El 'Acuerdo del Siglo': así es la propuesta del 'yernísimo' de Trump para poner paz entre palestinos e israelíes

El 'Acuerdo del Siglo': así es la propuesta del 'yernísimo' de Trump para poner paz entre palestinos e israelíes

Plantea invertir 50.000 millones de dólares en 10 años para reactivar la economía palestina y de los países árabes vecinos, pero sin hablar de derechos políticos.

Jared Kushner, el yernísimo del presidente de EEUU, Donald Trump, lleva meses un poco perdido de la primera línea de la Casa Blanca en la que ejerce, además de como marido de Ivanka, como asesor de su suegro. No, no había caído en desgracia como tantos otros, sino que estaba preparando un proyecto llamado Paz para la Prosperidad, más conocido como Acuerdo del Siglo, que pretende algo tan complicado como poner paz entre palestinos e israelíes, un conflicto viejo de 71 años.

Lo que no han podido más de un cuarto de siglo de negociaciones y procesos de paz lo quiere lograr este treintañero de Nueva Jersey, con el riñón bien cubierto por los negocios inmobiliarios de su familia, judía, que llegan incluso a las colonias ilegales que Israel extiende por Cisjordania y el este de Jerusalén, territorio ocupado a Palestina según el derecho internacional.

De partida, Kushner ya contaba con un exceso de equipaje vital para ser precisamente él la persona indicada para redactar un acuerdo justo y razonable. Complicado no inclinarse en favor de su “amigo Israel”, en sus propias palabras. Y de término, la evidencia se ha hecho carne: como toda su familia, como el propio Trump, el asesor especial ha acabado cuajando un documento meramente económico, en el que no figuran ninguno de los problemas troncales sobre los que el conflicto pivota desde hace décadas: el estado palestino, Jerusalén como capital, fronteras, seguridad, refugiados, recursos naturales, colonias ilegales...

Este martes y miércoles, en el marco del Foro Económico de Manama, en Bahrein, Kushner presentará su documento -del que este fin de semana ya que han conocido detalles esenciales-, en un intento de lograr apoyos, o sea, dinero. En la mesa no habrá representación ni de los palestinos (que no han sido invitados) ni de los israelíes (que con la repetición de elecciones en septiembre prefieren no tocar mucho el tema, por si salpica demasiado a los candidatos). Las posibilidades de éxito, tras tantas expectativas creadas, son prácticamente nulas.

Lo que propone Kushner

El Acuerdo del Siglo es una propuesta económica, la primera fase de un proyecto mayor que debe poner fin al conflicto entre vecinos. Trump dio a Kushner el encargo de lograr un “acuerdo definitivo” y este es el “paso inicial”, dice EEUU.

El “proyecto más ambicioso impulsado hasta la fecha para el pueblo palestino”, como lo llama Ivanka Trump -también asesora de su padre-, propone la inversión de 50.000 millones de dólares en la próxima década. Algo más de la mitad del dinero se invertiría en zona palestina y el resto, en Jordania, Líbano y Egipto, países fronterizos donde la presencia de refugiados palestinos es elevada.

Con ese dinero se quiere crear un millón de empleos, rebajando el paro entre los palestinos del 30% actual -la cifra sube al 40 o 42% en Gaza- hasta que tenga sólo un dígito. La tasa de pobreza, del 80%, pasaría a la mitad “si se implementa el acuerdo de manera correcta”, señala la Casa Blanca.

El texto recoge 179 propuestas concretas, proyectos con los que se pretende expandir las exportaciones palestinas, mejorar su acceso a internet, al agua potable, el gas natural, los servicios sanitarios o educativos y optimizar la formación laboral de sus ciudadanos. Entre las ideas más llamativas está la de crear un corredor entre Gaza y Cisjordania -hoy desconectadas, pese a estar a una hora en coche-, que cuesta 5.000 millones de dólares.

Todo esto se pagaría, propone Kushner, con dinero que aporten países a los que en Bahréin se va a rogar que se rasquen el bolsillo, sobre todo los del Golfo Pérsico, y con inversiones privadas sin especificar.

La casa por el tejado

Una de las primeras críticas que ha obtenido el proyecto, más allá de que procede de una persona interesada en que una de las partes salga ganando, es que prima el dinero sobre los derechos políticos del pueblo palestino, que supone empezar la casa por el tejado.

Kushner defiende que “el lado político y el económico son esfuerzos muy fuertes y hacerlos al mismo tiempo sería muy duro así que creo que era necesario dividirlos. Así que la pregunta era: ¿cuál debe ir primero? Pensamos que era mejor poner el plan económico primero, que es menos polémico. Dejar que la gente lo estudie, dé su opinión. Intentar terminarlo si todos podemos ponernos de acuerdo en cómo debe ser en caso de que haya un acuerdo de paz”.

Su apuesta, insiste, no es sólo “cosa de dos”, sino de “muchos” beneficiarios en la región. “Si puedes conseguir que toda la zona comience a levantar cabeza... A la economía de Israel ya le está yendo fenomenalmente bien, pero si integras todo y eres capaz de lograr un flujo más rápido de bienes y de personas; y la gente tiene capacidad de invertir en educación e infraestructura y todas la diferentes áreas que son necesarias para la industria, en vez de hacerlo en balas y guerras, entonces creo que eso llevará a un gran incremento de la inversión en esa zona”, afirma.

