Duelo en medio de la pandemia

Duelo en medio de la pandemia

El duelo es un proceso cuya razón de ser es la adaptación de la persona a la nueva situación frente a la pérdida de un ser querido.

Un funeral en Brasil durante la pandemia. Buda Mendes via Getty Images

El duelo es un proceso que tarde o temprano todos los seres humanos en su vida experimentan. Cuando hay un fallecimiento de un individuo, sea repentino o no, lleva consigo una fuerte sensación de pérdida y desconsuelo.

Desde el ámbito de la psicología el duelo es concebido como la respuesta ante la pérdida, cuyo grado de intensidad y sufrimiento dependerá de la forma de pensar de cada individuo; es decir, que la mente interfiere sustancialmente en la expresión y el desarrollo del mismo. Cabe destacar evidentemente, que también el tipo de relación que la persona tenía con el difunto aumentará o disminuirá dicha expresión.

Síntomas

El duelo se caracteriza según el reconocido psiquiatra H.I.Kaplan y autor mundial sobre el tema del duelo, por una sensación de aturdimiento y perplejidad ante el hecho ocurrido cuando un ser querido ha fallecido.

También lo caracterizan:

  • El dolor y malestar
  • El llanto y los suspiros
  • La pérdida del apetito, peso y sueño
  • Sensaciones de debilidad
  • Dificultades para concentrarse
  • Fenómenos e ilusiones respecto al fallecido, como sensación de su presencia

Otro aspecto característico del duelo es el de la negación, donde el doliente actúa como si la persona fallecida no hubiera muerto.

Etapas

Por otra parte, existen varias etapas en el duelo, de acuerdo con el doctor John Bowly:

  • Entumecimiento o aturdimiento. En esta etapa se dificulta la capacidad para procesar la información de que la persona ha fallecido, esto puede durar horas o hasta algunos días. Como una especie de anestesia sensorial la persona actúa como autómata y es posible que la persona haga cosas que luego no recuerde que las realizó tiempo después.
  • Añoranza y búsqueda: Puede durar varios meses, esta etapa se caracteriza por la aparición de un llanto fuera de control donde se añora y se busca desesperadamente y con gran ansiedad a la persona fallecida.
  • Igualmente, se dan alteraciones del sueño. La ira ante posibles culpables, sean situaciones, personas o dioses también se dan en esta fase del duelo.
  • Desorganización y desesperanza: Puede durar un año o poco más, en esta fase el doliente se enfrenta a la realidad aceptando la pérdida y reconoce que debe adaptarse a su nueva realidad. De no ser así, es posible caer en adicciones nocivas para la salud, como el abuso del consumo del alcohol, consumo de drogas, etc.
  • Reorganización: Por último, si las anteriores fases se han manejado bien por parte del doliente, se acepta la pérdida de una manera sana, realista y sin perjuicio para sí mismo. En esta fase ya habrían transcurrido de uno a tres años después del fallecimiento. Aquí, la persona retoma el camino de su vida adaptándose de manera consciente a su nueva realidad sin su ser querido.

Duelo en tiempos del COVID-19

Actualmente nos topamos con una situación que las personas de este nuevo milenio no habían experimentado. Nos encontramos ante una pandemia global por un virus llamado COVID-19. Esta nueva pandemia nos afecta a todos y en todos los ámbitos, se han visto afectados los empleos de las personas, la economía, y ha causado muchas muertes. Esta pandemia que actualmente vivimos ha ocasionado que no sólo muchas personas hayan muerto inesperadamente, sino que también sus seres queridos se encuentren en una situación en la que no han podido despedirse de los mismos ni han podido realizar su ceremonia de despedida de acuerdo a sus creencias o religión.

En este contexto, el manejo del duelo se dificulta, ya que las muertes fueron indeseadas, sorpresivas y sin posibilidad de despedida tanto para la persona que lamentablemente falleció como para sus seres queridos.

Características

Vamos a describir los componentes y aspectos que pueden complicar este proceso de duelo:

  • El modo de morir: Procesamos de diferente manera si la persona muere de manera natural a si lo hace inesperadamente. Un gran sufrimiento añadido es que el acompañamiento no ha sido posible, ni durante la enfermedad ni en el momento de la defunción de nuestro ser querido.
  • Privación de las ceremonias de despedida: Pueden llegar a presentarse emociones de impotencia, de culpa, y/o de rabia por no haber podido estar presente en los ritos fúnebres o de adiós.
  • Implicación en los cuidados: Si la persona que es familiar del fallecido ha estado al cuidado puede que aparezcan pensamientos de culpa como “no hice lo suficiente”, “pude ser yo el que le contagió”, “tendría que haberle acompañado hasta el final”... También en los casos en los que el familiar fallecido estaba en una residencia, “debí haber ido más a visitarlo”, “al visitarlo le contagié”, “debí traérmelo a casa”...
  • Ausencia de apoyo familiar o social: Esta falta de apoyo aumenta la probabilidad de que el sufrimiento sea mayor.
  • Varías pérdidas en el mismo tiempo: Si ocurrieron varias pérdidas de familiares o de personas cercanas, es posible que la intensidad de las emociones negativas se incremente. De este modo pueden aparecer pensamientos catastrofistas, de desesperanza, de rabia, de impotencia, de indefensión y también de falta de control.
  • Confluyen otros problemas: Si además se presentan problemas económicos y laborales por la crisis sanitaria, estos aumentarán el malestar e la sensación de incertidumbre.

