El gran cambio físico y vital de Íñigo, de 'Gran Hermano', 19 años después

Hace 19 años, el nombre de Íñigo González Salas era uno de los más famosos de España. El joven, que por aquel entonces tenía 23 años, entró a la casa de la primera edición de Gran Hermano como reserva cuando el concurso ya había empezado.

Íñigo estuvo allí poco más de un mes, tiempo más que suficiente para meterse en el bolsillo a buena parte de la audiencia del programa. Sus trucos para escaquearse de las tareas domésticas, sus intentos de conquistar a Ania y, sobre todo, aquel polo verde que no se quitaba ni con agua caliente le hicieron muy famoso.

Ahora, en 2019, su aspecto físico ha cambiado notablemente. Pero también su vida. Recientemente ha concedido una entrevista a Outdoor, un portal de Mediaset, en la que explica que es profesor de la Escuela oficial de Idiomas de Granada.

En este sentido, Íñigo afirma que es “absolutamente feliz” porque hace lo que más le gusta. “Tengo un horario donde puedo hacer otras cosas y no tengo ningún síntoma de estrés, a pesar de que en ocasiones quieran ponerme zancadillas en mi camino”, afirma antes de subrayar que ha dado muchos “bandazos” en la vida.

El exconcursante de Gran Hermano afirma que intentó ser periodista y que incluso cursó un Máster en Dirección de Comunicación que le costó 4.000 euros pero que no le sirvió para nada.

“Yo quise vivir de la tele, pero porque me llenaron la cabeza de cosas que podía hacer y ganar. Estaba dejando de ser persona, a tener la personalidad de una mesa camilla, era un ser vulnerable que se tragaba todo lo que ponían y decían”, afirma en la entrevista.

“Me engañaron mucho y sacaron de mí todo lo que ellos creían que podrían sacar. De mí se perdieron tantas cosas, que ahora estas cosas las disfrutan mi familia, mis amigos y mis alumnos. No necesito ni a la tele ni a nadie más”, añade.