El yerno de Trump olvida, primero, que todo lo que propone mejorar podría efectivamente hacerlo si acabase la ocupación, que impide la construcción de polígonos industriales cercanos a colonias; que acaba en demoliciones de proyectos educativos pagados con dinero de la cooperación internacional; que hace haya muy pocos permisos sanitarios para que enfermos de Gaza (sometida a bloqueo desde 2007) se traten en Jerusalén... Por poner tres ejemplos.

También se despista al hablar de plan “pionero”, porque ha habido ya otras propuestas económicas en el pasado reciente, intentando mejorar las condiciones de vida de los palestinos como paso previo, y siempre han encallado con la política, con la base: estado, soberanía. Notable fue el fracaso del plan que John Kerry, secretario de Estado con Barack Obama, que en 2013 apenas pidió 4.000 millones de dólares. El dinero no llegó. No sólo Kerry: enmendar la situación con dólares ha sido también una idea del Cuarteto de Madrid para Oriente Medio o el Banco Mundial.

Kushner “no representa un nuevo enfoque, sino una suma de todas las ideas generadas en la última década y que no han ido a ningún lado por razones políticas”, resume el analista Joel Braunold. Es imposible, recuerda, normalizar la industria o el comercio cuando Israel controla el 62% del territorio cisjordano (la llamada zona c) o cuando los pasos fronterizos no se abren y los controla Israel.

Lo que le falta

Aunque la visión de “la economía primero” pueda venderse como puro pragmatismo, la realidad lo desborda todo. Como informa Reuters, se deja mucho atrás como para poder prosperar. A saber:

- El estatuto de la ciudad de Jerusalén, que abarca lugares sagrados para el judaísmo, el islam y el cristianismo, la capital triplemente santa, que Israel y Palestina quieren como capital de sus estados.

- El establecimiento de fronteras mutuamente acordadas.

- Encontrar las debidas condiciones de seguridad para evitar los temores de Israel sobre los ataques palestinos y de sus hostiles vecinos.

- Abordar las demandas de los palestinos sobre la creación de un Estado y el fin de la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel desde hace décadas.

- Encontrar una solución a la difícil situación de millones de refugiados palestinos, cinco según la Agencia de Naciones Unidas que los atiende, UNRWA.

-Acuerdos sobre el uso compartido de recursos naturales escasos, como el agua.

-Los palestinos exigen que Israel desmantele los asentamientos en Cisjordania de los más de 400.000 israelíes que viven entre aproximadamente 3 millones de palestinos, y los otros 200.000 colonos israelíes en Jerusalén Oriental. Son datos de Naciones Unidas.

EEUU, con Obama, aceptó que la única solución a este conflicto era la de dos estados, uno palestino y uno israelí, viviendo en paz y respeto mutuo. Un discurso que hasta el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, había asumido en 2009. De eso no hay una palabra en el texto de Kushner. Ya dijo hace meses que no iba a entrar en ello, pero tampoco ha dicho en qué fase empezaría a calibrar todo y qué derechos se le podrían reconocer a los palestinos.

Pocos, si seguimos la línea de la Administración Trump de estos meses: apertura de su embajada ante Israel en Jerusalén y reconocimiento de la ciudad como capital única e indivisible de Israel; cierre de su legación diplomática ante los palestinos en Jerusalén, recortes en ayuda humanitaria; veto de varias resoluciones contra Israel, sobre todo por ataques contra Gaza... “Estamos junto a nuestros amigos y aliados. Y por encima de todo, hacemos lo correcto”, como repite Kushner en sus visitas a la zona.

Hasta formalmente la propuesta causa sonrojo. EEUU lo ha redactado todo en un folleto de lujo en el que se emplean imágenes de USAID, la agencia de cooperación norteamericana. Como ha destapado Braunold, en ellas salen palestinos que precisamente han visto sus visas rechazadas por Washington, que han visto cómo los proyectos que les ayudaban a vivir han sido desmantelados por el recorte en fondos de EEUU. “Es insultante”, resume.

Lo que dicen las partes en litigio

Es fácil entender, por todo esto, que los palestinos estén notablemente enfadados con el yerno de Trump. Hanan Ashrawi, miembro histórica de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ha pedido que EEUU empiece por acabar con el bloqueo de Gaza, que cese la ocupación, que se les devuelvan sus recursos naturales... “y luego vemos cómo levantar una economía próspera como pueblo libre y soberano”.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, reiteró esta posición el sábado. ante el comité central del Fatah. En un comunicado, dijo que “la situación económica no tiene que ser discutida antes de haya una discusión sobre la situación política, y mientras no haya discusión sobre la situación política, no hablaremos de ninguna situación económica”.

No habrá en el encuentro de Manama ninguna representación palestina, mientras que Israel ha declinado enviar a representantes del Gobierno, pero sí que irán empresarios e instituciones privadas y exfuncionarios israelíes, informa la Agencia EFE, que ha constatado que habrá en la cita seis informadores de este país, pese a lo restringido de los permisos para acudir. La opinión pública israelí no le está dando ninguna importancia al asunto.

La representación oficial será escasa. El Líbano, un país clave en el conflicto, no estará presente, como tampoco lo estarán otros países árabes, como Irak o Kuwait. Dos actores fundamentales de la región, Jordania y Egipto, han optado por enviar delegaciones encabezadas por viceministros.

Los que sí han respaldado la iniciativa estadounidense son Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, países que visita en estos momentos el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.