El musical que te anima a no ensimismarte

El musical que te anima a no ensimismarte

5c96a3bf230000a3006d86e7Christian Escudero como Jesucristo en '33, el musical'.

33, el musical, es el otro musical español de la temporada. Como El médico, también está basado en un libro, mejor dicho, en los libros del Nuevo Testamento. Sin embargo, no ha sido capaz de crear la misma expectación que el primero. Una expectación insuficiente para que el público salga de su zona de confort y se desplace a la carpa que han montado en los aledaños de las instalaciones de IFEMA del Campo de las Naciones, convirtiéndolo, curiosamente en una obra del off-Gran Vía a pesar de su gran producción. Sin embargo, el espectáculo cumple los requisitos de todo musical. Tiene una historia que contar, tiene un puñado de buenos números musicales que ha sabido arreglar Julio Awad, está dirigido y montado con eficacia y su elenco, además de entregado al proyecto, es bueno, sabe cantar e interpretar.

La historia es de sobra conocida en un país de tradicionalmente católico como es España. Es la de Jesucristo, que la publicidad define como el mayor influencer de la historia, apelando al público más joven. La de un joven que se rebela contra una sociedad que considera corrupta y que han tergiversado unos principios básicos, en este caso los de la Iglesia. Lo suyo es, como muchos de los jóvenes actuales (y a pesar de la mala imagen que se quiere dar de ellos), la asistencia a los más necesitados en una metrópoli cualquiera, llamada Jerusalén. Un lugar en la que el poder, que se las da de misericordioso con tanta responsabilidad social por aquí y por allá, acepta dichas desigualdades, las normaliza. Viendo la obra, uno no deja de pensar en el movimiento 15 M y todos aquellos que ocuparon plazas alrededor del mundo, el trabajo que hicieron y sus reivindicaciones.

Tal y como está montada permite, más allá de una orientación claramente religiosa, sacar muchos de los temas que se encuentran ahora mismo en el debate público. Desde cómo afrontar las desigualdades y todas las consecuencias que producen hasta la influencia de los medios en que esa desigualdad se mantenga o la necesidad que tiene el poder de ampararla y, si puede, comprarla. La respuesta de la obra está clara. La lucha contra la desigualdad solo se puede hacer desde el amor y el trabajo por la persona que sufre la misma. Asistiéndole y ayudándole.

Para contarlo han recurrido a una escenografía que de puro eficaz y bien usada puede dar la sensación de sencilla. Es verdad que evita el grandilocuente efectismo al que está acostumbrado el público de musicales, pero desde el punto de vista narrativo y de puesta en escena es impecable. Como, por ejemplo, la escena de la casa de la Virgen María (con un tema que canta con garra y fuerza Laura González), o el uso de la escalera o la transformación que sufre el escenario en el momento clave de la crucifixión. Así como las proyecciones de luces que hay en el marco del escenario.

Un mensaje que celebra la dedicación a los otros, a los demás, sobre todo si a esos otros les ha tocado el lado chungo de la vida, como la mejor manera de transcenderse a uno mismo, de no ensimismarse.

A lo anterior se añade un elenco que, como ya se ha dicho, ha sido bien elegido y está entregado al proyecto, destacando a Christian Escudero. No solo eso. El elenco canta bien, vocaliza bien, es decir, se entiende lo que los actores cantan y hablan, cosa no siempre habitual en los musicales. Además de bailar lo que se les pide bailar. Quizás, la coreografía sea de lo más flojo por ser lo que más se parece a lo esperable y hay cierta reiteración o repetición. A lo que se habría que añadir un vestuario que no siempre es afortunado. Acaso, porque se ha buscado cierta modernidad o actualidad que les ha llevado a renovar a los new romantics de los ochenta con su puntito de siglo XXI. Aunque, lo importante es que la dirección de escena, en la que se intuye la mano de Rebeca Medina, ha sabido colocar y mover al elenco para que ellos puedan dar lo mejor de sí mismos creando potentes imágenes como la de la última cena o la de la crucifixión.

Todo ello hace que aunque tiene una orientación católica y claramente pedagógica, de hecho se vende una guía para profesores de religión católica en la tienda del lobby de la carpa, se pueda ver como una obra más con mensaje. Un mensaje que celebra la dedicación a los otros, a los demás, sobre todo si a esos otros les ha tocado el lado chungo de la vida, como la mejor manera de transcenderse a uno mismo, de no ensimismarse. Como la mejor manera de estar en un mundo que es injusto por naturaleza, según nos quieren hacer creer. Dejando un mensaje muy positivo en el auditorio, un buen sabor de boca, independientemente de la orientación religiosa de cada cual, incluso si no la tiene. Pues es un mensaje que no solo comparten muchos católicos, sobre todo sin son de base, sino otras muchas personas.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.