El dueño del 'food truck' El submarino habla tras el paso de Chicote: "Me ha ido de puta madre"

El dueño del 'food truck' El submarino habla tras el paso de Chicote: "Me ha ido de puta madre"

'Pesadilla en la cocina' (laSexta) ha tratado de reflotar el negocio de Manuel Rojas.

Alberto Chicote ha tenido que batallar, por primera vez en la historia del programa, con un food truck de feria en la nueva entrega de Pesadilla en la cocina (laSexta). Esta vez el popular cocinero se ha desplazado a la localidad catalana de Sant Boi de Llobregat para intentar reflotar El submarino, el negocio sobre ruedas de Manuel Rojas.

El paso de Chicote en febrero del 2018 cambió la dirección de El submarino, que hasta ese momento y en el único año que llevaba de vida no terminaba de despuntar. Desde entonces, Rojas afirma a El HuffPost que ha remontado el vuelo.

El primer año me fue fatal y con en el segundo, tras Chicote, ya casi me recuperé a nivel económico”, indica el dueño del negocio, que ha trabajado durante casi cuatro décadas como contable.

Tras quedarse en paro, como cuenta, decidió invertir en esta iniciativa, pero un problema de salud le ha hecho parar en 2019. Una operación en la cadera producida por el excesivo trabajo que tuvo durante el verano del 2018, sumado a que ya había sido operado de la otra cadera y de la rodilla, fueron los causantes de que no pudiera haber ido este verano a trabajar a las fiestas de la zona.

“Si hubiera podido ya estaría en positivo”, describe Rojas. Este cambio en la tendencia de El submarino se produce gracias a Chicote: “A mí me ha ido de puta madre. Para mí fue lo que necesitaba, cuando pensé en el proyecto tenía una idea similar a la de después del programa. Sigo en la lucha para tirarlo hacia delante”.

Aunque la forma de atender y de servir sigue siendo similar, con Chicote, El submarino cambió completamente tanto a nivel estético como, más importante todavía, en la carta y en los bocadillos que ofrecía. “Al principio me metí por lo tradicional (perritos, patatas, montaditos, etc), pero de calidad. El problema es que competía con productos a un euro. Tras su paso me dio una carta única y exclusiva, que me ha hecho famoso”.

En ella, con 21 bocadillos, Rojas destaca uno en concreto: el de calamares. “Está hecho por él. Viene gente de Madrid y de otros sitios y me dicen que les da 80 vueltas a los que han probado. Se ha hecho famoso hasta el punto de que la gente me viene a pedir ese bocadillo. Va todo como un cohete”, se sincera.

El programa de laSexta también le dio mobiliario para sustituir al que tenía y unas luces con la que iluminar el camión: “ Era muy apagado y le pusieron leds que van cambiando de color. Son muy caros y yo no podía permitírmelos porque no tenía recursos”.

“Ahora se suben a hacerse fotos”, añade entre risas, mientras elogia el trato y la profesionalidad del equipo de la Warner Bros, que fue con 30 trabajadores a rodar intensamente el programa durante una semana.

Otro aspecto característico de El submarino es un juego de realidad virtual que hay en el periscopio, en la parte superior del camión. De él relata una anécdota de Chicote, ya que afirma que “jugó, mató al tiburón y le gustó, pero en el programa no ha salido nada”.

También le ha ido muy bien la publicidad que le ha dado al negocio, ya que utilizó las fotos para ponerlas en el camión y el nombre en colocarlo en las cartas que repartía. De hecho, llega a resaltar que ha tenido llamadas desde Canadá.

En busca de un socio

Con el 2019 ya pasado sin poder trabajar por los problemas de cadera, Rojas ya piensa en el 2020. Para la próxima temporada está buscando un socio con el que poder ir a medias, tal y como informa y anuncia en el portal Milanuncios.

“Estoy buscando un socio porque mi pareja, que es la cocinera en el programa, ha encontrado trabajo estable este año y está descartada completamente. Entonces, en la ferias solo no puedo y si trabajo dos días intensos, tengo que estar cuatro, un día para montar y otro desmontar. Yo no puedo pagar a alguien por horas y con seguro, porque no me sale rentable. Antes lo hacía y por tres horas de feria tenía que pagar 14 al personal”, explica Rojas, que lo que busca es una persona con la que ir al “50%, sin que ponga un duro. Nos dividimos los gastos y ganancias la mitad”.

Eso también le permitiría abrir el juego interactivo del periscopio, ya que necesita de una persona que esté pendiente para enseñar el funcionamiento. Además, remata que también podrían ir a ferias como al Salón Internacional del Comic de Barcelona o al Salón del Manga de Barcelona, que reúne a más de 250.000 personas.