El mundo le pone 'ojitos' a la Sputnik: qué se sabe de la vacuna rusa

El mundo le pone 'ojitos' a la Sputnik: qué se sabe de la vacuna rusa

Alemania anuncia este jueves que negociará su compra de forma bilateral.

Imagen de la vacuna rusa Sputnik VArtyom Geodakyan Artyom Geodakyan/TASS

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no es la única que está poniendo ‘ojitos’ a la vacuna rusa Sputnik. Las idas y venidas con la de AstraZeneca y las ansias del mundo por volver a la normalidad -o, mejor dicho, a lo que más se le pueda llegar a conocer- está provocando que sean cada vez más los que se acerquen a la vacuna rusa, que, por otro lado, es la que más recelos ha provocado desde el minuto cero.

El pasado 4 de marzo la Agencia Europea del Medicamento (EMA) anunció que iniciaba el trámite para autorizar la vacuna rusa Sputnik. Ahora, este jueves, Alemania ha comunicado que negociará la compra de esta firma de forma bilateral, una vez que la Comisión Europea declaró el miércoles que no quería suscribir un contrato preliminar para adquirir el fármaco ruso como ya se hizo con otros proveedores, según informa la agencia Reuters.

Objetivamente, los datos han estado ahí siempre: no es que sea eficaz, es que es muy eficaz. Así lo recogía en febrero la revista científica The Lancet: el fármaco desarrollado por el Instituto Gamaleya demuestra una eficacia del 92%, prácticamente a la misma altura que las vacunas de ARN mensajero, y, lo que es muy importante, también ha demostrado una protección altísima en mayores de 60 años.

La Sputnik, que hasta tiene página web propia, se vende al mundo como “una de las tres vacunas del mundo con una eficacia superior al 90%”. De hecho, en el sitio web se precisa cómo las investigaciones llevadas a cabo exponen que la efectividad de Sputnik V contra el coronavirus alcanza el 91,6%. Este porcentaje parte de los datos obtenidos de los 19.866 voluntarios que se inyectaron la primera y la segunda dosis de la vacuna o el placebo, donde se encontraron 78 casos de covid-19 confirmados en el control final. Esta eficacia se ha analizado internacionalmente en un estudio que es el que recoge la revista científica The Lancet.

¿Y cómo funciona la vacuna? Como sucede con la mayoría de los inyectables aprobados hasta ahora, necesita dos dosis para ser efectiva. Cada una de las dosis se basa en dos vectores de adenovirus distintos, y se suministran con una distancia de 21 días entre ambas.

Sputnik V frente AstraZeneca

La diferencia entre la vacuna rusa y la de AstraZeneca es que, aunque usan el mismo método de vacunación, la vacuna rusa recurre a dos tipos distintos de adenovirus humanos para la primera y segunda dosis, en lugar del virus procedente del chimpancé, que emplea la de AstraZeneca. Esto podría suponer una mayor fiabilidad de la vacuna al depender únicamente de adenovirus propios del ser humano además de ocasionar menores efectos secundarios. De hecho, en Argentina, uno de los países donde se está administrando esta vacuna, el Ministerio de Salud notificó que hasta el 30 de diciembre del 2020 se notificaron 317 efectos secundarios después de administrar 32.013 dosis de esta vacuna, siendo un 99,3% de estos leves y moderados sin necesidad de hospitalización.

Cabe destacar que, pese a la euforia que provoca en muchos países la vacuna, en Europa principalmente también ha suscitado muchas preguntas y dudas por la rapidez en su desarrollo y aprobación por parte del gobierno ruso. De hecho, como sucede con gran parte de todo lo que relaciona a Rusia, el problema con esta vacuna no es tanto burocrático como político. Mira Milosevich, investigadora principal del Real Instituto Elcano, explicó en El HuffPost que Rusia “tiene que mostrar a la EMA todos los dosieres del proceso de desarrollo de la vacuna. Y no estamos para nada seguros de que el país esté dispuesto a hacerlo”.

  Varias dosis de la vacuna rusa Sputnik V antes de su suministrAndrei Luzik Andrei Luzik/TASS

“La vacuna se ha convertido en una cosa del Gobierno”, afirmó a este medio la investigadora. A diferencia de los contratos que ha firmado la UE con laboratorios privados como Pfizer, Moderna o AstraZeneca, en el caso de Rusia, es el Gobierno quien lleva a cabo estas gestiones. El Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, donde se produce la Sputnik, “no es quien realmente negocia, sino que es el Kremlin, que tiene más influencia y que es el que está haciendo propaganda de la vacuna”, explica Milosevich.

Sin embargo, como ya puntualizó la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a principios del mes de febrero “este Gobierno va a recibir abiertamente y entusiastamente cualquier vacuna que tenga la autorización de la EMA”.

Ahora solo queda esperar.