El primer pleno de control al Gobierno en el Senado, con los ojos puestos en Ábalos

El primer pleno de control al Gobierno en el Senado, con los ojos puestos en Ábalos

Desde el 10 de septiembre no se celebraba un pleno de control en la Cámara Alta.

Los miembros del Gobierno el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo Moreno (i), junto a la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera (2i), y la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadi...Agencia EFE

Desde el 10 de septiembre no se celebraba un pleno de control en el Senado, cuando aún los ministros estaban en funciones, así que la sesión de hoy olía a gran estreno, a nueva etapa tras el largo letargo obligado por las dos disoluciones de las Cortes del último año, pero tampoco ha sido para tanto.

El protagonismo se lo ha llevado un ministro y máximo dirigente socialista, el de Transportes, José Luis Ábalos, no por lo que ha dicho a la oposición en el hemiciclo, sino por lo que no ha contado a los senadores reunidos por vez primera en la legislatura para ejercer su función de control al Gobierno.

Un Gobierno que tiene la potestad de elegir quién responde a las preguntas e interpelaciones de los senadores, y que ha ahorrado a Ábalos tener que dar explicaciones por su polémico encuentro con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas.

Ya desde la mañana el grupo popular trató de calentar la sesión al denunciar por boca de su portavoz, Javier Maroto, que el presidente Pedro Sánchez “ocultaba” a Ábalos al adjudicar la respuesta a su interpelación a la única ministra hoy ausente de la sesión, la titular de Exteriores, Arancha González.

Así que ni una ni otro han tratado el episodio nocturno de Barajas y el debate se ha trasladado a los pasillos, donde el PSOE y el Gobierno han defendido que sea González la que hable de Venezuela en atención a la forma en que el PP redactó su interpelación.

El propio Ábalos, que sí ha acudido al pleno pero para contestar a otra pregunta de ERC sobre carreteras, ha dicho fuera del hemiciclo que hubiera sido “extraño” que él se ocupara de hablar de política internacional, y en todo caso ha retado al PP a preguntar, si es lo que quiere, por lo que él hace concretamente.

Entre tanto, dentro del salón de plenos 11 ministros del nuevo Gobierno de coalición han comparecido bajo la supervisión de la presidenta Pilar Llop, muy estricta con los tiempos adjudicados a cada orador, que no ha dudado en quitar la palabra a quien se excediera en demasía, fuera senador o ministro.

Casi un pleno de guante blanco, sin grandes estridencias, donde tres vicepresidentas, Carmen Calvo, Nadia Calviño y Teresa Ribera ha afrontado preguntas “amigas” de lo que antes se llamaba autobombo y otras más duras, a cargo principalmente de senadores del PP.

Calvo ha abierto el fuego al confirmar a un senador socialista que el Gobierno asume la recuperación de la política de memoria histórica, que en su nueva terminología ahora se llama de “memoria democrática”, como una auténtica “política de Estado”, y ha acabado citando a Azaña y su “paz, perdón y justicia”.

Alto sesgo económico en el pleno, con la ministra de Hacienda y portavoz María Jesús Montero, procedente de la rueda de prensa del matutino Consejo de Ministros, dispuesta a negociar con los ayuntamientos una nueva regla de gasto y muy combativa al defender ante el PP una subida de impuestos para las rentas más altas y grandes empresas.

Y Calviño, al que el PP ve desmarcada de la ortodoxia macroeconómica y ya entregada a los populistas: “Creí que usted iba a aguantar el tirón y sería la representante de una cierta ortodoxia económica”, se ha lamentado el senador José Manuel Barreiro.

La responsable de Economía no se ha amilanado al replicarle que seguir empeñándose en objetivos “irreales” de déficit “no es ortodoxia, es irresponsabilidad”.

Tres ministros han debutado, el titular de Justicia, Juan Carlos Campo, el de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y la de Trabajo, Yolanda Díaz, hoy única representante gubernamental de Unidas Podemos, más bien de su facción gallega.

Díaz se ha empleado en atacar sin contemplaciones la reforma laboral del PP que causó “pobreza, desigualdad y bajada de salarios”.

Y como los ministros de Podemos también son diputados, Díaz, siempre muy atenta con la prensa, se ha excusado ante los periodistas para no detenerse a conversar porque tenía que marchar rápidamente al Congreso, donde hoy también había pleno y había que votar, que las mayorías no están para correr riesgos.