El lío político detrás del plan para Semana Santa

El lío político detrás del plan para Semana Santa

Sanidad y las comunidades acuerdan el cierre perimetral y un toque de queda unificado por Semana Santa, pese a la oposición de Madrid y Canarias.

Ayuso y Darias, discutiendo en el SenadoEFE Pool

Ya hay plan para Semana Santa: cierre perimetral por comunidades, toque de queda de 22 a 6:00 horas y limitación de las reuniones a cuatro personas. Sanidad se ha salido con la suya y ha logrado el apoyo de (casi todas) las comunidades a su propuesta en la Comisión de Salud Pública, una estrategia que deberá ser ratificada la próxima semana en el Consejo Interterritorial de Salud, donde podría modificarse algún punto.

Las posturas estaban más cerca “de lo que se podía imaginar”, dijo ayer la ministra Carolina Darias, confiada en que la mayoría de consejeros favorables a seguir cerrados en vacaciones respaldara su propuesta. El objetivo que busca el Ejecutivo no es solo frenar la curva y evitar que se disparen los contagios. Quiere que la Semana Santa no se convierta en ’17 Semanas Santas’ con particularidades en cada zona, a similitud de lo que ocurrió en Navidad, algo que también inquietaba a representantes de uno y otro signo ideológico.

El borrador que presentó Sanidad este jueves recogía unas fechas, del 26 de marzo (Viernes de Dolores) al 9 de abril, y un añadido a sus medidas: recomendar que los estudiantes no volviesen a sus comunidades de origen durante las vacaciones. En estos puntos no hay noticias de acuerdo. “Ha habido un interesante nivel de consenso, con unanimidad en unos puntos, pero no en otros. Lo que no ha habido es una votación de un documento”, se ha limitado a señalar la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón.

Ayuso se opone y Canarias dice que no habrá cierre

Pero el plan acordado hoy por la Comisión no satisface a todos. La estrategia de Díaz Ayuso lleva mucho tiempo siendo una enmienda a la práctica totalidad de lo que diga Sanidad. La presidenta de Madrid quiere mantener abierta la región si no hay una urgencia epidemiológica y, sobre todo, más tiempo antes de pactar. En concreto, 15 días.

En esto último había encontrado un cierto apoyo en sus propias filas. El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, llamaba este jueves a dilatar la decisión porque “un mes en pandemia es mucho tiempo”. Hasta ahí su coincidencia con Ayuso, (y con Martínez-Almeida, otro que pedía esperar), porque Feijóo era partidario de, en caso de duda, mantener las restricciones de movilidad actuales, con un cierre casi total en España.

Canarias ha ido un paso más allá en su rechazo a los confinamientos al asegurar que “no es previsible que se acuerde el cierre perimetral en el archipiélago” a pesar de lo conocido hoy. Así lo ha señalado el portavoz del Ejecutivo insular, Julio Pérez, que ha restado importancia a la reunión de este jueves por considerarla de carácter técnico, sin toma de decisiones.

“Nuestra relación con el exterior es mayor, con dos preguntas sobre el cierre: con respecto al exterior del archipiélago y con respecto a otras islas. En este momento la respuesta a ambas es que no. Con los datos que tenemos hoy no es previsible que se acuerde el cierre perimetral en el archipiélago. Si eso ocurriera, que no lo creemos, se mantendrían las excepciones de otros cierres” (turistas que se alojen en hoteles o reunificaciones familiares). Por ello, ve más opciones a que “se puedan adoptar restricciones adicionales a las que tenemos ahora”.

Todos los ojos miran a Madrid

Buscado o no, el nombre de Ayuso se ha situado en el centro de todos los comentarios sobre Semana Santa como principal protagonista del lío. Su vecino del sur, el socialista García-Page, animaba a sus homólogos a hacer “esfuerzos” en pos de un consenso alejado de siglas políticas. El mensaje del líder castellano-manchego, a favor del confinamiento perimetral, incluía un recado: “No se puede alegar ignorancia, porque ya se saben las medidas que surten efecto y las que no”.

“No hay un recetario, pero sí cuestiones que han dado resultado y a mayor movilidad, mayor contacto, mayor contagio”, añadía al respecto Ximo Puig, otro de los pesos pesados en defender el cierre. En su caso ha sido más directo si cabe con (contra) Díaz Ayuso esta mañana: “Queremos que las personas, los madrileños, puedan venir más pronto que tarde, pero en Semana Santa no es oportuno”.

Queremos que las personas, los madrileños, puedan venir más pronto que tarde, pero en Semana Santa no es oportuno
Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana

Ni siquiera Andalucía, otras veces contraria a los planes de Moncloa, se ha opuesto al cierre por vacaciones. Desde la Junta —PP+Cs, mismos colores que en Madrid— admiten “apoyar y entender” la prudencia de Sanidad.

La sombra de los errores en Navidad

En la decisión ha sobrevolado el miedo a una cuarta ola; pesa mucho lo que ocurrió por Navidad en una desescalada acelerada cuando la segunda ola aún no se había superado del todo. Sus efectos han sido más que visibles este tiempo: hospitales al borde de la saturación, máximos en contagios y muertes recientes y medidas restrictivas que dejaron al país al borde de un nuevo confinamiento nacional.

Suspendidas las procesiones desde hace semanas, quedaba en el aire la duda de qué pasaría con la Operación ‘Salvar la Semana Santa’, defendida por sectores como el turismo y la hostelería. Confiaban en la reapertura de la movilidad interior dada la evolución positiva de la pandemia, tras doblegar la curva de la tercera ola.

Sin embargo, los índices se encuentran lejos de la situación ‘ideal’ planteada por Fernando Simón y la propia ministra Darias antes de desescalar de forma drástica. “Habría que esperar a alcanzar los 100 o los 50 casos de incidencia” — a 4 de marzo España registra 153— , han repetido en varias ocasiones, preocupados aún por la ocupación de las UCI, en un 25% en todo el país.