El gesto altruista de una pareja de gallegos que enamoró a TikTok: la historia del Bidón de Cermuzo

El gesto altruista de una pareja de gallegos que enamoró a TikTok: la historia del Bidón de Cermuzo

Carla y Fernando comenzaron a dejar agua y fruta para ayudar a los peregrinos en su camino a Santiago.

Un pequeño gesto altruista ha conseguido revolucionar TikTok, todo empezó con un bidón de agua y un poco de fruta para ayudar a los peregrinos en su camino a Santiago. Sus protagonistas son Carla Lorenzo y Fernando Ramón, una pareja residente en la pequeña aldea de Cermuzo, perteneciente a Pontedeume en A Coruña.

Una comida familiar fue el inicio de todo. “El camino inglés pasaba por la puerta de casa y mi madre y mi tío me preguntaron que porqué no les dejaba agua o algo a los peregrinos para echarles una mano”, explica Carla, una de las precursoras de la iniciativa. Se pusieron manos a la obra y decidieron poner un bidón de agua fría y un poco de fruta para los peregrinos que pasaban.

Para mantener el agua fría, meten cada día botellas de agua congeladas y cubitos de hielo gigantes hechos con tuppers del tamaño de la boca del bidón. Amarran la tapa con cadenas para asegurarse de que nadie pueda manipular esa agua de ninguna manera y que sea así seguro para los caminantes que pasen por ese pequeño puesto de Cermuzo.

A los pocos días de instalar el pequeño tanque de agua, se encontraron un “Graciñas” escrito en el banquito de madera que lo sostenía junto con una moneda de 50 céntimos. “No nos esperábamos para nada el éxito que estamos teniendo, subimos el primer vídeo a TikTok como anécdota porque nos pareció muy bonito el gesto de dejarnos una firma dándonos las gracias”, comenta Carla.

Lo que comenzó con un bidón de agua y un poco de fruta, fue creciendo con nuevas ideas para ayudar a los caminantes, además de manzanas, limones o peras, añadieron un bebedero para perros; a continuación, incorporaron un botiquín con mascarillas, tiritas, compeed, crema solar, spray para heridas y gel desinfectante entre otras cosas; más adelante añadieron pulseras y collares hechos a mano para que pudieran llevarse un pequeño recuerdo de su puestecito; y, por último, un libro de firmas para que no fuera necesario recurrir al cartel o al banquito para dejar su huella.

Uno de los momentos de mayor sorpresa fue cuando empezaron a encontrar objetos que los propios peregrinos dejaban allí para ayudar a otros compañeros. “Un día nos dejaron unos tenis y otro día una toalla, no sabíamos de qué se trataba hasta que nos dijeron que ambas cosas eran por si a otro peregrino le hacía falta”, recuerda la joven gallega.

El apoyo era cada vez más grande, comenzaron a crecer mucho en TikTok y se ganaron el cariño de la gente. A día de hoy, son más de 71.800 personas las que siguen su iniciativa por redes sociales, un apoyo que nunca habrían podido imaginar. “Una empresa de Madrid quiso ayudarnos enviándonos unas camisetas con la frase que tenemos en el cartel del bidón (‘Y recuerda… No importa lo despacio que vayas, siempre y cuando ¡no te rindas!’) para poder regalárselas a los peregrinos”, cuenta Carla.

Poco a poco, algunos seguidores comenzaron a enviarle desinteresadamente productos para el botiquín como compeed, tiritas, crema sola o cristalmina. Aunque Carla y Fernando son los que se encargan diariamente de mantener el puesto, muchos familiares y amigos les ayudan con fruta o con nuevas ideas para ir creciendo cada vez más.