El sexo 'millennial' es consentido y libre, pero está en declive

El sexo 'millennial' es consentido y libre, pero está en declive

Son la generación sexualmente menos activa en muchas décadas.

parejaEVA-KATALIN VIA GETTY IMAGES

Si se habla de la reputación millennial, vienen unas cuantas cosas a la cabeza (igual que si hablamos de las anteriores generaciones): sentimiento de privilegio, falta de constancia y estabilidad, obsesión por la tecnología, gusto por el dinero fácil, gusto por el porno fácil, citas rápidas, fobia al compromiso y una libertad sin precedentes para explorar sexualmente.

Os evitaré el rollo de cómo los atributos totalmente ‘positivos’ o ‘negativos’ de cualquier generación son una trola, porque la verdad irremediable es que una generación lleva a otra. Pero recalcaré que, en lo que respecta al sexo, salta a la vista un dato inesperado: los millennials son la generación menos activa sexualmente en décadas.

Nota: yo me lavo las manos porque, técnicamente, soy xennial... ja, ja, ja.

Ya en serio: varios estudios han demostrado que los millennials no sólo practican menos sexo en general, sino que los que sí follan lo hacen con menos frecuencia y con menos gente. Concretamente, los adultos estadounidenses tienen, de media, unas nueve relaciones sexuales menos al año en la década de 2010 que si se les compara con las cifras de los años 90. Esto supone un 14% menos.

Según la General Social Survey (GSS), entre los más jóvenes se observan tendencias similares. A principios de los 2000, aproximadamente el 73% de los adultos de entre 18 y 30 años practicaba sexo al menos dos veces al mes. Esa cifra cayó al 66% entre 2014 y 2016. Pero otros lo tienen peor: entre 2002 y 2004, el 12% de los encuestados dijo no haber tenido sexo en todo el año anterior.

Una década después, entre 2014 y 2016, esa cifra subió al 18%. Y el último año, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) publicaron una investigación que descubrió una caída dramática en la actividad sexual entre adolescentes: el 42% de las mujeres y el 44% de los hombres de entre 15 y 19 años dijo tener sexo, frente al 51% de las mujeres y el 60% de los hombres que formaban parte de esa lista en 1988.

Así que, aunque los millennials tengan sexo con más libertad y menos prejuicios, lo practican menos. Las primeras reacciones a esto (la mía incluida) son más bien negativas, porque el sexo es el placer más puro de la vida, ¿no? Pero merece la pena analizar el porqué antes de formarse una opinión completa al respecto.

Estos son los motivos por los que los millennials practican menos sexo (pista: no es por el porno).

Seguro que las historias sobre el riesgo del sexo que han contado a la generación X han dejado huella, sensibilizándoles sobre la forma en que un embarazo no planeado o una enfermedad de transmisión sexual (ETS) pueden arruinar su futuro. En segundo lugar, la preocupación de que la falta de consentimiento es peligrosa, éticamente inaceptable y un obstáculo para el progreso de las mujeres, en particular, puede haber tener un impacto.

Probablemente la atención a las agresiones sexuales también haya dejado huella en los hábitos sexuales entre los estudiantes. Pero, vaya, que reducir los riesgos NO es algo negativo. Así que, bravo por los millennials en esto.

Los cambios en las costumbres del matrimonio también tienen un efecto. Los estudios han demostrado una y otra vez que las personas casadas suelen tener más sexo. Y, dado que los millennials esperan mucho más para casarse, esto podría explicar que sean menos sexualmente activos.

Pero no es sólo el matrimonio. La escena de citas ha cambiado bastante en la última década (por decirlo de la forma más suave), y muchas veces las relaciones estables resultan escurridizas. En resumen, a menor probabilidad de tener una pareja estable, hay también menos probabilidad de practicar sexo con tanta frecuencia como lo haría una pareja. Para mí tiene sentido, si se habla de frecuencia y no de calidad.

Los millennials están más medicados que las generaciones pasadas, especialmente en cuanto a antidepresivos se refiere. ¿Sabías que los jóvenes de hoy en día consumen más fármacos de forma más precoz y durante más tiempo que nunca antes? A estas alturas, ya se ha descubierto que los antidepresivos (sobre todo el Prozac y otros inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) tienen efectos colaterales en el sexo. En concreto, tienden a reducir el deseo sexual y a inhibir la excitación sexual.

El hecho de que nuestra vida ocupa cada vez más espacio en redes significa que pasamos más tiempo interactuando de forma virtual que en persona, lo que, a su vez, da menos oportunidades para el sexo. Cuanto más nos obsesionamos con nuestros teléfonos, menos probable es que el sexo se produzca de forma espontánea.

Además, como la reducción de contacto humano nos hace sentir más aislados e incluso deprimidos, esto sólo empeora más las cosas, ya que disminuye también la libido. De hecho, algunos argumentan que ese es el motivo por el que la generación post-millennial, conocida como iGen, es incluso menos activa que la millennial.

Aunque no se puede negar que la tecnología está creando nuevas oportunidades para la expresión sexual (sexting y cibersexo, por ejemplo), también juega un papel en el declive de la actividad sexual cara a cara.

Por si no lo habías pensado, las condiciones económicas de los millennials son un factor importante: la errática naturaleza de la actual economía ha hecho a los jóvenes más proclives a vivir con sus padres, en lugar de vivir solos o con su pareja. En 2007, antes de la gran crisis, sólo el 30% de los hombres de entre 18 y 34 años vivía con sus progenitores. En 2017, el porcentaje asciende al 34%. El número de mujeres de entre 18 y 34 años que vive con sus padres ha subido del 24 al 27% en el mismo periodo. Pasar de vivir de forma independiente a vivir en la casa familiar no es lo ideal para la vida sexual de la gente.

Quédate con este dato: por primera vez en más de un siglo (!), los jóvenes tienen más posibilidades de vivir con sus padres que de estar casados o vivir con su pareja.

Aunque la cautela y la cultura del consentimiento son definitivamente positivas en el panorama —y supongo que incrementan la calidad del sexo—, otros factores relacionados con la depresión, el aislamiento tecnológico y la incertidumbre económica son un poco mierda.

No obstante, si hay algo que he aprendido en lo que llevo vivido en este planeta, es que el cambio es constante. Es difícil averiguar qué nos espera a la vuelta de la esquina. Hasta que el futuro no esté aquí, te recomiendo que mantengas relaciones sexuales seguras y respetuosas cuando quieras o puedas. Hagas lo que hagas, no olvides que el sexo tiene muchos beneficios para la salud, y es más divertido que tomar vitaminas.

Este artículo se publicó originalmente en Bellesa.co, luego en la edición canadiense del ‘HuffPost’ y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano