'El colapso', la serie que nos define como especie
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'El colapso', la serie que nos define como especie

"Los relatos de cada capítulo en Filmin tienen una destacada entidad individual, mucha vida, que suman a la composición global de la ficción".

Filmin

En uno de los textos que componen La sociedad del cansancio, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han se refiere a lo efímero de la vida humana: “Nada es constante y duradero (…) La desnarrativización general del mundo refuerza la sensación de fugacidad”. La serie francesa El colapso, estrenada en Filmin, nos muestra la parte más vulnerable del sistema por el que nos regimos como grupo, y sin el cual en un principio nos sentiríamos desnudos, envueltos en nerviosismo e intranquilidad.

Ocho episodios grabados en plano secuencia, donde asistimos a un suceso, desconocido para el espectador, que provoca el colapso de la sociedad. Así, los capítulos sitúan la acción en diferentes localizaciones y personajes durante los días posteriores al incidente, distanciándose en el tiempo progresivamente a razón de cada historia.

Como reflexiona Han en sus escritos, para los personajes de El colapso sobrevivir se convierte en algo absoluto, sustituyendo el sentido de ‘la buena vida’ previa por un estado de guerra permanente. Un sálvese quien pueda que adquiere mayor efecto ante el contexto actual de crisis de la COVID-19.

Los relatos de cada capítulo tienen una destacada entidad individual, mucha vida, que suman a la composición global de la serie

Los episodios, de un metraje en torno a los veinte minutos, consiguen el milagro de dotar de personalidad al conjunto de la obra sin repetir parámetros en la construcción narrativa. Los relatos de cada capítulo tienen una destacada entidad individual, mucha vida, que suman a la composición global de la serie.

El colapso bebe a nivel literario del desasosiego de Ensayo sobre la ceguera (José Saramago) o La niebla (Stephen King), e incluso tampoco desentonaría en ella aquello que figuraba en La carretera de ‘¿Aún seguimos siendo los buenos?’, como reflexión interna de algunos personajes para constatar que además de hacer lo que deben para sobrevivir, también están haciendo lo correcto.

Si la novela de McCarthy mostraba el devenir de un padre y su hijo en un mundo post-apocalíptico, en la serie francesa los protagonistas viven la llegada de los primeros días del apocalipsis, siendo testigos de cómo la histeria de supervivencia vuelve a la sociedad inhumana.

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Un auténtico ‘tour de force’ donde la cámara sigue la acción de forma magistral con soltura y naturalidad hasta situar al espectador dentro de los acontecimientos

El plano secuencia como recurso técnico añade realismo y verosimilitud a un nivel pocas veces visto con anterioridad. En estos casos, es inevitable recordar el ejemplo paradigmático que es La soga, construida por Hitchcock a través de varios planos secuencia, o acudir a otros títulos más recientes como la hipnótica Victoria (Sebastian Schipper) o el prodigio visual de 1917 (Sam Mendes).

Todo está contado de manera admirable a través de un formidable equilibrio entre contenido y forma

En la distopía dirigida y guionizada por el equipo Bernard-Desjardins-Ughetto hay una envidiable capacidad de componer planos a la velocidad galopante de la grabación a tiempo real, gracias a una meticulosa planificación de todos los elementos. Un auténtico tour de force donde la cámara sigue la acción de forma magistral con soltura y naturalidad hasta situar al espectador dentro de los acontecimientos.

Cuando nos queremos dar cuenta, estamos junto al protagonista en un coche, en un barco o en un avión, y lo mejor es que no hemos notado cómo la cámara ha llegado hasta ahí. Todo está contado de manera admirable a través de un formidable equilibrio entre contenido y forma.

Filmin ha dado en el clavo con una serie que ensalza su ya de por sí fascinante catálogo. El colapso es algo más que la mejor serie estrenada este año, es un golpe en la cara que nos define como especie.