El fin del horror: la propuesta de paz que podría poner fin a más de 6 años de guerra en Libia

El fin del horror: la propuesta de paz que podría poner fin a más de 6 años de guerra en Libia

El presidente de Egipto y el comandante de las fuerzas rebeldes del este de Libia han presentado una propuesta de paz y desarme este sábado en El Cairo.

Un combatiente de las milicias de Misrata antes de partir hacia el frente de Trípoli, en Libia.REUTERS

El presidente de Egipto, Abdelfatá Al Sisi, y el comandante de las fuerzas rebeldes del este de Libia, Jalifa Haftar, han presentado este sábado en El Cairo una propuesta de paz y de desarme para poner fin a la guerra en Libia, acompañada de una declaración unilateral de alto el fuego a partir del próximo lunes, según un comunicado oficial.

El anuncio ha tenido lugar tras el encuentro mantenido este sábado por el mandatario con Haftar y con el presidente del Parlamento del este de Libia, Aguila Salé, después de los últimos reveses experimentados por las fuerzas del mariscal, en su cada vez más lejano objetivo de capturar la capital del país, Trípoli, que ejerce como sede del Gobierno libio reconocido por la comunidad internacional.

“La iniciativa libia está encaminada a poner fin a los combates, prevé la retirada de mercenarios extranjeros y el desarme de los grupos armados”, ha destacado Al Sisi en rueda de prensa desde la capital egipcia, según recoge la agencia de noticias rusa Sputnik.

A la espera de que Trípoli se pronuncie sobre el anuncio, Egipto pretende que las negociaciones queden definidas por “la necesidad de retirar a los mercenarios extranjeros de todas las tierras libias y entregar sus armas para poner fin a la crisis libia”, según ha manifestado el presidente en un comunicado recogido por el medio egipcio ‘Al Ahram’.

La denominada Declaración de El Cairo incluye, además, la propuesta de constituir un Consejo Presidencial con representantes de las tres provincias del país mediante un proceso “justo” que sería supervisado por la ONU.

En suma, serviría como punto de partida y cimiento para la unificación de las instituciones libias “con el objetivo de permitir que desarrollen sus funciones y garantizar una distribución justa y transparente de los recursos libios entre todos los ciudadanos”, excluyendo a “milicias y grupos extremistas”, en referencia a las milicias aliadas del Gobierno con sede en Trípoli y reconocido por la comunidad internacional.

La Declaración menciona además la propuesta de pactar una Declaración Constitucional que serviría como ley fundamental para el periodo de transición política.

Avance de las fuerzas de Trípoli

El pasado jueves las fuerzas que apoyan al Gobierno de Fayez Serraj anunciaron la expulsión de todas las milicias rivales de la capital, un paso más en la contraofensiva que ha llevado a las fuerzas de Haftar a retroceder tras los avances logrados en los últimos meses.

El Gobierno de Turquía ha sido el principal respaldo de las fuerzas de Serraj con el traslado a Libia a militares y rebeldes sirios, algo que ha sido criticado por Haftar, quien cuenta por su parte con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y Rusia, entre otros.

Estos nuevos avances han hecho que Serraj haya declarado su negativa a mantener negociaciones con Haftar argumentando que no estaba respetando los acuerdos alcanzados y que se niega a mantener un proceso serio.

Asimismo, criticó el “golpe” que dio en el este del país a finales de abril, cuando dijo que “aceptaba la voluntad popular” para asumir todo el poder, dejando de lado a las autoridades civiles, encarnadas en la Cámara de Representantes.

El conflicto en Libia se recrudeció en abril de 2019, cuando las fuerzas lideradas por Haftar lanzaron una ofensiva para hacerse con Trípoli, sede del Gobierno de unidad.

El inicio de las operaciones militares encabezadas por Haftar llegó tras varios años de intentos infructuosos de lograr una solución política a la fragmentación en diversas administraciones tras la captura y ejecución de Muamar Gadafi en octubre de 2011.

La duplicidad institucional se retrotrae a las elecciones parlamentarias de 2014, que dividieron las administraciones, sin que las asentadas en el este ―anteriormente reconocidas por la comunidad internacional― y el Gobierno de unidad, surgido de un acuerdo en 2015, consiguieran pactar desde entonces.