Dos palabras

Dos palabras

'Palabra de judío' es una novela que intenta reflejar que los problemas religiosos y de convivencia se podían superar con amor y respeto.

Octavio Paz escribió El hombre es las palabras. Siempre he creído que hablando se entiende la gente y que los puentes entre culturas, religiones y comunidades que en principio se consideran distintas se basa en el diálogo, en el intercambio de palabras. Porque cuando hay la voluntad de entenderse y lo que se pretende es un acercamiento hacia el otro, el que piensa e interpreta el mundo de un modo distinto al tuyo -que no es ni peor ni mejor, tan solo distinto- las palabras que vayamos a utilizar son muy importantes. Creo que estamos en un momento en el que conviene volver a reivindicar su fuerza, su poder, su valor y lo que atesoran, las palabras. Tengo la sensación de que, como las tenemos tan a mano, las hemos utilizado de distintas formas, no siempre del modo adecuado, a veces de malas maneras con intereses poco dignos. Hasta el punto de que las hemos corrompido, se han desvirtuado e incluso las hemos vaciado de contenido.

Es muy grave llegar a la certeza de que las palabras no significan nada, de que se las lleva el viento, que no puedan tener la consideración que tuvieron antaño, cuando alguien nos daba su palabra era sagrada. Y ver que con el paso de los años han caído en el olvido y que como nos salen cuando abrimos la boca, a veces las decimos sin pensar. Y ahí está el problema. No se piensa en cómo decimos las cosas. No se piensa en escoger bien las palabras que utilizaremos para hablar con otra persona. Es curioso que solo sea así cuando se trata de herir voluntariamente al otro. Las grandes crisis de las sociedades que se han escrito -con palabras, por cierto- a lo largo de la historia, han sido crisis de palabras. El hombre deja de funcionar cuando el apalabramiento no funciona. Cuando no se respeta la palabra dada, ni la escrita.

Aristóteles distinguía al hombre del resto de los seres vivos por la palabra y por el uso que hace de ella. Por la capacidad que tiene de razonar, de verbalizar lo que siente, lo que ve, lo que vive, lo que le rodea... poner en palabras el hecho de vivir. Existió un teólogo y monje de Montserrat, fallecido en noviembre de 2018, que se llamaba Lluís Duch, que defendía una teoría basada en el buen uso de la palabra. Sostenía Duch la idea de que para comprender a Dios, que es el mismo tanto para judíos como para cristianos, primero se debe entender al hombre. Y el entendimiento entre hombres y mujeres que tenían diferentes creencias, pero compartían los mismos valores era posible. Antes y ahora.Y creo que es un pensamiento a tener en cuenta, y no solo para asuntos religiosos. En mi última novela Palabra de judío (Planeta, 2020) he intentado reflejarlo.

Esta novela parte de la voluntad de dar continuación al relato que quedaba abierto al final de El puente de los judíos (El Andén, 2007). Hace ya años que, con esta intención, me puse manos a la obra con la idea de construir una historia que continuara descansando en la imagen de un puente que se va construyendo, que se va rehaciendo piedra a piedra, físicamente, pero que, al mismo tiempo, es un puente que se alza metafóricamente entre dos culturas, dos religiones, dos formas de entender el mundo que son importantes en nuestro país. Y reflejar los problemas que conlleva esta empresa. El hecho de que las dos religiones estén basadas en un libro sagrado —la Biblia y la Torá— y, por lo tanto, en el poder de las palabras, a veces con la misma raíz, las hace más próximas a pesar de la firme voluntad de distanciarlas.

La Cataluña medieval del siglo XIV fue determinante entre cristianos y judíos, y eso trastocó las relaciones entre los creyentes. Querían entenderse y podían entenderse, porque no había nada que lo impidiera. Por el contrario, solo la actitud de las personas que tenían una representación o una autoridad en la religión dominante que infundía miedo, sembraba dudas y amparaba a quienes, en nombre de ciertas creencias, actuaban impunemente contra los que tenían otras y eran minoría.

Palabra de judío es una novela que intenta reflejar que estos problemas religiosos y de convivencia se podían superar con amor y respeto.Y son mucho más que dos palabras.