El valor para cambiar Europa
VEX Collective via Getty Images

“Supuestamente, las mujeres como yo no deben postularse para un cargo político. Yo no nací en una familia rica o poderosa”, dice Alexandria Ocasio-Cortez, mujer latina y la más joven en entrar en el Congreso de los Estados Unidos. Comenzó trabajando de camarera y participando activamente en su comunidad, en el barrio del Bronx. Hoy es congresista y lleva con orgullo sus orígenes, que le motivan para luchar contra el cambio climático, pues son las familias humildes quienes sufren más enfermedades asociadas a la contaminación, o la violencia hacia las mujeres. Ella es un ejemplo para todos los latinos y ha conseguido, con su lucha insistente, capacidad real para cambiar cosas.

Quienes vivimos la política con pasión y venimos desde abajo sabemos la cantidad de obstáculos a los que nos enfrentamos. La de veces que nos dicen: “¿tú vas a cambiar esto? ¿tú, inmigrante sin peso político?”. Pero esos obstáculos se pueden superar con valor y empatía por las causas y las personas. La experiencia de conseguir cambiar una ley intocable, una ley orgánica, la LOREG, para que 100.000 personas con discapacidad intelectual pudieran ejercer su derecho fundamental al voto, ha servido para convencerme de que, junto a las asociaciones y con un esfuerzo diario, se pueden cambiar cosas.

Ahora es el momento de contribuir a cambiar Europa. Tras la crisis económica, de flujos migratorios y del Brexit, todos los expertos dicen que hay que redefinirla, que no puede seguir funcionando como hasta ahora, en una especie de “despotismo ilustrado”, trabajando en favor del pueblo, pero sin el pueblo. Bien, pues allá vamos. Es responsabilidad de toda nuestra generación contribuir al cambio, no sólo de grandes diplomáticos (la mayoría varones).

“¿Qué podemos hacer por Europa?” es algo que todas debemos preguntarnos. Las personas migrantes atravesamos por los múltiples problemas, como la irregularidad sobrevenida, la complejidad en la homologación de títulos universitarios, la brecha salarial, trabajar de forma irregular (nunca ilegal, porque ningún ser humano es ilegal), pero con el tiempo, con implicación política se puede ayudar a los vecinos/as, se puede llegar a cargos de representación. Primero desde el Ayuntamiento de Alcalá y luego como diputada de la Asamblea de Madrid, pude contribuir a construir un Madrid más inclusivo y aunar esfuerzos para combatir la violencia de género. Ahora me gustaría contribuir, si los ciudadanos/as me dan su confianza, a llevar la voz de cada barrio de los 179 municipios de la Comunidad de Madrid al Parlamento Europeo.

Quizá pueda convertirme en la primera mujer migrante latinoamericana que entra de eurodiputada en el Parlamento Europeo. Quizá no.

La  Europa que queremos, es una Europa cercana e inclusiva, pero sobre todo diversa. La tarea por desarrollar está no sólo en enfrentar a los xenófobos y racistas que atentan contra una Europa inclusiva (incluso en defensa propia, como mujer y como migrante); la tarea está también en atender las demandas de la gente corriente y trabajadora, de los barrios. Esto pasa por contribuir a la construcción del pilar social que han venido elaborando los socialistas europeos y por mantener un enfoque madrileño mediante una conversación directa con vecinos, asociaciones, pymes y autoridades locales.

En esta legislatura, los socialistas europeos han defendido que no exista ningún recorte en los fondos de cohesión. Seguiremos trabajando para redefinirlos y que se tengan en cuenta la perspectiva de género y otros asuntos sociales.

Los socialistas trabajamos para construir una ciudadanía europea. Para facilitar que los ciudadanos se sientan parte de Europa, de una Europa cercana. Para que la Unión no sea percibida como “madrastra” que aplica disciplina fiscal y que a los más vulnerables les rebota como devaluación salarial. Trabajamos para que la Unión Europea garantice un salario mínimo europeo y un seguro de desempleo común. Ya hemos dado pasos contra el trabajo precario, mediante una Directiva de condiciones laborales transparentes para un empleo de calidad. Continuamos luchando por acabar con la brecha salarial (a pesar de los eurodiputados machistas, a los que se enfrentó Iratxe García defendiendo a las mujeres) y por erradicar la violencia de género. Habrá que seguir incorporando medidas. Pero para que Europa nos proteja, nosotros tenemos que proteger a Europa y eso pasa por ir a votar el 26 de mayo al sobre azul.

Si las y los madrileños confían en nosotros, continuaremos en esta conversación constante, “del barrio a Europa”. Sin que nadie se quede fuera. Si una pequeña empresa, una asociación, una alcaldesa de nuestros municipios, etc., tienen un proyecto y necesitan algo de las instituciones europeas ¿con quién pueden contar en Bruselas? ¿A qué representante van a llamar? Pueden contar las/os eurodiputados socialistas.

Para que Europa nos proteja, nosotros tenemos que proteger a Europa y eso pasa por ir a votar el 26 de mayo al sobre azul.

Para el actual gobierno regional, la presencia de Madrid en Europa nunca ha sido una prioridad, pero esto debe cambiar tras el 26 de mayo. El gobierno regional no puede desaprovechar las políticas de cohesión europeas presupuestadas para Madrid. En una región con desigualdad entre barrios y ayuntamientos, no pueden desaprovecharse las políticas europeas de desarrollo urbano. En una región innovadora, diversa, rica pero desigual con un alto desempleo juvenil, hay que pelear cada euro de las políticas europeas de apoyo a las pymes y a la creación de empleo. Por eso necesitamos un cambio en Madrid. Necesitamos que acabe el desfile de presidentes asaltados por el escándalo, uno tras otro, que no les interesa Europa, ni han impulsado el Comité de las Regiones. Necesitamos una persona responsable que ponga orden, necesitamos a Ángel Gabilondo como presidente de la Comunidad y a un equipo de gobierno comprometido con Europa.

Para terminar, pase lo que pase, seguiré trabajando en defensa de la diversidad, de la igualdad, avanzar hacia la interculturalidad y de la participación política de los migrantes en España y en Europa. Hay muchas personas que aún no están incluidas en el censo electoral que deberían tener derecho a votar, especialmente en las elecciones de sus municipios, allí donde pagan impuestos, dado que construimos nuestras ciudades con el aporte de todas las personas, vengan de donde vengan.

Quizá pueda convertirme en la primera mujer migrante latinoamericana que entra de eurodiputada en el Parlamento Europeo. Quizá no. Sería un orgullo del que no estoy muy segura aún hoy. De lo que sí estoy segura, porque lo he vivido, es que para que una lo consiga, cientos de nosotras tienen que intentarlo. Y todas y todos, incluidos los activistas que saben que el legado de Pedro Zerolo se debe mantener, me acompañarán siempre en mi acción política, desde aquí hasta Europa.

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