Cómo abordar este tipo de duelo

El duelo es un proceso cuya razón de ser es la adaptación de la persona a la nueva situación frente a la pérdida de un ser querido.

  • Conviene hablar de la pérdida. Identifica cómo te sientes, cuáles son tus emociones, y tus pensamientos acerca del fallecimiento de tu ser querido. Lo normal, natural y sano es que te sientas triste. Que llores, que tengas ira, culpa, etc. Si lo ves oportuno expresarlas delante de personas de tu entorno, ventila tus emociones negativas, déjate apoyar, y acompañar en la medida de lo posible, aunque ahora no puedas abrazar y besar algunos de tus seres queridos.
  • Dale tiempo. El duelo es un proceso y, por tanto, necesita tiempo para su desarrollo. Lo habitual es que aparezcan momentos donde tenemos la sensación de no progresar, incluso volver hacia atrás. Es lo normal en el proceso de duelo.
  • Vuelve a tus rutinas. Conviene que sigas tus rutinas que te permitan centrar la atención en otras áreas de tu vida, y así evitar un pensamiento único negativo. Dentro de estos hábitos diarios debes incluir actividades de disfrute y gratificantes, no te castigues.
  • Centrarte en el momento presente, en tu día a día.
  • Prepara una despedida de tu ser querido fallecido. Claro está que, dentro de las posibilidades actuales, recopila fotos, recuerdos agradables y agradece el haber podido compartir parte de tu vida con esa persona. Participa y comparte con otros amigos y familiares anécdotas y experiencias junto a la persona fallecida. Lleva a cabo pequeños ritos de despedida del difunto: elabora una carta de despedida, haz un “altar” con fotos, velas, flores, y recuerdo.
  • Atento a los próximos aniversarios, celebraciones familiares, eventos, en las que la persona fallecida ya no estará presente y, si bien es recomendable participar de ello, también es bueno que se dé permiso y acepte que no será igual que en fechas anteriores.
  • Cada uno lo siente a su manera. Evita compararte con cómo están reaccionando otros amigos y familiares del difunto. Sé paciente y condescendiente contigo mismo y con las otras personas que te dicen qué o cómo debes sentirte. Cada persona tiene una manera de sentir y de relacionarse con sus emociones frente a la perdida. Incluso personas que han sufrido la misma pérdida la vivirán de manera diferente.
  • Si necesitas ayuda, pídela. No siempre podemos abordar las situaciones difíciles solos sin el apoyo de nadie. Pedir ayuda no te hace más débil, te hace más humano.
  • Toma de decisiones dentro de tu cotidianidad. Sin embargo, en las decisiones importantes puedes postergarlas hasta que te encuentres más sereno.
  • Relaciónate, no te aísles. Mantén contacto con amigos, vecinos, compañeros de trabajo, si bien si no estas con ánimo puedes restringir los horarios, la frecuencia, etc., ya que también necesitará tiempos de soledad.
  • Vive. Date permiso para continuar con tu vida sin culpabilidad. Esto no quiere decir que vayas a olvidar de tu ser querido, ni que vayas a dejar de quererlo. Debes permitirte sonreír de nuevo, a tu ser querido sin duda le hubiera gustado que sea así.

Cuando pase esta crisis del COVID-19

Te recomendamos llevar a cabo, por parte de la familia, actos formales o ceremonias especiales para despedir al difunto, con la participación de todos los suyos. De este modo evitaremos que el sufrimiento quede solo en el interior de cada afectado, condicionando negativamente la elaboración sana del duelo. Los rituales son parte del proceso de recuperación del duelo de los sobrevivientes. Así podemos evitar un duelo patológico y complicado.

Cuándo pedir ayuda a un psicólogo

Si pasados dos o tres meses sientes que estas estancado en un malestar muy intenso, sería conveniente acudir al psicólogo. No dudes en hacerlo si experimentas algunas de estas situaciones:

  • Si la negación de la situación de pérdida se mantiene después de los meses.
  • Si la tristeza, pena, desesperanza o ira al enfrentar la frustración de la pérdida es inabordable, existe la culpa con autorreproches, hay ansiedad desmedida, temor intenso a pensar en el futuro, sensación de soledad, de inseguridad… y todo ello perdura por meses.
  • Si hay abuso de sustancias como alcohol y drogas, conductas adictivas como ludopatía, abuso de tecnología, etc.
  • El duelo puede que se alargue por las circunstancias tan especiales que vivimos. Busca la ayuda profesional de un psicólogo.