19 diputados (12 socialistes y 7 comuns) y a algún que otro nombre en La Moncloa.

El PSC, que nació en 1978 tras la fusión de tres partidos socialistas en Cataluña, ha marcado en varias ocasiones el rumbo del PSOE y condicionado los planes del partido.

“Aquí cuesta abrir un debate nacional, porque nos desangramos por diferentes federaciones”, reflexiona a El HuffPost un excargo del grupo parlamentario en el Congreso. Y la realidad le da la razón.

Un ejemplo de esta tensión territorial en el seno socialista es la intención los dirigentes del PSC de que se reconozca a Cataluña como nación y a España como un país plurinacional, pluricultural y plurilingüe que se consolide como un auténtico Estado federal.

Pero ese discurso hace saltar las alarmas en el resto del partido. Y una de las primeras en abrir la herida ha sido la expresidenta socialista de Andalucía Susana Díaz, quien ya ha dicho que estará “enfrente” de quien plantee “declararse nación para ser Estado”.

El PSC lo incluirá en el documento marco que el partido quiere aprobar en su XIV congreso, que se celebrará entre el 13 y el 15 de diciembre. Pero la secretaria general de los socialistas andaluces dice que están tranquilos porque el presidente del Gobierno “tiene muy claro que el marco de convivencia es la Constitución española, la unidad de España y la defensa de la democracia”.

Aquí cuesta abrir un debate nacional, porque nos desangramos por diferentes federaciones
Un excargo del grupo parlamentario en el Congreso

Los coqueteos del PSC con el independentismo han molestado casi siempre al resto de socialistas. Y aun así, es previsible que vuelva a situar a algún peso pesado o bien en el Gobierno o bien en el algún puesto institucional clave, como el que ha ocupado Meritxell Batet al frente del Congreso de los Diputados y Manuel Cruz del Senado. Pero los socialistes apenas tenían alternativa para sobrevivir en la  Cataluña del procés.

En 2012, en lo peor de la crisis y con la banca española recién rescatada, la masiva manifestación de la Diada convocada por la ANC fue el punto de inflexión del soberanismo. Su eclosión arrasó el sistema de partidos catalán y cambió el eje de competición electoral: del clásico izquierda-derecha al territorial.

El terremoto que provocó el millón y medio de personas que reclamó que Cataluña sea un nuevo Estado en Europa fue de tal magnitud que removió al PSC y al resto de partidos. El entonces líder de los socialistas catalanes, Pere Navarro, incluyó en el programa electoral de los comicios autonómicos de ese año el “derecho a decidir a través de un referéndum acordado en el marco de la legalidad”. Algo que el PSOE rechaza por completo.

Este fue el momento de máxima tensión entre Ferraz y el PSC y culminó con la declaración de Granada, que apuesta por una España federal y que alumbró la ejecutiva que dirigía Alfredo Pérez Rubalcaba. Aunque no ha sido el último. En la campaña para el 10-N, los socialistas obviaron la referencia a este declaración en el programa electoral y el PSC tuvo que recordarlo.

Este movimiento del PSC ya ha provocado el rugido irónico de Junts per Catalunya. La diputada electa Laura Borràs ha reprochado al PSC que hable de Cataluña como nación ahora, en sus documentos congresuales, y no lo sacara a colación durante la campaña electoral del 10-N.

Además se produce justo cuando los independentistas de ERC han consultado este lunes a sus bases si deben apoyar la investidura del líder del PSOE. Y el resultado -alineado con las tesis de la dirección- ha sido claro: un 94,6% de los militantes son partidarios de rechazar a Sánchez si los socialistas no activan una mesa de negociación entre el Gobierno y la Generalitat.

La abstención de Esquerra es la única salida que ven viable en Ferraz mientras Ciudadanos se mantenga en el no. Y, por ello, la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, ya ha acordado con Gabriel Rufián reuniones para dialogar sobre Cataluña entre ambas formaciones.

Oriol Junqueras ha incidido este lunes en esa condición y ha avisado desde prisión, a través de un cuestionario a una emisora vasca, de que su partido se mojará por Sánchez solo si establece una “mesa” de negociación para poner el “conflicto entre Cataluña y España en la vía de una solución democrática”.

El seny En Comú de Podemos

Podem es el alma catalana de los morados y está integrada en la coalición con En Comú. Es más joven que la socialista, aunque también condiciona a los de Iglesias en Madrid y en el resto del país. Es muy posible que la futura cartera de Universidades de ese Ejecutivo de coalición recaiga en algún común, según comentan a El HuffPost fuentes próximas a la cúpula de Unidas Podemos.

“En Podemos, a diferencia del PSOE, no hay federaciones, hay autonomía de verdad”, cuentan fuentes destacadas del partido. El espacio morado en Cataluña se configura en 2015 alrededor del proyecto de la alcaldesa Ada Colau en Barcelona, donde se hizo con la alcaldía en las municipales de ese año y en las que Podemos no concurrió.

La dimisión el año pasado del líder de la coalición Xavier Domènech es la culminación del pinchazo electoral que sufrieron en las catalanas de 2017, las elecciones que convocó el expresidente Mariano Rajoy cuando aplicó el artículo 155 de la Constitución. Entonces dijo que los resultados “en unos momentos extremadamente difíciles” no fueron los que querían y esperaban, y asumió su responsabilidad.

La salida de Domènech se unió a la del secretario general de Podem, Albano Dante Fachín, tras la fugaz declaración de independencia en el Parlament y la intervención de la autonomía catalana con el artículo 155 de la Constitución. El exlíder catalán irritó a Iglesias por acercarse demasiado al soberanismo e iniciar un diálogo con las fuerzas soberanistas en lugar de consultar a la militancia para coaligarse con En Comú en aquellas elecciones que se celebraron en un momento “de excepción”.

A Podemos le parecería estupendo que hubiera una hipotética cohabitación en el Consejo de Ministros de un común y un miembro del PSC, ahora que los socialistas quieren de nuevo que Cataluña sea reconocida como nación.

Justo cuando se está negociando el Gobierno, “los comunes no están presionando”, explican en el partido, a pesar de que Cataluña atraviese a la izquierda en España. No obstante, Pablo Iglesias ha terminado cediendo y en el preacuerdo de Gobierno que ha firmado Sánchez se estipula que la cuestión catalana se resolverá “dentro de la constitución”.